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LA JUDAIZACIÓN DEL CRISTIANISMO 2 – Federico Rivanera Carlés

550 págs.
Instituto de Historia S. S. Paulo IV
encuadernación rústica
Precio para Argentina: 480 pesos los 3 tomos juntos, 

Precio internacional: 89 euros 
los 3 tomos juntos

Desde su nacimiento el cristianismo vio amenazada su identidad por la judaización.
El protestantismo, la mayor heterodoxia judaizante de la historia, no pudo ser extirpado y escindió a la Cristiandad. La Reforma inició un vasto proceso subversivo que no se limitó al ámbito religioso y condujo al racionalismo y a las Revoluciones Francesa y Rusa. Los efectos de este proceso inconcluso alcanzan a todos los pueblos. Es imprescindible, por tanto, el conocimiento de la historia y características de la judaización del cristianismo, que culmina en la Iglesia Postconciliar. Sólo así se tendrá un panorama verídico del pasado, sin el cual no es posible entender el aciago presente y, menos aún, evitar un futuro que se avizora más trágico.
A ese estudio dedicóse largos años el autor y en este primer volumen examina -en forma sucinta, pero integral y ampliamente documentada- los siguientes temas: el anticristianismo judío; el carácter judaico de las principales herejías primitivas; las sectas judaizantes de la Pre-Reforma; su relación con el antipapa judeoconverso Anacleto II; el anti-inmortalismo averroísta y alejandrista, el papel del confeso Pomponazzi y la escatología judía; el influjo sobre la Reforma de Erasmo, la Cabala cristiana y la controversia reuchliniana en torno a los libros judíos; la Reforma y sus corrientes: notable influencia de los comentarios rabínicos, importancia del hebreo y adopción de la Biblia Hebrea; las relaciones con rabinos; Lutero: el “Sanhedrín” de los hebraístas, Rashi y la Biblia Alemana; intrascendencia y reprobación del postrer antijudaísmo de aquél; Zwinglio y el “Israel alpino”; Juan Calvino, el préstamo a interés y el capitalismo; trasfondo judío de su doctrina de la predestinación; el probable marrano Servet, padre del antitrinitarismo moderno e inspirador de Spinoza, bebió en fuentes judías; el anglicanismo: Enrique VIII consultó a los rabinos para el divorcio que provocó el cisma; las versiones bíblicas anglicanas revelan la dependencia rabínica, p. ej., la Versión Autorizada de 1611, que influyó poderosamente en la cultura y la lengua del país; conversos y rabinos, catedráticos de hebreo y literatura rabínica en Oxford y Cambridge; decisiva participación judía en la invasión de Guillermo de Orange (1688), que derrocó al católico Jacobo I y salvó la hegemonía protestante en Inglaterra, desde entonces centro de la banca israelita de Europa; los reformistas radicales: el anabaptismo y la Nueva Sión comunista de Münster; sabatarios, mortalistas y antitrinitarios; el puritanismo o el “hebraísmo inglés”: sus tendencias; la República y el Protectorado de Cromwell; el sabatarismo, el fenómeno angloisraelita y los estudios judaicos; la readmisión de los judíos profesos; los puritanos en EE. UU.: la Sión novoinglesa; legislación mosaica de la “teocracia oligárquica”; fundamento judío de la democracia; la teología pactual; el indoisraelismo; despojo y exterminio de los “cananeos” indígenas; la Revolución Americana: su ideología judaica y el protagonismo hebreo; marranismo y protestantismo; alumbrados, erasmistas y protestantes españoles; el avance reformista y los heterodoxos Papas filojudíos Alejandro VI, León X, Clemente Vil y Pío IV; la herejía en la Iglesia: cardenales y obispos partidarios del cristiano nuevo Juan de Valdés; ultima parte del concilio de Tentro: ortodoxia y heterodoxia, oposición al Santo Oficio y projudaísmo; Paulo IV y San Pío V -los Pontífices de la restauración católica- y su intransigente postura contra el judaismo, público y converso; las etapas ulteriores de la Reforma y el judaismo; gravitación de éste en el racionalismo; los enciclopedistas y el empleo de los escritos judíos anticristianos; origen judeoprotestante del sistema democrático-capitalista.
Indudablemente, esta es una obra de singular valía. Su lectura resulta obligada

ÍNDICE

Dedicatoria ………………………………………………………………………………9
Prólogo…………………………………………………………………………………. 11
Siglas ……………………………………………………………………………………. 15
Advertencia……………………………………………………………………………. 15

I PARTE
EL JUDAISMO, EL CRISTIANISMO Y LA HETERODOXIA
CRISTIANA HASTA LA PRE-REFORMA

1. EL ANTICRISTIANISMO JUDÍO…………………………………………. 19
2. EL JUDAISMO Y LAS HEREJÍAS
CRISTIANAS PRIMITIVAS ……………………………………………… 41
A. Adopcionismo…………………………………………………………42
B. Docetismo………………………………………………………………44
C. Monarquianismo………………………………………………………46
D. Novacianismo………………………………………………………….48
E. Arrianismo………………………………………………………………48
F Cuartodecimanismo…………………………………………………50
G. Nestorianismo………………………………………………………….51
H. Pelagianismo ………………………………………………………….. 51
I. Iconoclasia ……………………………………………………………..52
J. Gnosticismo…………………………………………………………….54
K. Maniqueísmo…………………………………………………………..69
L. Priscilianismo………………………………………………………….. 70
M. Paulicianismo ………………………………………………………….72

II PARTE
EL JUDAISMO Y LAS HEREJÍAS DE LA PRE-REFORMA

3. LAS SECTAS PRE-REFORMISTAS………………………………………. 77
A. Los cátaros……………………………………………………………..78
B. Los valdenses………………………………………………………….82
C. Los pasagianos………………………………………………………..88
D. Los husitas………………………………………………………………90
4. EL ANTIPAPA JUDEOCONVERSO ANACLETO II Y
LA PREREFORMA…………………………………………………… 101

III PARTE
EL JUDAISMO, LA HETERODOXIA RENACENTISTA Y LA REFORMA

5. AVERROÍSMO Y ALEJANDRISMO: LA NEGACIÓN DE LA
INMORTALIDAD……………………………………………….. 117
6. PICO DE LA MIRÁNDOLA Y LA CABALA CRISTIANA ……… 141
7. LA CONTROVERSIA REUCHLINIANA, LA REFORMA
Y EL DESARROLLO DE LA CABALA CRISTIANA…………….151
8. ERASMO Y LA REFORMA………………………………………………. 181

IVPARTE
EL JUDAÍSMO Y LA REFORMA

9. EL JUDAÍSMO Y LA SUBVERSIÓN PROTESTANTE…………….. 193
10. LUTERO………………………………………………………………………. 205
11. ZWINGLIO……………………………………………………………………. 215
12. CALVINO……………………………………………………………………… 227
13. SERVET……………………………………………………………………….. 241
14. EL ANGLICANISMO………………………………………………………. 251
15. LOS REFORMISTAS RADICALES …………………………………….. 267
A. Los anabaptistas …………………………………………………….269
B. Los antitrinitarios……………………………………………………312
16. EL PURITANISMO…………………………………………………………..331

V PARTE
MARRANISMO Y PROTESTANTISMO

17. LOS JUDÍOS CONVERSOS Y LA REFORMA……………………….393
18. LOS ALUMBRADOS Y ERASMISTAS ESPAÑOLES ………………405
19. EL PROTESTANTISMO EN ESPAÑA…………………………………..415

VI PARTE
LOS PAPAS FILOJUDÍOS Y LA REFORMA

Proemio………………………………………………………………………………..429
20. ALEJANDRO VI ……………………………………………………………..431
21. LEÓNX…………………………………………………………………………437
22. CLEMENTE VII……………………………………………………………….445
23. PÍO IV………………………………………………………………………….459
EL JUDAÍSMO Y LAS ETAPAS
ULTERIORES DE LA REFORMA……………………………………531

PRÓLOGO

DESDE la conversión de Constantino, a principios del siglo IV, hasta el surgimiento del protestantismo a poco de iniciarse el siglo XVI, vale decir durante 1200 años *, el cristianismo -propagado por una falange inacabable de mártires, santos y héroes- fue el sólido fundamento de la civilización de Occidente **, cuyas características demuestran en forma palmaria su verdad, la que alcanzó el apogeo en la admirable Europa de las catedrales, castillos, monasterios, órdenes de caballería y gremios. No ha sido, por cierto, el cristianismo (sino la democracia y el comunismo) el opio del pueblo, ya que precisamente fue él quien, además de la salvación de las almas, se preocupó por la verdadera justicia social, erigiéndose en protector de los débiles, enfermos y desamparados, y gracias a su influjo desapareció la esclavitud. El éxito del Estado cristiano, su potencia y fecundidad, radica en que se basó en las leyes sociales naturales, a las que completó con su visión trascendente de la existencia humana. La sociedad cristiana era una sociedad jerárquica cuyos estamentos poseían fueros inviolables, lo que permitió, v.g., el extraordinario florecimiento de las cofradías de artesanos. La usura estaba prohibida por el Estado y la Iglesia, y condenada por todos como el mayor de los crímenes. La economía tenía por exclusivo objeto la satisfacción de las necesidades y no el lucro. La nobleza no se basaba en el dinero y el comercio -oficio vil-, sino en la sangre y el servicio, de ahí que estaba abierta a todas las personalidades superiores. El honor constituía uno de los ejes de la vida individual y colectiva. El catolicismo refrenaba los instintos y ordenaba férreamente la existencia. El hombre de la Cristiandad era elevado de sus miserias y debilidades por la Religión, que aventaba todas las dudas y le daba no sólo una Fe para morir sino también para vivir. En esa cultura de la inmortalidad del alma, a diferencia del hombre actual, él no le temía a la muerte del cuerpo y sí a la del espíritu. Por eso sabía vivir plenamente.

Las arbitrariedades y crímenes de los reyes y gobernantes despóticos no alteraban un orden social justo, a la inversa de lo que sucede en un sistema antinatural, como la democracia o el comunismo, donde si excepcionalmente un individuo probo y bien intencionado accediera al poder, nunca podría realizar un buen gobierno. Nada mejor, sin embargo, para demostrar lo que fue la desaparecida Cristiandad, que vivir en el sistema demoliberal capitalista que asfixia al mundo moderno, el cual destruyó en buena medida la identidad histórica de las naciones, a las que está en vías de reemplazar, mediante el llamado proceso de globalización (simplemente otro nombre para la nueva etapa del internacionalismo capitalista), por un gobierno mundial, y que, en fin, ha arrojado al hombre de sus estructuras sociales orgánicas convirtiéndolo en esclavo, al que simultáneamente despojó de todos sus valores trascendentes e hizo mero objeto de consumo, guiado sólo por apetencias materiales (el dinero, la comodidad y el goce), con las funestas consecuencias que están a la vista. La masificación llegó a un grado sin precedentes porque a la idiotización y embrutecimiento televisivos se sumó la alienación informática y una denigrante tecnolatría. (Al revés del pasado, donde el hombre sólo se inclinaba delante de Dios, el homo ciberneticus actual se inclina ante las máquinas.) El sistema anticristiano garantiza así la imposibilidad de una rebelión.

Desde el nacimiento del cristianismo éste vio amenazada su identidad por sectas judaizantes, pero con mano firme la Iglesia supo erradicarlas. A partir de la cuarta centuria fue respaldada en esa tarea por el Estado cristiano, quien preservó también con ello la propia existencia. En el siglo XVI, empero, no se logró extirpar al protestantismo, la más importante heterodoxia judaizante de la historia, el cual aunque no pudo destruir al catolicismo consiguió, en cambio, escindir a la Cristiandad, sin duda su objetivo mínimo. La Reforma protestante fue un terremoto que conmovió los pilares del mundo cristiano e inició un vasto proceso subversivo que no se limitó, desde luego, al ámbito religioso y condujo a la Revolución Francesa, al régimen democapitalista que trajo como resultado la Revolución bolchevique y la era del capitalismo estatal, que hoy parece extinguirse. Los efectos de este proceso, todavía inconcluso, alcanzan a todos los pueblos de la Tierra. El cristianismo genuino, el ortodoxo y tradicional, sólo es sostenido por una ínfima minoría perseguida y calumniada, y el Estado cristiano hace mucho que no existe. La civilización cristiana está en ruinas y no se podrá reconstruir si, aparte de la ayuda de Dios, los cristianos no reaccionan de inmediato. Pero únicamente el conocimiento de las causas reales de la actual situación permitirá luchar eficazmente por tan magno objetivo. En consecuencia, investigar la judaización del cristianismo, que hoy llega a su culminación, brindará un panorama verídico del pasado sin el cual no se puede entender el aciago presente y, menos aún, evitar un futuro que se avizora más trágico.

El papel del judaismo en las herejías primitivas, desde hace mucho tiempo minimizado y generalmente ocultado, es conocido merced a los valiosos testimonios de los Padres de la Iglesia, cuya universal autoridad también hoy se trata de rebajar ***. Inclusive, a menudo aquéllos no son tenidos en cuenta por quienes se dicen ortodoxos y así pasan por alto la naturaleza judaizante de la herejía, que es lo esencial y explica su aparición y encadenamiento histórico. En cuanto a la Pre-Reforma y la Reforma, los escritos católicos que denunciaron entonces su naturaleza judaica se circunscriben a someras observaciones por ser un hecho conocido. Pero en la época contemporánea, donde esto es ignorado, sorprende que los textos de igual signo que abordan la cuestión sean harto breves y/o superficiales****.

Para el estudio de las herejías antiguas me serví, huelga señalarlo, de las fuentes patrísticas, las únicas que existen (con excepción de los pocos escritos heréticos), además de otras que corroboran sus informaciones. La principal novedad es la dilucidación del carácter y origen del gnosticismo, en base a la importante documentación aparecida en los últimos años. Respecto a las sectas prerreformistas utilicé en especial las fuentes judías. Y para evaluar correctamente el influjo del judaismo en el fenómeno protestante -donde centré mi investigación, por su trascendencia y complejidad- recurrí a fuentes protestantes, judías y filojudías *****. Su consulta durante más de siete años, me ha posibilitado arribar a conclusiones definitivas y sólidamente respaldadas. Se impone, no obstante, que otros prosigan la labor y amplíen el estudio de materia tan extensa como grave.

Debo agradecer a las autoridades y muy especialmente al personal del Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET) de Buenos Aires, en cuya magnífica biblioteca trabajé durante estos largos años y obtuve una parte sustancial de la documentación en que baso mi obra. También agradezco al Seminario Internacional Teológico Bautista, igualmente con sede en esta ciudad, y a los empleados de la biblioteca que me atendieron con particular deferencia. También a la biblioteca de la Asociación Casa Editora Sudamericana de los adventistas del séptimo día, y de manera especial al pastor Werner Mayr, por la solícita colaboración y el obsequio de excelente material de su credo, al que dedicaré un capítulo en el volumen próximo. Agradezco también, de manera especial, a las bibliotecas -y empleados-de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina y del Colegio Máximo. Y, desde luego, a la Biblioteca Nacional y a sus solícitos funcionarios.

Buenos Aires, noviembre de 1999.

Federico Rivanera Carlés

* España es una honrosa excepción, ya que precisamente allí el catolicismo conoció su edad de oro en el siglo homónimo.

** En Oriente también el cristianismo tuvo notable desarrollo, pero no la primacía que alcanzó en Occidente.

*** Un ejemplo es el Diccionario patrística de la antigüedad cristiana, obra interconfesional -dirigida por Angelo Di Bernardino- del Institutum Patristicum Augus-tinianum (Roma, 2 vols., 1983; publicado en español por Ediciones Sigúeme, Salamanca, 1991-1992). Con excepción de escasas referencias al judeocristianismo, nada concreto dice acerca de las herejías judaicas y. por el contrario, pondera a algunos de sus representantes, v.g., Nestorio y Teodoro de Mopsuestia (II, pp. 1529-1531 y 2076-2079). También hace el panegírico de Juliano el Apóstata, ocultando su verdadera personalidad, el filojudaísmo y la persecución de la religión cristiana (II, pp. 1213-1214). Asimismo, cuestiona reiteradamente las concepciones teológicas de los ladres, e incluso se atreve a criticar las fórmulas cristológicas de Nicea y Calcedonia (I, pp. 1060 y 346-347).

**** Una excepción, respecto a los cataros y pasagianos, es Maurice Pinay, Complot contra ia Iglesia, t. II, pp. 613-628 y 637-642, ed. Organización San José. Bs. As., 1968 (lera, edic, Roma, 1962).