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El Ayudante del diablo – Michael Reynolds

292 páginas
ilustrado
24 x 16 cm.
Editorial Almena
2012

Encuadernación rústica
Precio para Argentina: 170 pesos
Precio internacional: 23 euros

Se ha escrito mucho sobre Jochen Peiper, aunque es poco probable que hubiera sido conocido fuera de Alemania si no hubiera sido por la infame masacre que tuvo lugar cerca de Malmédy, Bélgica, a la que su nombre ha sido asociado para siempre. Inicialmente ignorado y aun despreciado en los años siguientes a la rendición de Alemania, Peiper es ahora generalmente aceptado como un soldado brillante. La meticulosa investigación de este libro explora la juventud de Peiper, su carrera en las SS, y de manera más amplia su decisiva intervención en la ofensiva de las Ardenas. También se incluye el famoso juicio de oficiales y soldados de la Leibstandarte que fueron acusados de crímenes de guerra y el asesinato de Peiper en Francia más de treinta años después.
Tras su retirada de una exitosa carrera militar en 1986, el general de división Mike Revnolds se ha convertido en un historiador militar profundamente respetado. Es autor de otros cinco libros aclamados por la crítica, impresos en numerosos idiomas.

ÍNDICE

Agradecimientos           7
Introducción    9
Guía de abreviaturas     11
Capítulo 1. El hombre y su regimiento 12
Capítulo 2. El plan       24
Capítulo 3. Las máquinas y los medios  31
Capítulo 4. La organización      35
Capítulo 5. La oposición           40
Capítulo 6. La escena en el lado alemán            44
Capítulo 7. La escena en el lado americano        48
Capítulo 8. Sábado, 16 de diciembre de 1944. Ruptura           52
Capítulo 9. Domingo por la mañana, 17 de diciembre. Penetración      59
Capítulo 10. Domingo por la tarde. El preludio de la tragedia  68
Capítulo 11. Domingo por la tarde. La “masacre de Malmédy” 70
Capítulo 12. Domingo por la tarde. Prosigue la escena  78
Capítulo 13. Domingo por la noche. Vacilación            83
Capítulo 14. Lunes, 18 de diciembre. La ruta meridional          89
Capítulo 15. Lunes por la mañana. La defensa se fortalece         91
Capítulo 16. Lunes por la mañana. El empuje hacia el Mosa     95
Capítulo 17. Lunes por la tarde. Tendiendo la red        103
Capítulo 18. Lunes, desde pasado el mediodía hasta el amanecer del 19 de diciembre. Retroceso           106
Capítulo 19. Martes. Stoumont. El último ataque         117
Capítulo 20. Martes. Al oeste del Ambléve        127
Capítulo 21. Martes. Malmédy y La Gleize       130
Capítulo 22. Martes. Stavelot   133
Capítulo 23. Miércoles, 20 de diciembre. Stoumont     138
Capítulo 24. Miércoles. Cheneux          142
Capítulo 25. Miércoles. Trois Ponts      146
Capítulo 26. Miércoles. La Gleize         147
Capítulo 27. Miércoles. Stavelot           152
Capítulo 28. Miércoles. Malmédy        171
Capítulo 29. Jueves, 21 de diciembre. Todos los frentes            172
Capítulo 30. Del jueves al viernes, 22 de diciembre. Stoumont 173
Capítulo 31. Jueves. Cheneux   180
Capítulo 32. Jueves. Trois Ponts           183
Capítulo 33. Jueves. La Gleize  186
Capítulo 34. Del jueves al lunes, 25 de diciembre. Malmédy    188
Capítulo 35. Del jueves al lunes, 25 de diciembre. Stavelot       194
Capítulo 36. Del viernes 22 al domingo 24 de diciembre. La Gleize      204
Capítulo 37. La larga marcha    217
Capítulo 38. Götterdämmerung           223
Capítulo 39. El juicio y la cárcel           228
Capítulo 40. Tras la cárcel        234
Capítulo 41. Asesinato  238
Epílogo            244
Apéndice 1. Los Kampfgruppen alemanes y sus tropas de apoyo            246
Apéndice 2. Una división de Volksgrenadieren  251
Apéndice 3. La 30a División de Infantería americana     252
Apéndice 4. Las unidades agregadas a la 30a División de Infantería americana.
Los batallones 743° de Carros, 823° Destructor de Carros y 541° de Artillería Antiaérea            253
Apéndice 5. Los presentes en el “campo de la masacre” en Baugnez, de diciembre de 1944       254
Apéndice 6. Otros americanos presentes en Baugnez, 17 de diciembre de 1944 257
Bibliografía       258
Notas   262
Mapas  275

AGRADECIMIENTOS

Estoy en deuda con mucha gente por su ayuda en la elaboración de este libro, y coloco el elenco en orden de aparición en vez del de importancia. Debo mencionar en primer lugar al teniente coronel Peter Crocker porque él fue mi socio original y sin su entusiasmo y persuasión nunca me habría molestado, en un momento en que mi propia carrera militar me tenía muy ocupado, en seguir la historia del Grupo de Combate Peiper. También estoy en deuda con él por su meticulosa investigación en los primeros días de nuestro compartido interés.
A los siguientes a los que debo gratitud es a mis muy queridos amigos belgas Marie-Berthe y Edouard de Harenne, a quien este libro está dedicado. Nos conocimos en 1975, cuando Edouard era alcalde de La Gleize; en seguida me admitieron en su casa y me trataron casi como a un miembro de su familia. Con una generosidad increíble me han permitido llevar a literalmente cientos de oficiales y suboficiales de la OTAN a visitarlos y, dependiendo del muy impredecible tiempo de las Ardenas, a ir de picnic en su château’ o en su jardín. Casi cada año desde 1975 he pasado varias semanas en el château de Vaulx Renard y he podido disfrutar de la belleza del valle del Amblève y de los inquietantes bosques que lo rodean. He escuchado las leyendas locales, he disfrutado de “les scandales” de los diversos pueblos y he podido sentir la atmósfera de la zona en la que tuvo lugar esta increíble historia. He llegado a conocerla y amarla más que ningún otro sitio.
Después llego a mi primer americano en el elenco: el coronel Dave Pergrin. Su alegre entusiasmo y adorable sentido del humor, así como sus profundas convicciones cristianas, han sido siempre contagiosos. Estoy muy en deuda con él por haberme presentado a varios miembros de sus famosos “Ingenieros Malditos” y a algunos supervivientes de la “masacre de Malmédy”, y por pintarme vividas imágenes de cómo se sentía al ser un oficial de mando de 26 años durante aquellos aterradores y “brumosos días de la Segunda Guerra Mundial”.
En 1985 conocí a Wolf Dieter Mauder, un joven coronel alemán del Arma Acorazada en la reserva que no había nacido en 1944 pero que tenía un profundo conocimiento de la batalla de las Ardenas. A través de él conocí a unos cuantos antiguos miembros de la Leibstandarte Adolf Hitler, y fue a él y a otro oficial regular de la Bundeswehr, el teniente coronel Hans-Dieter Bechtold, a quienes recurrí cuando tuve alguna pregunta concerniente al lado alemán de la batalla. Nunca me fallaron y les estoy muy agradecido.
Después, otra vez en la parte belga del elenco, vienen Serge Fontaine y Joseph Dejardin, ambos residentes en Stavelot, y Gérard Grégoire, de La Gleize. Todos eran jóvenes de las Ardenas en diciembre de 1944. Su muy detallada investigación sobre lo que sucedió durante la batalla, particularmente en lo referido a la gente de la zona, es ejemplar, y les agradezco la muy generosa manera en que han compartido su investigación conmigo.
Mi amigo Georges Balaes fue un antiguo comisionado jefe de Inteligencia Criminal en el Departamento belga de Justicia; me preparó una reunión con la policía francesa en Dijon y repasó para mí los voluminosos archivos sobre el “asesinato de Traves”. Sería mucho más pobre sin su generosa amistad.

Durante mi primera visita al hogar de Dave y Peggy Pergrin en Pennsylvania en 1987 conocí a John Bauserman: un profesor de instituto con un apasionado interés por saber lo que realmente sucedió en el cruce de caminos de Baugnez el 17 de diciembre de 1944. Él y yo hemos pasado muchas horas discutiendo sobre el asunto y nos hemos escrito montones de cartas sobre ello. Él y Joy me han alojado varias veces en su hogar en Virginia y hemos pasado muchas horas felices bajo el ojo vigilante de la señora Washington en los Archivos Nacionales de Suitland2. John ha compartido conmigo todo lo que encontró allí, y su libro The Malmédy Massacre, publicado por White Mane Publishing Company Inc., es un trabajo definitivo sobre este trágico evento. Fue en Suitland y en compañía de John que conocí a Jay Karamalis, otro entusiasta historiador militar y un mago con el ordenador. Cuando vino a Europa le mostré la “senda Peiper” y fuimos a visitar algunos de los campos de batalla del Somme de 1916 y a estudiar en detalle los de Mortain y Falaise de 1944; ¡incluso fuimos a ver el campo de Agincourt de 1415! Él también ha escrito un libro, su coautor es Al Vannoy y se titula Against the Panzers. Todos los interesados en las batallas de 1944 en Normandía y las Ardenas deberían leerlo. Jay cogió los mapas que yo había dibujado a mano y, usando su ordenador particular y corriendo con los gastos, los convirtió en el resultado altamente profesional que aparece en este libro. Estoy en deuda con él para siempre.
Mi agradecimiento debe ir también a dos ingleses, a la esposa francesa de un oficial británico y a una dama belga. Primero, el brigadier Tony Baxter, un viejo amigo y camarada de Sandhurst, quien, sin dudarlo, se ofreció a leer y a corregir mi redacción; luego, al brigadier John Moore-Bick y a la señora Françoise Murcott, que a lo largo de los años tradujeron generosamente muchos documentos extranjeros para mí; lo que también hizo la señorita Marie-France Grégoire, que hizo de intérprete en las muchas conversaciones que disfruté con su padre.
Y, finalmente, me gustaría dar las gracias a la gente de La Gleize, Cheneux, Stoumont, Trois Ponts y Stavelot, que siempre me han hecho sentir tan bienvenido. Especialmente a Georges y Chantai de Harenne y a sus hijos Charles y François, en el Château Froidcour, donde también he llevado a numerosos amigos y visitantes de la OTAN; también, Georges y Susie Balaes, en su encantadora casa de La Gleize; Simone, en el Café Echo des Campagnes, y a Louis y Maggy, en el restaurante Aux Ecuries de la Reine, donde he pasado muchas noches divertidas. ¡Felices recuerdos, claro que sí!
MFR
Sussex, Inglaterra Mayo de 1995

NOTA

Cualquiera que escriba una historia detallada de una operación militar moderna está expuesto a recibir cartas de veteranos apuntando lo que ellos consideran que son errores, o ampliando la historia. He sido afortunado con El Ayudante del Diablo en que virtualmente todas las que he recibido desde junio de 1995 han sido favorables, y unas cuantas han sido útiles para aumentar la precisión de la visión global. Esta edición revisada incluye unas cuantas correcciones importantes y detalles adicionales que he recibido de veteranos e historiadores americanos, británicos, belgas, holandeses y alemanes. Estoy particularmente agradecido a Lyle Bouck, Leon Kent, Danny Parker, William Tucker, Joseph Dejardin y Neill Thomson.
MFR
Sussex, Inglaterra Julio de 1997

INTRODUCCIÓN

En 1970 mi esposa trajo a casa un libro de la biblioteca americana del Cuartel General de la OTAN en Holanda, donde yo estaba destinado entonces. Era The Damned Engineers, de Janice Holt-Giles, y trataba de la ofensiva alemana de las Ardenas de 1944, mejor conocida como “la Batalla del Saliente”3. El marido de la autora había sido un sargento en un batallón americano de ingenieros y ella contaba una historia fascinante. Ese libro cambió mi vida.
Viviendo, como era el caso entonces, cerca de donde la lucha había tenido lugar, no pasó mucho tiempo antes de que Anne y yo fuésemos a visitar algunos de los lugares mencionados en la historia, y mientras ella cogía flores o leía su libro después de un picnic en la hermosa campiña de las Ardenas, yo me fui excitando cada vez más mientras leía que un carro Tigre había aparecido por esta o aquella esquina o que algunos ingenieros de combate habían volado este puente en concreto justo antes de que los alemanes pudieran cruzarlo.
The Damned Engineers llevó a otros libros sobre la ofensiva de las Ardenas y pronto comencé a darme cuenta de que las lecciones de esa batalla, especialmente las relacionadas con el liderazgo, eran tan válidas en 1970 como lo habían sido un cuarto de siglo antes. Y así, cuando poco después me convertí en el oficial al mando de un batallón de infantería mecanizada en el Ejército Británico del Rin, pedí a tres de mis oficiales jóvenes que estudiaran las hazañas de un grupo de combate acorazado alemán en esta batalla, el Kampfgruppe Peiper, y seis meses después repasar la batalla con todos mis oficiales y sargentos, sacando las lecciones apropiadas de ello. Duró dos días y, aparte de tener un gran valor desde el punto de vista militar, lo disfrutamos mucho.
Decidí continuar con esta idea, y como jefe de brigada repetí estos estudios en 1975 y 1976, llamándolos “Ejercicios Pied Peiper4”. Uno de los tres oficiales que elegí en ese momento para dirigir los recorridos fue un joven capitán llamado Peter Crocker. A él le picó el gusanillo como me había pasado a mí, pero él investigó mucho más que sus predecesores. En 1978 nos encontramos sirviendo juntos otra vez, esta vez en el principal cuartel general británico en Alemania occidental. Cuando Peter sugirió que deberíamos hacer algunos recorridos “Pied Peiper” más, estuve rápidamente de acuerdo, pero como difícilmente podía esperar que él se encargara de todo, me ofrecí a ayudar. Y así comenzó mi búsqueda personal en esta fascinante historia.
Mi primer progreso importante vino en 1982, cuando conocí al coronel Dave Pergrin, el oficial que mandaba el batallón de ingenieros sobre el que Janice Holt-Giles había escrito en 1970; luego, en 1985, tuve la suerte de conocer y acompañar a algunos antiguos miembros importantes de la Ia División Panzer SS cuando volvieron sobre sus pasos de 1944 en las Ardenas. Iban desde jefe de carro a jefe de regimiento. Pude unirme a un grupo similar en 1991.
Desde que me retiré del ejército en 1986, este tema ha sido mi interés principal y he continuado apareciendo como orador invitado en los ejercicios “Pied Peiper”. He podido contar lo esencial de esta historia, en el sitio donde realmente sucedió, a casi dos mil oficiales y suboficiales de la OTAN y a civiles interesados; he llevado a los generales del Comité Militar de la OTAN y, quizá más sorprendentemente, a algunos veteranos de la Ia División Panzer SS, por la “senda Peiper”.
Así, ¿por qué he decidido escribir este libro ahora? Simplemente porque me he ido irritando por la plétora de relatos incorrectos sobre esta batalla y porque en estos meses me ha indignado la propaganda lanzada por neonazis y sus simpatizantes, que tienen el claro objetivo de glorificar o excusar los hechos de diciembre de 1944. Al hablar con veteranos alemanes, o incluso con algunos investigadores, siempre me ha sorprendido el poco interés que muestran por lo que los americanos dicen que pasó —y, para ser justos, a la viceversa. Quizá hace falta alguien con menos prejuicios para escuchar ambos lados de la historia y, cuando los dos lados están en disputa, que un antiguo soldado aplique experiencia militar y conocimiento para descubrir lo que probablemente sucedió. La áspera y poco heroica realidad puede ser menos excitante que una versión para el cine o la televisión, pero se la debemos a los que murieron. Este es, creo, el primer libro que yuxtapone los varios relatos de lo que cada lado dice que sucedió. Buscando fuentes originales siempre que ha sido posible, y no meramente dando un nuevo giro a los relatos de escritores o historiadores anteriores, creo que el mío es el más preciso de los escritos hasta ahora.
Ha pasado casi un cuarto de siglo desde que oí por primera vez el nombre de Jochen Peiper; mi búsqueda de la verdad sobre este hombre y la batalla que le llevó al primer plano de la historia, me ha dado un gran placer y me ha llevado por toda Bélgica y a Francia, Alemania y América. No ha pasado una semana, y mucho menos un mes, sin una carta, una llamada telefónica o una reunión con un veterano o con un compañero investigador. Ha sido un gigantesco rompecabezas e, inevitablemente, siguen faltando algunas piezas. Algunas todavía podrían aparecer, pero me gustaría que mi relato de lo que yo creo que sucedió fuera leído por aquellos que tomaron parte, antes de que se unan a sus camaradas caídos de hace cincuenta años. En 1944, cuando era un excitado estudiante de 14 años, nunca soñé que un día conocería y me haría amigo de algunos de los héroes de este libro, Dave Pergrin o Bill Merriken, superviviente de la “masacre de Malmédy”, ni que un día cenaría con Ralf Tiemann, jefe de Estado Mayor de la Ia División Panzer SS en diciembre de 1944, o el general von Manteuffel, jefe del 5o Ejército Panzer. El libro que Anne me trajo en 1970 cambió efectivamente mi vida.