64 paginas
numerosas fotografías y mapas desplegables
s/ed 1942?
facsímil 2008
Tapa blanda
Precio para Argentina: 40 pesos
Precio internacional: 12 euros
SEBASTOPOL
Un Coloso de cemento y acero salta en pedazos
Informes de la Wehrmacht y corresponsales de guerra alemanes.
Los Testigos oculares alemanes relatan los hechos del Sitio de Sebastopol.
Resumen y reelaboración por Fried Lange
El Sitio de Sebastopol fue uno de los más famosos de la Segunda Guerra. Entre otras particularidades, se vieron en él por primera vez los cañones de infantería más grandes que jamás se hayan construido, incluso hasta el día de hoy (se muestran en las fotos del libro). Una defensa heroica soviética y un ataque fulminante alemán sobre una de las fortalezas que se encuentra entre las mejores del mundo, han hecho de él una leyenda.
En este libro, de gran valor histórico, se puede puede apreciar el punto de vista exclusivamente alemán, que si bien estuvo pensado como obra de propaganda del Tercer Reich, es muy minucioso en detalles, fotografias y cartografia.
PRÓLOGO
No hay fortaleza en lodo el mundo que permita la comparación con Sebastopol, ni el Verdun de la primera guerra mundial, ni la Línea Maginot, ni ningún otro de los grandes sistemas fortificados que el soldado alemán ha superado en esta segunda contienda de las naciones, a excepción quizás — por lo que a la dureza y carácter implacable de la lucha se refiere — Stalingrado, ciudad fortificada por los soviets hasta en sus últimas posibilidades y defendida hasta el último hombre entre sus ruinas. Sebastopol reunía todo lo que hace inexpugnable a una fortaleza: la condición ventajosa del terreno, la utilización de todos los medios de fortificación modernos y la aptitud del defensor para la lucha de trincheras y de posición, unida a un fanatismo sublimado hasta el suicidio, así como a la sumisión abúlica ante un destino inexorable, propia del carácter oriental.
La naturaleza, la mano del hombre y un aferrarse a cada metro cuadrado de terreno en forma casi no humana, hacían a Sebastopol inexpugnable para todo atacante, con excepción del soldado alemán y de sus aliados. Aquél y éstos triunfaron en una lucha de sólo 25 días, a pesar de los despeñaderos y de los muros rocosos, cada uno de los cuales constituía un bastión natural, a pesar del anillo gigantesco de fortines e instalaciones fijas que circundaba la ciudad uniendo en sí lo mejor de cuanto la industria de guerra soviética podía suministrar; triunfaron a pesar de la tupida red de posiciones artilleras y de campaña, de trincheras, alambradas y campos de minas que defendían a Sebastopol fuera del límite de las fortificaciones fijas; triunfaron a pesar de que los defensores se resistieron con una voluntad fuera de lo humano, bien sea porque se tratara de bolcheviques fanáticos y jurados que luchaban por un sistema del que ellos se aprovechaban y cuya ruina había de equivaler al aniquilamiento de su propio mundo, bien sea porque en sus espaldas les amenazaba la pistola ametralladora del comisario.
El que los soviets designaran como inexpugnable su más fuerte baluarte a orillas del Mar Negro, no ha de ser considerado como una de tantas frases de propaganda. Sebastopol debía convertirse en un “segundo Verdun” y, como el bastión de Francia en la primera guerra mundial, forzar al enemigo al sacrificio de lo mejor de su sangre, segando la vida de centenares de miles de sus hombres en estado de manejar las armas y quedando al fin, sin embargo, inexpugnado. Sin embargo, Sebastopol fué conquistado. Los soldados alemanes y rumanos vencieron, porque eran los mejores combatientes, porque sus mandos eran los mejores y, sobre todo y en primer lugar, porque poseían la fé más elevada, porque servían a la idea mejor.
Esta lucha presenció el empleo de armas pesadas y superpesadas, presenció un huracán de fuego de potencia hasta entonces desconocida, que desde las bocas de los cañones y desde los dispositivos de los aviones de combate descendía sobre las colinas y los precipicios. Sin embargo, no fué el armamento, sino el hombre, el combatiente singular, el que decidió del triunfo. Fué él el que hubo de soportar la carga más pesada de la lucha y es por eso, que sobre el campo de batalla de Sebastopol, sobre las peladas cimas y acantilados deshechos por las explosiones de las granadas y bombas de gran calibre, sobre el terreno cubierto por los cráteres de los proyectiles, que traía a la memoria las batallas de material de la primera guerra mundial, se alza la silueta eterna del vencedor, que se abrió paso combatiendo metro por metro, a través de este infierno de acero, cemento y rocas.
ÍNDICE
Prólogo
La Fortaleza
¡Un último trozo nos separa del objetivo!
Cinco días de fuego graneado
El “Día X”
Adelante metro por metro
La acción decisiva contra las fortificaciones del Norte
El Avance hacia la Ria de Sewernaya
El ataque contra el Frente Sur
La Guerra de la selva virgen
Un salto nocturno sobre la Ria de Sewernaya
El Secreto de la “Esfinge Gris”
El último y más potente obstáculo
Tropas rumanas conquistan al asalto Balaclawa
Sebastopolo cae
Epílogo
Mapas