156 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2015, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
Precio para Argentina: 210 pesos
Precio internacional: 14 euros
La relación entre Inquisición y expulsión fue incluida, una vez más, recientemente, en la historia negra de España. La Inquisición fue definida y aceptada como el antecedente “ideológico” del “holocausto”, es decir de un Mito. Nuestra definición es muy otra: una falsa imagen -la historia negra de España- es la apoyatura de un Mito cinco siglos después. Estamos pues no ante la historia, sino ante una teología de la historia. Las imágenes ocupan el lugar de los procesos reales, y la ciencia es reemplazada por la mitología. Imagen negra y Mito están en el subsuelo cultural de la destrucción de Europa. De una destrucción aceptada con tal de producir reconocimiento de cara a la perversa institución del Imperio Universal que se pretende edificar en base a la “ideología” judeo-cristiana.
Este libro no pretende, por supuesto, justificar ni mucho menos glorificar dos hechos moralmente reprobables, como lo son la expulsión de un grupo humano (España, 1492), y un genocidio de los tantos ocurridos en la historia de los hombres (Alemania, 1941-45). Pretende ser una réplica racional y una crítica radical a dos mitos construidos a posteriori de los hechos, y que en ambos casos son deformadores (constituyen interpretaciones deformadas) de esos hechos. Hablaremos, por lo tanto, de ideologías, y no de realidades. Esos mitos fueron construidos a partir de intereses políticos, mucho después de haber ocurrido los hechos a los que se refieren, y por lo tanto constituyen deformaciones específicas de la realidad. Son interpretaciones ideológicas de ambos procesos históricos, y no el proceso histórico propiamente dicho. En todo caso ello es lo que trataremos de demostrar en este trabajo.
ÍNDICE
Introducción
PRIMERA PARTE
España y los judíos, 1492-1997
Discontinuidades geopolíticas
Discontinuidades sociales
Discontinuidades culturales
La España desgarrada o el retorno de los “Estados visigodos”
Breve historia de la España Atlántica
El “Atlantismo limitado” del general Franco
Judíos, negros, conversos e indígenas en América
Judenland
De los “Edictos de Expulsión” a Auschwitz
España y el nacional-judaísmo
El nacional-judaísmo corno fenómeno global
Inteligencia nacional versus comunidad informativa occidental
Notas
SEGUNDA PARTE
El Mito del Holocausto y la conciencia occidental
El carácter “sagrado” del Mito del holocausto
Conversaciones con Ernst Nolte
La construcción y la destrucción del Mito
El Mito del holocausto y la potencia militar del Estado judío
La hermenéutica posmoderna o la judaización del cristianismo
Notas
EL AUTOR
Norberto Rafael Ceresole nació en Buenos Aires en agosto de 1943. Es sociólogo y politólogo, autor de 28 libros, todos ellos ensayos políticos, geopolíticos y estratégicos. Hacia 1973 había publicado doce libros, cuyos títulos principales son: Ejército y política nacionalista: Perú o los orígenes del sistema latinoamericano: Geopolítica de liberación: Argentina y América Latina: Peronismo: autocrítica y perspectivas: El ejército y la crisis política; Peronismo: teoría e historia del socialismo nacional: etc. Una parte sustancial de esos libros fueron traducidos al idioma ruso. A partir de 1981 publicó las siguientes obras: Argentina: el futuro hoy, 1981. Fuerzas armadas y democracia, 1982. La viabilidad argentina. 1984. Perú: militarización, senderización y socialdemocracia, 1985. Argentina: sobre transiciones y decadencias. 198S. Nación y revolución (Argentina, los años 70). 1986. Crisis militar argentina. 1988. “La Tablada” y la hipótesis de guerra. 1989. Política de producción para la defensa. 1989. El Ejército nacional en estado de rebeldía. 1990. Tecnología militar y estrategia nacional, 1991. Argentina y el ocaso de los poderes hegemónicos de la política mundial. 1992. Política nacional y proyecto de país, en un mundo apolar, 1993. Subversión, contrasubversión y disolución del poder. 1996. Terrorismo fundamentalista judío, 1996. El Nacional-judaísmo: un mesianismo post-sionista, 1997. La Falsificación de la Realidad, 1998. La Conquista del Imperio Americano, 1998. Caudillo, Ejército, Pueblo: la Venezuela del Comandante Chávez, 1999. Tres ensayos geopolíticos, 2001. La cuestión judía en la América del Sur, 2003.
INTRODUCCIÓN
Los judíos son el pueblo más notable de la historia universal, ya que, enfrentados al problema de ser o no ser, han preferido, con una conciencia absolutamente inquietante, el ser a cualquier precio: ese precio fue la falsificación radical de toda naturaleza, de toda naturalidad, de toda realidad, tanto del mundo interior COMO del mundo exterior entero. Los judíos son, justo por eso, el pueblo más fatídico de la historia universal: en su efecto ulterior han falseado el mundo de tal modo que hoy incluso el cristiano puede tener sentimientos antijudíos sin concebirse a sí mismo como la última consecuencia judía. Friedrich Nietzsche (1)
Mucho tiempo ha transcurrido desde los comienzos de la formación de la Gran España Americana-Mediterránea (o Atlántico-Árabe) que es diseñada por los Reyes Católicos -en especial por Isabel, cabeza del Estado del Reino de Castilla-, hasta la Pequeña España post-OTAN, hasta esta España desgarrada de nuestros días. Sin embargo, existe una posibilidad y una necesidad cada vez más imperiosa de relacionar ambas etapas históricas, porque la crisis contemporánea es cada vez más intensa, y la búsqueda de identidad, es decir, de ubicación en el mundo, cada vez más acuciante (2)
Abarcar un tan largo período de tiempo en una exposición forzosamente limitada nos obligará a realizar síntesis drásticas en el análisis histórico y en la exposición de teorías políticas. Hubiese querido, por ejemplo, explorar y explotar con mayor dedicación los excelentes dos volúmenes del eminente antropólogo español Don Julio Caro Baraja, Los Judíos en la España Moderna y Contemporánea. O sacar más provecho al magnífico trabajo del investigador argentino Federico Rivanera Carles: Los conversos ¿Víctimas o victimarios de España? Esos cortes involuntarios provocarán en la mayoría de los casos deformaciones parecidas a la que impone la geometría a la cartografía: las proyecciones de una esfera sobre un plano produce siempre alteraciones en la representación de los espacios.
No pretendo ocultar que muchas de mis ideas están orientadas a los lectores católicos que ven con creciente preocupación como el catolicismo institucional se subordina progresivamente a la confluencia judío-evangélica (protestante), que es la ideología imperial de la potencia hegemónica. Hasta ahora en Europa y en Iberoamérica se ha subestimado a ese mundo católico, o se ha presupuesto, según las orientaciones ideológicas de la postmodernidad, que el mismo forma parte automática de lo que el iluminismo llamó “reacción”. Sin embargo el católico no institucional es un “revolucionario natural”, porque su conciencia es una conciencia desgarrada. “Desde esa conciencia desgarrada, desde ese mundo pre-revolucionario puede surgir ahora una cultura resistente ante esta victoria provisional del neoliberalismo. La Teología y la Profecía católicas visionaron la nueva forma que hoy adopta, provisionalmente, la historia: su forma homogénea universal. Es el tiempo del Anticristo: “El Anticristo usurpará simplemente este ideal de unidad del género humano en la institución perversa del Imperio Universal…” (3).
Bajo esta perspectiva establecimos una relación entre la Inquisición de 1478 (entendida como continuidad lógica e institucional de la expulsión de 1492) y el “holocausto” (Alemania, 1941-45), entendido este último como una verdadera expulsión.
La relación entre Inquisición y expulsión fue incluida, una vez más, recientemente, en la historia negra de España. La Inquisición fue definida y aceptada como el antecedente “ideológico” del “holocausto”, es decir de un Mito. Nuestra definición es muy otra: una falsa imagen -la historia negra de España- es la apoyatura de un Mito cinco siglos después. Estamos pues no ante la historia, sino ante una teología de la historia. Las imágenes ocupan el lugar de los procesos reales, y la ciencia es reemplazada por la mitología. Imagen negra y Mito están en el subsuelo cultural de la destrucción de Europa. De una destrucción aceptada con tal de producir reconocimiento de cara a la perversa institución del Imperio Universal que se pretende edificar en base a la “ideología” judeo-cristiana.
Este libro no pretende, por supuesto, justificar ni mucho menos glorificar dos hechos moralmente reprobables, como lo son la expulsión de un grupo humano (España, 1492), y un genocidio de los tantos ocurridos en la historia de los hombres (Alemania, 1941-45). Pretende ser una réplica racional y una crítica radical a dos mitos construidos a posteriori de los hechos, y que en ambos casos son deformadores (constituyen interpretaciones deformadas) de esos hechos. Hablaremos, por lo tanto, de ideologías, y no de realidades. Esos mitos fueron construidos a partir de intereses políticos, mucho después de haber ocurrido los hechos a los que se refieren, y por lo tanto constituyen deformaciones específicas de la realidad. Son interpretaciones ideológicas de ambos procesos históricos, y no el proceso histórico propiamente dicho. En todo caso ello es lo que trataremos de demostrar en este trabajo.
Tanto la “Historia Negra de España” como el “Mito del Holocausto” tienen muy poco que ver, en tanto construcciones ideológicas ex post factura, con las respectivas realidades que intentan representar o expresar en términos simbólicos ambas interpretaciones historiográficas. Estamos hablando de mitos y no de realidades. Ambos mitos constituyen, en un sentido estricto del concepto, sacralizaciones, esto es, situaciones reales sacadas de contexto y llevadas al absoluto. Los hechos reales que ambos mitos pretenden representar, son moralmente condenables, pero dado que ocurrieron en un tiempo histórico y no sobrenatural, son explicables a partir de la utilización de los elementos elaborados por las ciencias sociales y, más específicamente, por la ciencia histórica. Son explicables, y no “justificables”, a partir del análisis histórico racional.
Rechazamos la Historia Negra de España en tanto y en cuanto constituye la sacralización negativa de la historia de España. Rechazamos el Mito del Holocausto en tanto y en cuanto constituye la sacralización negativa de la historia contemporánea de Alemania. “Negamos” las sacralizaciones construidas para satisfacer fines eminentemente políticos generados mucho después de producidos los hechos.
Como sostiene el historiador alemán profesor Ernst Nolte, el pensamiento científico no puede callar por más tiempo. No existe el “crimen único” ni el “mal absoluto”, como pretenden los mitófilos de cualquier signo. El principio más elemental de la ciencia sostiene que todos los fenómenos humanos guardan relación con otros fenómenos humanos. Todos ellos deben comprenderse a partir de esas relaciones. El principio más elemental de la ciencia sostiene que en el estudio de esas relaciones deben excluirse todas las reacciones emocionales, incluidas las religiosas, por muy legítimas o poderosas que ellas sean. “El pensamiento científico sostiene que el acto más inhumano es siempre ‘humano’ en el sentido antropológico; que el ‘absoluto’ de postulados y máximas inocules, como por ejemplo: ‘no matarás’, no es tocado por la determinación histórica, en el sentido que desde los principios de la historia hasta el presente la matanza de hombres por hombres, la explotación de hombres por hombres, han sido realidades permanentes; que el historiador no debe ser un mero moralista… El absoluto, o sencillamente lo singular en la historia sería un “numinosum”, al que sólo debería uno acercarse en actitud religiosa, pero no con criterios científicos” (Sobre Ernst Nolte ver pag. 77 y ss.).
La tarea del pensador es analizar las conexiones de los procesos históricos y sociales. Debe preservarse de las críticas de los que quieren confrontar el “mal absoluto” en nombre del “bien absoluto”. “Sólo el análisis mismo y no profesiones de fe y aserciones prematuras logrará acercamientos progresivos a la realidad histórica” (Nolte).
Desde posiciones de poder en otros tiempos inimaginables, algunos hoy proceden de forma inmoral, y creen poder colocarse, sin más ni más, en la antítesis de la ciencia, ya sólo quieren admitir a determinados grupos humanos entre un sinnúmero de víctimas. Ello es así porque están convencidos de la existencia de una desigualdad esencial entre los seres humanos, a pesar de que ellos -“los elegidos”- son tan culpables como aquellos a los que acusan. “Se sobreentiende que no deben negarse las diferencias, porque en ella radica la esencia de la realidad. Sin embargo, el pensamiento histórico, debe oponerse a la tendencia del pensamiento puramente ideológico y emocional, orientado a afianzar esas diferencias… La pretendida neutralidad del pensamiento histórico no puede ser de carácter divino y por ende estar a salvo de cualquier error… El pensamiento histórico debe estar dispuesto a revisarse, siempre y cuando se presenten buenas razones y no sólo voces de indignación renuentes a aceptar que es preciso explicarlo todo en la medida de lo posible, pero que no todo lo explicado es comprensible y no todo lo comprensible se justifica. Por otra parte es imposible renunciar a la propia existencia, y sólo de ella resulta una toma de partido directa y concreta” (Nolte).
Nuestro análisis sobre dos procesos concretos de expulsión de grupos humanos (España, Siglo XV; Alemania, Siglo XX) se fundamenta en el hecho absolutamente verificable de que el grupo social expulsador, plenamente mayoritario, era consciente de que a partir de la expulsión estaba preservando su “propia existencia”. Esa mayoría social percibía al grupo expulsado como a un peligro muy grande para la continuidad de su propia existencia.
Esta es nuestra explicación relacional entre grupos humanos antagónicos, que trataremos de hacer comprensible, pero en ningún caso “justificadora”. Es curioso que los mismos grupos humanos que pretenden negar por decreto lo que es un derecho natural de la vida misma, y no sólo del pensamiento científico, esto es, el ejercicio de la capacidad humana para revisar su propia historia, asumiendo la libertad y la responsabilidad de afirmar o de negar interpretaciones históricas controvertidas (situaciones humanas y no divinas, siempre relativas y nunca absolutas); es curioso que esos mismos grupos humanos ejerzan el poder político, en este mismo tiempo histórico contemporáneo, negando a “los otros” el derecho a la existencia. Eliminando a “los otros”, torturándolos y masacrándolos. Como es el caso del simbólico y sacrosanto Estado de Israel, en cuyo nombre se construyeron los mitos criticados en este trabajo.
En el mes de mayo de 1987, el Gabinete Ministerial del gobierno israelí constituyó una Comisión especial con el objetivo de encuadrar legalmente la práctica de la violencia (tortura) aplicada por los interrogadores de los Servicios de Seguridad (SS) israelíes a los palestinos y otros árabes detenidos, tanto dentro de Israel como en los Territorios Ocupados (TO). Como presidente de esa Comisión fue nombrado un antiguo Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia de Israel, el Juez Moshe Landau.
La Comisión emitió un Informe, aún hoy vigente, pocos meses después de constituida, el 30 de octubre de 1987. Ese Informe se hizo público, excepto un Apéndice que hasta el momento permanece secreto. Han pasado diez años desde la publicación de ese vergonzoso Informe. Diez años durante los cuales hubo en Israel “alternancia en el poder”, pero ningún gobierno lo modificó ni lo sustituyó. Lo que demuestra, una vez más, que esas “alternancias en el poder” no son más que intrigas palaciegas, y que el engaño constituye una parte vital de la estrategia perenne del Estado judío.
La parte pública del Informe reveló que entre 1971 y 1986 los interrogadores de los Servicios de Seguridad (SS) “… mentían sistemáticamente cuando eran citados por los tribunales de justicia para declarar sobre la forma en la que habían obtenido las confesiones de los detenidos. Según la Comisión, esto ocurría sobre todo en confesiones de detenidos de los Territorios Ocupados. La Comisión puso además de relieve que el uso de la fuerza física en los interrogatorios constituía un método oficialmente reconocido, aprobado y recomendado en el seno de las SS” (Ver: Informe: Presos Políticos Palestinos en Israel y Áreas Autónomas, Madrid, febrero de 1997, editado por el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, con el patrocinio de Asociación contra la Tortura, Asociación Libre de Abogados, Comité de ONG para la Cuestión Palestina, Jueces para la Democracia y Unión Progresista de Fiscales).
¿Cuál fue la actitud y cuáles las medidas propuestas por la Comisión Landau, ante esta práctica masiva de la tortura, que ya estaba “reconocida, aprobada y recomendada” dentro de los servicios de seguridad israelíes?
De manera contundente la Comisión aseguró que esas “normas internas” eran básicamente lícitas, argumentando que “… los terroristas carecen de derecho moral alguno para exigir que el Estado les garantice los derechos civiles convencionales”, y que “… la actividad hostil terrorista justifica el uso del artículo 22 del Código Penal de Israel, referido al estado de necesidad, no sólo cuando la perpetración de un acto terrorista es inminente, sino también cuando sea posible y pueda ocurrir en cualquier momento. Así pues, la Comisión, después de reconocer que es imposible la obtención de información sin el uso de medios de presión, recomienda el establecimiento de formas selectivas de fuerza física y presión psíquica que describe eufemística como ‘moderadas’, que además sean aprobadas y estandarizadas” (Informe: Presos Políticos Palestinos en Israel y Áreas Autónomas, p. 22).
El Parlamento israelí aprueba la “estandarización de las presiones físicas”. Y es así que, con referéndum democrático, la Comisión Landau legaliza la tortura en Israel y Territorios Ocupados. Tal legalización fue confirmada asimismo por el Fiscal General del Estado, en 1994. “Es obvio que las recomendaciones de la Comisión, en sí mismas y por las vías que abren, conceptual y prácticamente significan una invitación a ejercer el terror físico y psíquico con los detenidos de procedencia Palestina. Entre 1987 y 1992 fueron detenidos por fuerzas israelíes 80.000 palestinos, en su inmensa mayoría varones, lo que representa el 24% de la población Palestina masculina entre 15 y 55 años” (Informe, op. cit, p.30). A la inmensa mayoría de los detenidos se les aplicaron torturas “moderadas”, estandarizadas y legalizadas por la Comisión Landau, entre otras:
*Golpes reiterados, habitualmente aplicados con instrumentos contundentes especialmente diseñados en cada caso.
*Shabed, que consiste en forzar el stress físico de los detenidos previamente encapuchados (desprovistos de visión), manteniéndolos en posturas muy forzadas durante largos períodos de tiempo, sin dormir y sin alimentación.
* Asfixia por inmersión en líquidos y a partir de la colocación de bolsas plásticas sobre la cabeza de los detenidos, lo que imposibilita la respiración. *Aislamiento en sarcófagos u otros espacios muy pequeños con privación de alimentos y negación de accesos a los aseos. En forma simultánea al detenido se lo amenaza de muerte a él y a sus familiares y amigos.
*Uso de grilletes empotrados en las paredes de las celdas, que obligan al detenido a permanecer en cuclillas u otras posturas violentas, durante largos períodos de tiempo.
*Aplicación de corriente eléctrica (“picana”) en las zonas del cuerpo más sensibles de los detenidos, en especial sus órganos genitales.
“Los presos ordinarios, y de manera habitual, durante la época de detención inicial (‘detención administrativa’) sufren este tipo de tratos. Cuando hay presos especiales, también las torturas son especiales” (Informe, ps. 30-31). Todas las torturas son administradas por médicos judíos. Existen innumerables denuncias efectuadas por profesionales palestinos de la sanidad sobre el papel que cumplen los médicos judíos en el sistema penitenciario israelí. Su función es evaluar el grado de resistencia de los presos que van a ser torturados y mantener sus constantes vitales a niveles aceptables, a fin de llegar al fin de cada etapa de tortura con el prisionero dispuesto a firmar su declaración de “culpabilidad”.
Las torturas practicadas por el Estado sacralizado por la mayoría de los judíos de todo el mundo nos lleva a un doble cuestionamiento: ¿La defensa del Estado de Israel es un delito de “justificación del terrorismo de Estado”? ¿Son “humanos” los palestinos y los árabes en general?
Los llamados en Occidente “derechos humanos” de los palestinos en Israel y Territorios Ocupados sencillamente no existen. Entre 1987 y 1996, 1500 palestinos han sido asesinados por las fuerzas de seguridad israelíes, 120 por los colonos armados judíos fundamentalistas, y otros 153 ejecutados por los “escuadrones de la muerte”, en algunos casos tolerados y en otros apoyados por las autoridades políticas y militares de Israel (lo que se llama la “alternancia democrática en el poder”). Entre 1987 y 1993 fueron dinamitadas 865 viviendas palestinas, causando un total de 7.985 habitantes desplazados de sus hogares. Sólo entre 1993 y el 12 de agosto de 1996, en pleno “Plan de Paz”, el número de viviendas dinamitadas fue de 223. Durante el mismo período continuaron las deportaciones masivas de palestinos, violando no sólo los Acuerdos de Oslo sino además el IV Convenio de Ginebra.
Ya hemos hecho referencia a la cifra de 80.000 detenidos-torturados entre 1987 y 1992, que es el tiempo que transcurre entre la creación de la Comisión Landau y los inicios del “Plan de Paz”. En enero de 1995 (Oslo II) existían 5.000 prisioneros palestinos en cárceles israelíes. Sólo 1.300 fueron liberados entre octubre de 1995 y enero de 1996. Pero esas liberaciones fueron “reemplazadas” con nuevas detenciones. Por lo que se puede estimar, en ausencia de datos fidedignos, que el número aproximado de presos palestinos en cárceles israelíes sigue siendo de 5.000, al día de hoy. Asimismo el procedimiento de “detención administrativa” no se ha interrumpido a partir de la aplicación de los Acuerdos de Oslo, sino que por el contrario, se incrementó, según denuncias de las autoridades palestinas.
La “detención administrativa” es la detención de una persona realizada al margen de cualquier intervención judicial. En Israel las detenciones administrativas pueden durar seis meses, y son prorrogables por otros seis meses, sin límite temporal alguno. 19.000 personas han sufrido y sufren detención administrativa en Israel “por motivos imperativos de seguridad”.
Una parte significativa de esos detenidos “desaparecen”. Se trata de personas que habiendo sido detenidas en el pasado han sido dadas como no existentes por parte de las autoridades penitenciarias israelíes. El Instituto Mándela posee “evidencias circunstanciales” provenientes de las familias de los “desaparecidos” de que “… muchos de los desaparecidos permanecen encerrados en secciones especiales, en celdas separadas, bajo un control de aislamiento estricto en las prisiones de Atleet, Novi Tretsa, Al Jalameh y en otras desconocidas”. En 3.100 se evalúa el total de presos palestinos “desaparecidos”.
El derecho a revisar la historia, afirmando, negando o relativizando no sólo los “hechos”, sino sobre todo las interpretaciones dadas a esos “hechos”, es algo que asumen todas las sociedades, todas las generaciones, en todos los presentes. Porque la historia no es simple “pasado”. Es la forma que suelen adoptar las angustias y las luchas del presente. Es por eso que ante una minina historia existen -y deben existir- distintas interpretaciones historiográficas. Además, como lo subraya Martin Heidegger. hay acontecimientos históricos que tienen historia y otros que no la tienen. Es el presente -las luchas y los antagonismos del presente- quienes deciden cuales acontecimientos históricos tienen historia y cuáles no la tienen. Para Heidegger hay historia (Geschichte) e historiografía (Geschichtswissenschaft): “¿Qué es acontecer en la historia?
¿Qué es historia como lo pretérito en relación al tiempo? No sólo el pasado, sino también el presente tiene relación con la historia. Sí, el presente alcanzado históricamente es el punto de orientación para el acontecer histórico pasado… la historia y el acontecer están relacionados al pasado, presente y futuro, esto es, a los tres ámbitos del tiempo… El pensamiento histórico y la historiografía (das Geschistliche Denken und die Geschitswissenschaft) trabajan con una particular articulación del concepto del tiempo. El pasado puede ser la inversión de la visión. El tiempo puede asumir la forma de una línea y resulta entonces arbitrario como nosotros la observamos, desde el pasado en dirección al futuro o al revés” (Martin Heidegger, Lógica, 1934).
Lo pasado, lo remoto, es historia sólo cuando subsiste en el presente. El pasado es, por lo tanto, lo contrario de un objeto, en la misma medida en que el presente no es una “naturaleza cristalizada”, mientras que el futuro aparece no sólo como incertidumbre, sino sobre todo como voluntad (4)
Esta revisión de la historia que proponemos debe entendérsela como un acto de voluntad (hacia el futuro) opuesto a otras voluntades del presente. Se trata simplemente del eterno conflicto humano; es decir, de algo que no puede ser prohibido por decreto.
Sólo que ahora hay una voluntad humana que se ha recubierto de sacralidad: ella tiene pretensiones absolutas. Juzga y legisla sobre el bien y el mal desde las alturas de una fe revelada, herméticamente cerrada para “los otros”, nosotros. Es lo que trato en mi anterior libro El nacional judaísmo, un mesianismo pos-sionista. Estamos ante la historia como objeto (sacralizado) y ante el presente cristalizado. Está prohibido revisar, está prohibido afirmar, está prohibido negar, siempre y cuando uno no forme parte del bando del “bien absoluto” (lo que automáticamente implica estar del lado del “mal absoluto”). Es decir, estamos en las antípodas de la vida, del pensamiento científico y de la libertad proclamada por todas las Constituciones del Mundo Occidental.
NOTAS
(1) Citado por Ernst Nolte, Nietzsche y el nietzschianismo, Alianza, Madrid. 1995, p.l 16.
(2) A lo largo de todo este trabajo se da por supuesto que la Inquisición fue la continuidad lógica e institucional de la Expulsión de los judíos de España en 1492, aunque las fechas originarias del nacimiento de ambos procesos indiquen formalmente lo contrario.
(3) Norberto Ceresole, Terrorismo fundamentalista judío. Libertarias-prodhufi, Madrid, 1996, p. 206. La cita interna pertenece a Leonardo Castellani, El Apokalipsis de San Juan,
Buenos Aires, 1958,
(4) Para Heidegger esta articulación del tiempo se resuelve a partir de asumir la historia como evolución del ser (Sein) y no como noticia del acontecer (Geschehen). “Acontecer es un ‘devenir’ (Werden), y ‘devenir’ es lo contrario de ser (Sein)… quedará claro que el ser histórico es una permanente siempre renovada decisión entre la no-historia, la distorsión de nuestro ser y la historia en que estamos” (op. cit.).