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La sucia historia de la Liga Antidifamación de B’nai B’rith

100 páginas
facsímil de la edición original de 1999
2008

tapa blanda, color, plastificado
Precio para Argentina: 75 pesos
Precio internacional: 10 euros

La liga Antidifamación de B’nai B’rith (ADL) se hace pasar por organización benefactora defensora de los judíos, pero en la realidad es una logia masónica con una larga historia de actividades criminales y traidoras. Este libro le dará al lector una idea mucho más clara de las verdaderas actividades de la ADL. cuyo propósito esencial es destruir las instituciones vitales del Estado nacional: la Iglesia, la educación pública, el sistema judicial, las Fuerzas Armadas y la economía productiva.

Es importante que los ciudadanos iberoamericanos conozcan la sucia historia de la Liga Antidifamación de la B’nai B’rith y actúen para denunciar y detener sus actividades antinacionales. El hecho de que ese organismo siga existiendo internacionalmente representa una amenaza a la seguridad de todo el continente.

ÍNDICE

Presentación
Introducción
1- 150 años de perfidia
2- Fachada de relaciones públicas de Meyer Lansky
3- La ADL y la Guerra del Opio contra los Estados Unidos
4- La ADL y la mafia de los bonos chatarra saquean a los Estados Unidos
5- Colusión con terroristas
6- En cohabitación con dictadores y espías comunistas
7- A la caza de LaRouche
8- La ADL promueve la Nueva Era
9- La compra del gobierno con narcodólares

INTRODUCCIÓN

Por años, la Liga Antidifamación (ADL) de la B’nai B’rith de los Estados Unidos y sus subsidiarias en el resto del mundo se han presentado como organizaciones que defienden y protegen los derechos de los judíos y defienden a éstos del prejuicio. Pero como lo demuestra este libro, la ADL ni es judía ni es defensora de los derechos civiles. Más bien se trata de una logia masónica cuya presunta lucha contra el “antisemitismo” no es más que la forma en que encubre su larga historia de actividades criminales y traidoras. Entre sus amigos, partidarios y empleados se cuentan mafiosos, pandilleros, espías, terroristas y asesinos. A principios de 1993, agencias gubernamentales empezaron a investigar a la ADL en varias ciudades de los Estados Unidos por actividades ilegales de espionaje contra miles de ciudadanos y organizaciones políticas.
Aun cuando este libro no entra en lo específico de las actividades de la ADL, en Iberoamérica, lo que revela en cuanto a sus operaciones en los Estados Unidos y Europa es igualmente verídico para Iberoamérica. Se trata de un aparato que corrompe y mina las instituciones vitales del Estado nacional: la Iglesia, la educación pública, el sistema judicial, las Fuerzas Armadas y también la economía productiva. Está decidida a destruir la tradición cultural judeocristiana que se fundamenta en el principio de que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios —mago viva Dei—, con el argumento de que la humanidad está determinada por características como el sexo, la etnia, la cultura y demás. En varios países de Iberoamérica, las redes de la Liga Antidifamación de la B’nai B’rith han recurrido a la Leyenda Negra que inventaron los británicos para acusar a España y su cultura de “autoritaria”, y pretenden reemplazar eso con un “multiculturalismo” racista y degradado.
Peor aún; así como se movilizó para oponerse a la reunificación de Alemania y colaboró con la dictadura comunista de Alemania oriental, en Iberoamérica la ADL respalda y defiende abiertamente a los narcoterroristas comunistas que siguen haciendo pedazos y hundiendo al continente. Ha respaldado tanto la agenda política como “cultural” del Foro de Sáo Paulo, coalición de organizaciones izquierdistas y narcoterroristas que fundó el Partido Comunista Cubano en 1990. Cuenta con agentes izquierdistas como el brasileño Jair Krieschke y el diputado socialista argentino Alfredo Bravo para defender los “derechos humanos” de los narcoterroristas. Cuando el rabino Morton Rosenthal, director de asuntos internacionales de la ADL, visitó Buenos Aires a mediados de mayo de 1993 y atacó públicamente al entonces preso político Lyndon H. LaRouche, Jr., de ser antisemita, Bravo no sólo repitió el ataque de Rosenthal, sino que saltó en defensa del rabino cuando se le confrontó con las pruebas de las actividades de espionaje ilegal de la ADL.

Organización criminal

La Liga Antidifamación de la B’nai B’rith muestra el cobre a lo largo de su nefasta historia del siglo 20, en que ha sido instrumento de la estrategia geopolítica británica y del rito escocés de la masonería. Por órdenes de lord Palmerston, primer ministro de Gran Bretaña, los pandilleros confederados de la B’nai B’rith trataron de desmembrar a los Estados Unidos durante la Guerra Civil de 1861 a 1865. Al mismo tiempo, trabajando conjuntamente con otras operaciones esclavistas como la de los Caballeros del Círculo Dorado, los “filibusteros” masones tenían planeado apoderarse de secciones enteras del Caribe, América Central y del Sur, empezando con México, para extender y restaurar el esclavismo y el libre comercio” en todo el hemisferio.
La visión del mundo que tiene la Liga Antidifamación de la B’nai B’rith hoy en día se refleja claramente en las palabras del confederado Judah Benjamin, agente de la inteligencia británica e integrante de los círculos del rito escocés masónico de Albert Pike. En 1856, Benjamin afirmó: “Sólo los esclavos pueden cultivar los trópicos”, y se quejó de que el movimiento de independencia que liberó a los esclavos de Haití en 1891 había hundido a ese país. Esa afirmación no es una extrañeza histórica. A principios del siglo 20, fue la Liga Antidifamación de la B’nai B’rith la que revivió al Ku Klux Klan, grupo que asesinó y aterrorizó a la población negra estadounidense.
A mediados de los ochenta, después de que Executive Intelligence Review denunció la participación de la ADL en el narcotráfico y el lavado de dinero de las drogas, en el libro Narcotráfico, SA, la ADL se unió a la brigada federal que ilegalmente enjuició y encarceló al estadista estadounidense Lyndon H. LaRouche y a varios de sus colegas. El programa de LaRouche para poner de nuevo en pie a los Estados Unidos, regresando a un republicanismo correcto y acabando con la usura de la banca internacional, que ha devastado al sector en desarrollo, es anatema para la ADL.
En ninguna parte se ve esto más claramente que en el respaldo de la ADL a las reformas económicas de libre mercado de la banca internacional. En la conferencia que realizó el Consejo Internacional de la B’nai B’rith en Washington, DC, en mayo de 1993, orador tras orador exigió la continuación rigurosa de las reformas que el Fondo Monetario Internacional y los bancos extranjeros le han impuesto a Iberoamérica en la última década y que han llevado al crecimiento de la economía negra ligada al narcotráfico. Eso, a pesar de que dichas reformas han desatado crisis sociales de proporciones impensables, la desindustrialización, el recorte de los servicios sociales, el aumento de la pobreza, etc.; uno de los oradores hasta habló de la “desaparición de partes de América Latina”.
El hecho de que la gente muera y las instituciones nacionales se desintegren a raíz de esa política no le importa a la B’nai B’rith. Lo único que le preocupa es la posibilidad de que, a medida que la crisis se profundice, la gente quiera abandonar el dogma del libre cambio
Y regresar a una economía dirigista. Advierten que eso significaría el regreso al “autoritarismo”.
Llegó la hora de que los ciudadanos iberoamericanos conozcan la sucia historia de la Liga Antidifamación de la B’nai B’rith y actúen para denunciar y detener sus actividades antinacionales. El hecho de que ella siga existiendo representa una amenaza a la seguridad de todo el continente.

PRESENTACIÓN

La ADL lleva cincuenta años espiando ilegalmente

El 8 de abril de 1993, cuando se allanaban las oficinas regionales de la Liga Antidifamación (ADL) de la B’nai B’rith en San Francisco y Los Angeles, la policía de San Francisco dio a conocer cerca de 800 páginas de documentos obtenidos durante los seis meses de la investigación de la operación de espionaje de la ADL. Los documentos indican que se trata de una gran operación de espionaje realizada con la cubierta de la ADL.
La intervención de la policía, el 8 de abril, fue el segundo allanamiento contra las oficinas de la ADL desde el anterior mes de diciembre. Por primera vez en décadas la ADL fue señalada por funcionarios públicos por lo que es: una organización traidora dedicada al espionaje de ciudadanos estadounidenses, a subvertir el funcionamiento adecuado de las dependencias gubernamentales, a desperdigar la contracultura destructora de la mente y a proteger el hampa.
Las posibilidades de que la ADL tenga que comparecer ante la ley son grandes puesto que el escándalo de espionaje de San Francisco estalló al mismo tiempo que los editores de la Executive lntelligence Review pusieron en circulación un éxito editorial, el libro Tbe Ugly Truth About the ADL. Se dio inicio a la circulación del libro con conferencias de prensa simultáneas en varias capitales del mundo y en las ciudades más importantes de los Estados Unidos. Hasta el momento se han vendido 70.000 copias y se han hecho tres reediciones. El libro es el resumen de los ochenta años de historia de ese grupo y de su “madre” del siglo pasado, la Orden Internacional de la B’nai B’rith.
Desde la aparición del libro, los voceros de EIR han recorrido los Estados Unidos brindando más información sobre la perfidia de la ADL a nuevos distribuidores, funcionarios del gobierno y grupos cívicos. El interés se ha extendido mucho más por las revelaciones diarias de San Francisco sobre el alcance del espionaje de la ADL.
La lección que se desprende de los escándalos más recientes es simple: el espionaje de la ADL no comenzó en 1990 en San Francisco. No empezó siquiera con el escándalo del espía Jay Pollard, en el que la ADL desempeñó un papel destacado y, quizá, decisivo. Su espionaje tiene décadas y continuará a menos que el gobierno estadounidense, por medio de las dependencias correspondientes, y obligado por su pueblo, dé los pasos decisivos para cerrar ese foco de subversión.

El escándalo de San Francisco

El allanamiento de las oficinas de la ADL en Los Angeles y San Francisco condujo a la captura de “una montaña” de documentos que revelan que el espionaje de la ADL no fue una pillería casual, sino una operación de espionaje dirigida desde arriba y dirigida centralmente desde las oficinas generales de la ADL ubicadas en Nueva York. Al continuarla investigación de San Francisco, el procurador de distrito, Arlo Smith, anunció que la Liga Antidifamación de la B’nai B’rith era el objetivo central de su investigación, por posesión de información gubernamental secreta, evasión de impuestos, incitación a la violencia y espionaje extranjero.
Por lo menos dos personalidades de la ADL han resultado inmiscuidas en la obtención ilegal de información para el gobierno de Sudáfrica: el investigador encubierto Roy Bullock y Tom Gerard, ex oficial de policía de San Francisco. Este último, que huyó del país en noviembre de 1992, está “cantando” sobre sus actividades de espionaje para la CIA en América Central y otros lugares. El fiscal asistente de distrito John Dwyer reveló en febrero de 1993 que al menos un blanco del espionaje de la ADL, un comerciante de Chicago de nombre Mohammad Jarad, fue arrestado en enero del mismo año por la policía israelí cuando llegó a Israel para visitar a sus parientes. Un investigador de la ADL reconoció ante la policía que la liga entrega regularmente expedientes al consulado israelí de Los Angeles.
Entre los delitos serios por los que se investiga a la ADL está la posesión ilegal de información confidencial que tiene el gobierno estadounidense sobre ciertos ciudadanos. La declaración jurada de Ron Roth; inspector de policía de San Francisco, dice que Bullock recibió registros policíacos, archivos del Departamento de Vehículos Automotores de California, y otro tipo de información gubernamental confidencial sobre multitud de ciudadanos estadounidenses que no estaban sujetos a ningún tipo de investigación judicial pero que eran presas políticas de la ADL. Otro informe dice que la ADL obtuvo ilegalmente los archivos gubernamentales de 4.500 miembros de tan solo un grupo, el Comité Arabe-Estadounidense contra la Discriminación (AADC).
El ex congresista Paul N. McCloskey, Jr., que se dedica actualmente a la abogacía en San Francisco, levantó una demanda contra la ADL, en que la acusa de obtener información ilegalmente de miles de estadounidenses por el mero hecho de que sus puntos de vista sobre la segregación racial y la represión de los palestinos en los territorios ocupados no coinciden con el de la ADL y el de los gobiernos de Israel y Africa del Sur.

Protesta nacional creciente

Es posible que pasen semanas o meses antes de que el procurador dicte sentencias. Sin embargo, la aparición de las 800 páginas de documentos desató una racha de comentarios de la prensa y exigencias inmediatas de investigaciones similares en otras ciudades de los Estados Unidos:
• Grupos de Nueva York que combaten la segregación racial le pidieron al procurador del distrito de Manhattan, Robert Morgenthau (miembro de mucho tiempo de la ADL), que ordene la investigación de las actividades de espionaje de la ADL. La ADL tiene sus oficinas centrales en Nueva York, al igual que el jefe de la División de Búsqueda de Pruebas, Irwin Suall, el hombre que se piensa que dirige la red nacional de espías.
• El periódico Amsterdam News, probablemente el periódico más influyente de la comunidad negra de la ciudad de Nueva York, publicó un editorial el 24 de abril titulado “La historia de la operación nacional de espionaje de la ADL sigue arrojando información: la nación conmocionada por los hallazgos”. El editorial dice, haciendo referencia al espionaje que hizo la ADL a la Asociación Nacional para el Mejoramiento de la Gente de Color (NAACP, por sus iniciales en inglés) y otros grupos negros, que la ADL “es la organización judía más poderosa y posiblemente la más destructiva de Estados Unidos”.
• En Portland, Oregon (en donde la policía, según la investigación de San Francisco, dio a la ADL docenas de expedientes de los grupos de pandilleros denominados skinhead), grupos civiles y un periódico local pidieron una investigación profunda. La alcaldesa Vera Katz puede ser uno de los blancos de espionaje de la ADL, así como el dirigente local de un grupo pacifista judío de nombre Nueva Agenda Judía.
• En Colorado, el Movimiento Indio Estadounidense exigió que la policía de Denver revise toda su correspondencia con la policía de San Francisco para determinar si algunos de sus archivos dedicados a las actividades de dicha organización fueron entregados ilegalmente a la ADL.

El clamor nacional lo desató la aparición de la lista de 950 organizaciones políticas estadounidenses que fueron vigiladas por la ADL. La lista, que se obtuvo de bancos de datos computarizados, reveló que la ADL espiaba virtualmente a todos los grupos activistas de Estados Unidos, desde la izquierda radical hasta la ultraderecha. Sus blancos fueron desde grupos respetables dedicados a la defensa de los derechos civiles, como la NAACP, hasta el grupo racista Resistencia Aria Blanca; grupos ecologistas como Greenpeace; y de homosexuales, como Act Up (Portate Mal). En los allanamientos de las oficinas de la costa oeste de la ADL, en diciembre de 1992 y abril de 1993, la policía descubrió expedientes de congresistas estadounidenses, entre ellos el presidente de la Comisión de Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes, el demócrata Ron Dellums (de California), y hasta de un añejo simpatizante de Israel como es el caso del senador demócrata Allan Cranston, de California.
En síntesis, la oficina de la ADL en San Francisco tenía en su poder expedientes de más de 12.000 ciudadanos estadounidenses. El inventario nacional de los objetivos de los sujetos espiados por la ADL de seguro daría una cifra muchísimo mayor.

No es la primera vez

Los funcionarios de la ADL negaron de inmediato que hubieran cometido ilegalidad alguna. Después del segundo allanamiento, la ADL envió a la costa oeste una comisión de altos funcionarios nacionales, encabezada por el presidente nacional Melvin Salberg; la consejera general Barbara Wahl, y el director ejecutivo Abraham Foxman, para obligar a los funcionarios gubernamentales locales y a la prensa a oponerse a la investigación. Sus esfuerzos tuvieron resultados limitados, y se dice que la ADL está sopesando qué opciones le quedan. Roy Bullock, el investigador encubierto de la oficina de la ADL en San Francisco, podría ser el chivo expiatorio, acusado por la misma ADL de dirigir una operación de espionaje ocasional. A Irwin Suall, que dirige las operaciones sucias de la ADL desde 1968, se le puede arrojar a los lobos con la acusación de que permitió que las cosas fueran más allá de lo debido.
Sin embargo, las investigaciones que ha hecho EIR sobre la Liga Antidifamación, organización exenta de impuestos durante ochenta años, revelan que esta no es de ninguna manera la primera vez que agarran a la ADL espiando ciudadanos estadounidenses. Asociada con gobiernos estatales y el mismo gobierno federal, la ADL se ha tenido que presentar en repetidas ocasiones ante la ley o ante comisiones del Congreso para responder a acusaciones de espionaje.
La revisión cuidadosa de la carta constitutiva de la ADL y su presupuesto oficial revela que el grupo dedica todos sus recursos al tipo de actividades por las cuales se le investiga hoy en San Francisco.
Desde 1987, la ADL ha patrocinado con regularidad viajes de oficiales de policía estadounidenses a Israel con todos los gastos pagados. El presunto espía Tom Gerard
participó en uno de dichos viajes en mayo de 1991. Otro oficial de la policía local que viajó a Israel con Gerard dijo a los investigadores de la policía de San Francisco
que se les pagó el viaje por “servicios rendidos” a la ADL, y que el objetivo fue establecer lazos “emocionales” más estrechos con Israel. Victor Ostrovsky, ex oficial de la agencia de inteligencia israelí Mossad, reveló en su libro Por el camino de la decepción, publicado en 1990, que la inteligencia de Israel utiliza ese tipo de actividades para reclutar miles de personas que les sirvan de agentes en los Estados Unidos.
En febrero de 1985, el director del FBI de aquel entonces, William Webster, ordenó que los 25 departamentos más grandes del FBI se unieran a la ADL. Mucho antes de esta “orden de matrimonio” oficial dada por el director, la ADL sostenía relaciones íntimas con la susodicha dependencia policíaca. La revisión de la lista de los 950 grupos que vigilaba la ADL sugiere que realizaba su propio programa de contraespionaje y contrainformación, lo que se conoce en el medio del espionaje como operación cointelpro. Algunos especialistas en lo relacionado a la ADL dicen que la liga bien pudo haber funcionado como el brazo privado del FBI. Es verdad, el director regional de la ADL de la costa noroeste de los Estados Unidos dijo a la prensa que los archivos de los espías de la ADL de San Francisco quizá fueran parte de su “trabajo gubernamental”. La vigilancia que la ADL le tenía al economista Lyndon LaRouche se intensificó drásticamente en 1977, cuando el FBI canceló oficialmente su operación de contraespionaje ilegal contra la organización política de LaRouche, la Junta Nacional de Comités Laborales (NCLC).