Mi vida junto a un “criminal de guerra”- Lina Heydrich

200 páginas
fotografías b/n
medidas: 14,5 x 21 cm.
Ediciones Sieghels
2013
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
Precio para Argentina: 90 pesos
Precio internacional: 17 euros

Lina Heydrich fue la esposa de uno de los hombres más poderosos y temidos de toda la segunda guerra mundial. Así como los nacionalsocialistas lo calificaban como el “prototipo de hombre SS”, sus enemigos también coincidieron, por diversos motivos, en calificarlo como el “nazi número 1”. Para aquellos Heydrich era el líder nazi que más se acercaba a los ideales buscados: alto, rubio, de ojos claros, de imponente prestancia y agilidad física que lo hicieron destacarse en varios deportes, incluidas las olimpiadas; una inteligencia extremadamente desarrollada; un violinista y pianista de primer nivel, lo que destacaba sus cualidades artísticas; un valiente soldado que gustaba incluso de volar misiones de guerra en el frente, con su Me-109, a escondidas de sus superiores; amplios conocimientos culturales (hablaba 6 idiomas) y técnicos; una memoria prodigiosa y una disciplina de acero que daban forma a un temperamento dueño de sí mismo, frío y calculador, que tanto respeto y hasta temor infundía a quienes lo trataban. Sus enemigos, a su vez, veían en estas características las propias de un astuto, impiadoso y temible cazador de activistas anti-nazis, al que nada detenía.
Lina intenta esclarecer la oscura personalidad y los hechos en que su marido se vio envuelto. Ella se identifica, sin el menor sonrojo, con sus antecedentes de simpatizante del nacionalsocialismo y en ningún momento pasa por su mente la idea de que su marido, que sucumbió en 1942 a las heridas sufridas en un atentado, merezca por algún concepto el calificativo de “criminal de guerra”, aunque la imposibilidad de publicar una exculpación apologética le hizo tener que dar ciertas concesiones a los editores, incluido el título del libro.
Lina Heydrich, sin embargo, se apega a una inquebrantable lealtad que considera le debe al padre de sus hijos.
La obra en sí resulta amena, con un estilo llano, mas no por eso pedestre, pero sobre todo instructiva y nos da a conocer una mirada distinta sobre sucesos y personajes de ese período histórico tan infame.

PREFACIO

Las memorias de Lina Heydrich constituyen un caso excepcional dentro de las ya habituales memorias de personajes comprometidos con la dirección del Tercer Reich. Hasta donde sabemos, constituye el único caso de memorias en que se le permite a un protagonista contar su visión de los hechos en que se vio involucrado sólo a condición de poder insertar una enorme cantidad de notas que niegan todo lo que este está contando.
Nosotros no sólo creemos que hubiera sido más fácil editar un libro acusatorio aparte, en vez de editar unas memorias en este formato, sino que además no creemos necesario tratar al lector de estúpido anotándole todo lo que debe pensar al respecto de lo que lee. Creemos que las memorias están hechas para permitir al escritor contar su visión y su experiencia, y luego cada cual sacará sus propias conclusiones y podrá enriquecer su visión general de los hechos históricos traídos a colación juntando y comparando las diversas versiones por sí mismo, con la libertad de elegir a quién leer y creer.
Así es que hemos librado al lector español del engorroso formato de la edición original alemana borrando todas las notas del editor y dejando sólo lo escrito por la autora. Hay que tener en cuenta también que editar en Alemania unas memorias que no sean anti-nazi, en una época signada por la desnazificación, hubiera sido casi imposible. También el título “Viviendo con un criminal de guerra” no deja de adolecer de este mismo problema, pero dado que nuestra política es siempre respetar los títulos originales de los libros, lo hemos respetado también en este caso con la sola excepción del agregado del entrecomillado en “criminal de guerra” para hacer justicia a lo que expresa la mujer de Heydrich, que bajo ningún concepto acepta que su marido sea un criminal, aunque sí utiliza el término para expresar el estigma bajo el que tuvo que vivir su vida tras la guerra.
Vista esta edición así despojada, las memorias de Lina puede constituir una apologética de hechos hoy condenados por la historia oficial, pero no deja de ser sólo “su versión”.
Si bien se deja ver cierta exculpación en casi toda la narración, necesaria para poder continuar viviendo sin problemas en Alemania, asombra por otra parte su franqueza y la defensa que hace de su marido.
Lina intenta esclarecer la oscura personalidad y los hechos en que su marido se vio envuelto. Ella se identifica, sin el menor sonrojo, con sus antecedentes de simpatizante del nacionalsocialismo y en ningún momento pasa por su mente la idea de que su marido, que sucumbió en 1942 a las heridas sufridas en un atentado, merezca por algún concepto el calificativo de “criminal de guerra”. Ella se apega a una inquebrantable lealtad que considera le debe al padre de sus hijos.
La figura de Reinhard Heydrich probablemente ha sido demasiado subestimada tanto por simpatizantes como por detractores del Tercer Reich. Reinhard fue en verdad uno de los hombres claves del régimen nacionalsocialista. Su papel de jefe de la GESTAPO (Geheime Staatspolizei: ‘Policía Secreta del Estado’) como una fuerza política policial encargada de luchar contra los enemigos internos del Reich le otorgaba poderes de gran importancia y alcance. Su idoneidad, efectividad, inteligencia y total entrega a las tareas encomendadas lo convirtieron en un hombre sumamente temido por todos los enemigos del nacionalsocialismo, que veían en él al hombre al que nada se le escapaba de sus narices, que desconfiaba de todos y era capaz de buscar sin descanso hasta obtener pruebas de actividades ilícitas. Su “maldita lógica”, como le decía Himmler, marcaba toda su personalidad y lo convertía en un temido interrogador que preguntaba y repreguntaba, sin nunca olvidar nada, hasta encontrar la más mínima contradicción. Su temperamento fuerte, que daba la imagen de un hombre dueño de sí mismo, frío y calculador, no dejaba de imponer respeto y hasta temor en quienes lo trataban, aunque en primera instancia quedaran encantados con sus modales refinados. Todos los que lo trataban no dejaban de sentir en diverso grado estas características de su personalidad, lo que por lo general crea odio o temor entre quienes tienen algo que esconder. De aquí se podría explicar que haya sido un hombre con tan mala fama.
Por otra parte, los nacionalsocialistas lo calificaban como el “prototipo de hombre SS” (sus enemigos también coincidieron, por diversos motivos, en calificarlo como el “nazi número 1”). Para aquellos, Heydrich era el líder nazi que más se acercaba a los ideales buscados: alto, rubio, de ojos claros, de imponente prestancia y agilidad física (prácticamente ningún otro líder nazi cumplió con todas estas características), que lo hicieron destacarse en varios deportes hasta el punto que, siendo campeón alemán de esgrima, llegó a participar de las Olimpiadas. Aparte de una inteligencia extremadamente desarrollada, Heydrich poseía también una sensibilidad refinada que lo convertía en un violinista y pianista de primer nivel, lo que destacaba sus cualidades artísticas. Además de todo ello, fue también un valiente soldado que gustaba incluso de volar misiones de guerra en el frente, con su Me-109, a escondidas de sus superiores, exponiendo su vida sin necesidad. También pueden contarse entre sus virtudes unos amplios conocimientos culturales (hablaba 6 idiomas) y técnicos (estaba al tanto de todos los adelantos tecnológicos y los adoptaba para el mejor funcionamiento de la GESTAPO). Una memoria prodigiosa y una disciplina de acero daban el toque final a una personalidad que no pasaba desapercibida y no dejó nunca de ser valorada, para bien o para mal, por amigos y enemigos.
La vida junto a este hombre, decíamos, tan importante para el nacionalsocialismo, es la que Lina Heydrich nos cuenta en sus memorias junto a su intento de esclarecimiento de los hechos más importantes que le atañeron y su leal defensa de su marido.
La obra en sí resulta amena, con un estilo llano, aunque claro y entretenido, pero sobre todo resulta instructiva y nos da a conocer una mirada distinta sobre sucesos y personajes de ese período histórico tan infame.

Ediciones Sieghels

Guerreros de Borgoña SS Brigade Wallonie – Erik Norling

García Hispán Editor
2009
271 págs.,
15×22 cms.
Tapa: blanda
Precio para Argentina: 168 pesos
Precio internacional: 24 euros

El combate de la Gran Europa contra el comunismo en el Frente del Este significó la unión por primera vez en la historia a todos los pueblos que integran Europa contra el régimen soviético y bolchevique que pretendía expansionarse por el mundo. Y ello fue posible gracias a hombres como LEÓN DEGRELLE, entusiastas idea­listas que movieron a miles de voluntarios para formar las unidades de las Waffen SS.
Este libro que tiene Ud. en sus manos describe de forma magnífica la epopeya y muerte de una de las mejores unidades que integraron la Werhmacht. A lo largo de los años 1944 y 45, en pleno ocaso de las armas alema­nas, estos valientes dirigidos por Degrelle lucharon, resistieron y murieron por Europa, por su Gran Ideal y por su futuro: el nuestro hoy.
La 28 SS Freiwilligen-Grenadier-Division Wallonien tuvo el honor de combatir en los frentes más importantes y en las batallas más heroicas que se dieron en el Frente del Este. Y allí siempre, junto a sus camaradas, estaba Degrelle. Ucrania, Tcherkassy, Estonia, Stargard, el Oder, Altdamm, etc, son páginas gloriosas que describen una fuerza y tesón sin parangón en nuestros días.
Sin duda es este un libro dedicado a LEÓN DEGRELLE, pero también a sus miles de camaradas que le siguieron en fe ciega al más duro combate de todos los tiempos y en las más difíciles de las condiciones, y principalmente a aquellos que quedaron bajo el frío suelo ruso, muertos en plena juventud y cuyas almas aun hoy perviven en nuestra memoria como guía sagrada en la guerra que aun hoy continúa contra el mismo enemigo.

ÍNDICE

TOMO I
LA LARGA MARCHA, 1941-1944

Prólogo del editor.

A modo de introducción.

CAPITULO I. Léon Degrelle y el rexismo. Bélgica, dos pueblos, dos lenguas.- El Rexismo.-Bélgica ocupada.- El movimiento rexista durante la Ocupación.- Las Juventudes Rexistas.-

CAPITULO II. ¡A las armas! La Legión belga de voluntarios Wallonie.- El modelo flamenco.- Nace la Legión de voluntarios.- Propaganda y reclutamiento.- Prensa legionaria.-¿Idealistas u oportunistas?.- Extranjeros en la Legión.-Organización e instrucción.- Partida hacia el frente.

CAPITULO III. Bautismo de sangre.- El duro invierno ruso.-Crisis en la Legión.- Gromowaja-Balka.- Tchekhoff nuevo comandante de la Legión.- Las juventudes rexistas parten hacia el frente.- El segundo contingente en Meseritz.-Rusos en la Wallonie.

CAPITULO IV. Hacia el Cáucaso.- Isjum.- Lippert comandante de la Legión.- Del Donetz a Kuban.- Valones en el Cáucaso.- Retirada del frente y regreso a Bélgica.-Problemas políticos.- El conflicto religioso.- Campaña de reclutamiento.- El conflicto Reeder-Degrelle.

CAPITULO V. Reorganización de la Legión Wallonie-En la Waffen-SS. Degrelle negocia con Himmler.- Se crea la brigada de asalto valona de las SS.- A la espera de órdenes.- De nuevo hacia el frente.

Anexos:

1. Organizaciones belgas francófonas del Nuevo Orden.

2. Voluntarios valones en otras unidades militares.

3. Hoja de mérito de Léon Degrelle.

4. Feldpost, el servicio postal en del frente.

Mapas:

1. Bélgica.

2. El primer invierno (1941-42).

3. La Vormarsch (1942).

TOMO II

EL OCASO DE LOS DIOSES, 1944-1945

Unas palabras del editor………………………………………………………………………………… 9

INTRODUCCIÓN: De la cruz de Borgoña a las runas de las SS ………………………  11

CAPITULO I
La 5.SS-Freiwillige Sturmbrigade Wallonien,
Muerte en Tcherchassy……………………………………………………………………………….. 17
Con la Wiking en Ucrania……………………………………………………………………………. 20
Posiciones sobre el río Olchanka…………………………………………………………………… 25
El bosque de Teklino…………………………………………………………………………………… 33
La bolsa de Tcherkassy-Korsun……………………………………………………………………. 41
Novo-Buda, ¡Ha caído el comandante!…………………………………………………………… 51
¡Resistir!……………………………………………………………………………………………………. 58
La ruptura del cerco…………………………………………………………………………………….. 61
Degrelle recibe la Cruz de Caballero………………………………………………………………. 66
Los voluntarios desfilan en Bruselas……………………………………………………………… 69
La situación en Bélgica………………………………………………………………………………… 76
Reclutamiento de obreros en Alemania…………………………………………………………… 81

CAPITULO II.
Tormenta sobre Estonia………………………………………………………………………………… 83
Grandes proyectos………………………………………………………………………………………. 83
Kampfgruppe Wallonien………………………………………………………………………….. 86
Degrelle nuevamente en el frente……………………………………………………………………. 92
Los borgoñones resisten en Patska y Kambi……………………………………………………. 95
La última misión en Estonia………………………………………………………………………….. 98
Hojas de Roble para Degrelle………………………………………………………………………. 101

CAPITULO III.
La 28. SS-Freiwilligen-Grenadier-Division Wallonien…………………………. 105
Reorganización e instrucción………………………………………………………………………. 106
El Comandante Hellebaut…………………………………………………………………………… 109
Bélgica es liberada……………………………………………………………………………………… 112
Se constituye la 28. SS División Wallonien………………………………………………. 113
Españoles con los borgoñones……………………………………………………………………. 119
La última oportunidad: Las Ardenas……………………………………………………………. 120
Degrelle Volksführer……………………………………………………………………………….. 124

CAPITULO IV.
Final en Pomerania……………………………………………………………………………………. 127
Listos para el combate………………………………………………………………………………. 132
Infierno en el Ihna…………………………………………………………………………………….. 135
Unternehmen «Sonnenwede» (Operación Solsticio)………………………………… 138
La batalla de Stargard………………………………………………………………………………… 143
Retirada hacia el Oder……………………………………………………………………………….. 148
Los valones resisten en Altdamm……………………………………………………………….. 151
La definitiva ofensiva soviética………………………………………………………………….. 154
El SS-Ustuf Leroy recibe la Cruz de Caballero…………………………………………….. 159
Heroísmo borgoñón………………………………………………………………………………….. 161

CAPITULO V.
Walhalla para los guerreros…………………………………………………………………………. 167
El drama de la represión…………………………………………………………………………….. 172
Exilio……………………………………………………………………………………………………….. 177

Sumario Cronológico …………………………………………………………………………………  181

Anexos:

Discurso a los franceses, Degrelle, París, marzo 1944……………………………… 189
¡Soldados revolucionarios!. Discurso de Léon Degrelle, Charleroi, abril 1944          193
Propuesta de concesión de las Hojas de Roble para Léon Degrelle…………………………………………………………………………………………. 197
Condecoraciones recibidas por voluntarios valones……………………………………… 199
Equivalencias graduaciones Waffen-SS………………………………………………………. 201
Fotografías y mapas………………………………………………………………………………… 203

Bibliografía y fuentes………………………………………………………………………………… 256
Agradecimientos……………………………………………………………………………………….. 265
Mapas:

Tcherkassy (1943-1944)…………………………………………………………………………. 274
Zonas de combate verano 1944-1945: Estonia y Pomerania…………………………. 276
El frente de Pomerania, invierno de 1944…………………………………………………… 278

EL AUTOR

Erik Norling, autor de este impresionante libro nació en Málaga. Abogado de profesión, ha dedicado gran parte de su vida a documentar y escribir la historia de las unidades de la Waffen SS que combatieron durante la II Guerra Mundial junto a Alemania. Es considerado uno de los mejores historiadores modernos sobre este aspecto tan poco conocido de la reciente historia de Europa.
En su amplísima lista de títulos publicados se hallan también estudios muy rigurosos y serios sobre la Falange, sobre el Nacional Socialismo, y un largo etcétera,.
Conferenciante apasionado y apasionante, Norling ha puesto su voz y su inteligencia en todo tipo de foros donde ha sido llamado o invitado.
Íntimo de Leon Degrelle hasta sus últimos días, ha sido capaz de unir la experiencia de éste sobre sus epopeyas y míticas batallas con el contacto directo de muchas otras personas que combatieron en la Wallonien para presentarnos este magnífico trabajo que le encumbra en lo más alto de los historiadores hoy llamados «revisionistas».

UNAS PALABRAS DEL EDITOR

A muchos de nuestros lectores les extrañará que editemos en pri­mer lugar el tomo II de Guerreros de Borgoña. Pero es que el trabajo de investigación de Erik Norling sobre Léon Degrelle y sus hombres en la Cruzada contra el Comunismo era demasiado extenso para reducirlo a un solo volumen y hubo de editarlo en dos. Ya nos sucedió lo mismo con los voluntarios franceses a cargo de la pluma de Carlos Caballero que debimos publicarlo en tres densos tomos. En cuanto a los valones se le añadió el ingente material gráfico existente sobre la unidad de Degre­lle, mucho más que otras de la Waffen-SS.
Pero, entonces ¿por qué primero el tomo II? Pues la respuesta es bien sencilla. Cuando leímos el manuscrito comprobamos que era im­prescindible una introducción, una puesta en lugar, de los orígenes del rexismo, las circunstancias que motivaron a los voluntarios belgas a alistarse, el papel de Léon Degrelle en esta épica aventura y analizar en profundidad los otros grupos nacional-socialistas que existían en Valonia durante la guerra. No era posible comprender los motivos de esos cerca de 10.000 belgas francófonos que se alistaron con el líder rexista, de los cuales alrededor de 2.500 caerían en el combate contra el co­munismo, sin antes detenerse en estos aspectos. Le pedí, por tanto, expre­samente a Erik Norling que ampliase los primeros capítulos de la historia de la Wallonie. Que presentase el papel del movimiento rexista, los diver­sos grupos y tendencias existentes, la confrontación con los flamencos, las estrategias políticas de Léon Degrelle, la estructura del partido rexis­ta, sus juventudes y, sobre todo, que se explicase quiénes eran esos volun­tarios que se lanzaron a la mayor aventura del siglo XX que jamás cono­ciera Europa.
Dado que para ello necesitaríamos otros seis o siete meses de trabajo, y viendo lo interesante que era la historia, consideré que editar primero el segundo tomo era imprescindible. No podíamos esperar a que se corrigie­ra el primer tomo. El interés que despierta la participación de los borgoñones de Degrelle en las batallas del frente del Este y las constantes peticiones de nuestros lectores para que se publicase el manuscrito me hizo dar este paso.
Creo que no me equivoco cuando digo que la lectura de este libro será un verdadero placer para los amantes de la verdadera Historia de Nuestra Europa. Podrán seguir las duras batallas de Tcherkassy, la campaña de Estonia, los sangrientos enfrentamientos en Pomerania. Verán cómo se defendía, metro a metro, la sagrada Tierra de Europa ante la invasión de los Bárbaros. Cómo miles de jóvenes idealistas, que no sabían una palabra de alemán, vestidos con el uniforme europeo de la Waffen-SS, arma en mano, vivieron los momentos más duros de su vida. Lógicamente deberán releerlo cuando publiquemos el primer tomo, que esperamos tener en la calle en medio año, ya que la información que contendrá hará posible una mejor comprensión del segundo tomo. Finalmente, una nota más: les puedo anticipar que el tomo I de Guerre­ros de Borgoña tampoco les defraudará, como no lo hará éste. Que así sea.

José García Hispan.
Editor

INTRODUCCIÓN

De la Cruz de San Carlos y de Borgoña a las runas de las SS

Cuando en mayo de 1945, al momento de derrumbarse militarmente el III Reich, nadie podía presagiar que seis décadas más tarde el interés por aquellos hombres y mujeres que soñaron una Nueva Europa no haría sino crecer imparablemente. Fueron vencidos por las anuas, pero no lograron arrebatarles sus ideales. Apenas pasa una semana sin que nos lleguen nue­vos títulos y estudios sobre esta convulsa etapa que protagonizaron los fascismos. Jamás apenas una década de historia aportó tanto al Ser de nuestro continente.
Cuando escribo estas líneas se han cumplido casi quince años desde que el inolvidable Léon Degrelle partiera hacia el lugar donde los hé­roes montan la guardia sobre los luceros. Por ello este libro debe considerarse como un homenaje a quien fuera el «Viejo Camarada, siempre joven», pero también el Guía que permitió que una generación de jóvenes nacionalistas descubrieran Europa y el ideal del Nacional-Socialismo.
El que escribe estas páginas tuvo la enorme suerte de poder conocer a Léon Degrelle (residía en Málaga) y aprovechar esa inmensa fuerza mag­nética que desprendía. Por ello no debe extrañar a ningún lector que este trabajo sobre la Wallonie. sea inmediatamente calificado por muchos como una obra «apologética», incluso un panegírico degrelliano. No me preocu­pa este tipo de críticas. Otros asunto es que habrá capítulos en los que se desgrane y aclare aspectos que no corresponden del todo con las memo­rias de Degrelle publicadas tras la guerra. Que nadie considere estas acla­raciones como una crítica al que fuera el Tribuno de Europa, todo lo contrario. Son un homenaje a su memoria, para así acallar de una vez por todas a los que se atreven a mancillar su nombre con falsedades. Nada más peligroso que la mentira para intentar destruir la memoria histórica.
Mientras que otros abandonaron su fe, o se refugiaron en sus recuer­dos, Léon Degrelle siempre estuvo en primera línea. Durante su larga vida encendió las almas a todos los jóvenes, en especial a los que militábamos en CEDADE, para no consentir que el desánimo cundiera o que sintiéra­mos la tentación de tirar la toalla (1). Para él no existía la palabra «Derrota». Cuando los que hablábamos de Europa éramos unos parias en el mundo de las llamadas «fuerzas nacionales» de los años 70 y 80, Léon Degrelle accedió a presentarse como portaestandarte de nuestra causa. ¡Europa Vivirá!, como reza una de sus más conocidas conferencias, era su consig­na y la historia le ha dado la razón.
Es imposible tener una visión clara de lo que representó Degrelle y lo que movilizó sin antes acercarse al fenómeno de los fascismos y la Cruzada anti­bolchevique de 1941-45 donde, como otros tantos, vio la luz del túnel y com­prendió la verdadera esencia de Europa, transformándola en Patria común de todos los que poblamos este pequeño apéndice del Continente euroasiático. Imprescindible es detenerse en la aventura de los entre 8.000 y 10.000 volun­tarios valones -belgas francófonos- que tomaron las armas contra el Comu­nismo y para los que Degrelle se convirtió en su guía. El propio Degrelle escribió en la inmediata posguerra sus memorias, que en España han sido ree­ditados en varias ocasiones con el título de La Campaña de Rusia. Cierta­mente el volumen está falto de datos puntuales y transpira un exceso de estilo autobiográfico. Especialmente se echa en falta nombres de las unidades y de los oficiales, pero hay que comprender que cuando se escribió (principios de los años 50) era temerario poner a éstos en peligro mientras el drama de la represión contra los voluntarios, incluso con penas de muerte, se cernía sobre sus antiguos camaradas. Es éste un trabajo que esperemos deba servir de índi­ce para cualquier acercamiento a la historia de los voluntarios valones contra el Comunismo durante la Segunda Guerra Mundial.
El caso valón comporta una serie de peculiaridades que hacen que el estudio de este movimiento voluntario deba ajustarse a otros parámetros diferentes a los que normalmente utilizamos para los voluntarios anti­bolcheviques. Los belgas francófonos servirán, en su mayoría, en una uni­dad de tipo nacional. Primero la Legión valona de la Wehrmacht, después la Brigada de Asalto y División valona de la Waffen-SS. Esta diferencia es importante. Los escandinavos o los neerlandeses, entre ellos los belgas flamencos, estaban acostumbrados a servir codo con codo con voluntarios de otros países, en especial alemanes. Desde el fracaso de las llamadas legiones nacionales, por lo problemas políticos que conllevaron, y las enormes pérdidas humanas que sufrieron, la SS-Hauptamt (Estado mayor de la Waffen-SS) decidió que se evitar en la medida de lo posible una concentración excesiva de nacionales de un solo país en una unidad. Era un revés propagandístico importante que las noticias de las bajas, cuando éstas se concentraban en una unidad -algo habitual en un conflicto y en especial en el frente oriental-, llegasen al país de origen y que las listas de caídos fueran todos voluntarios. Esto podía desanimar a los nuevos reclutas y provocaba una reducción en el necesario flujo conforme la moral decaía.
Singularidad también en el caso valón es su tremendo sentido pa­triótico. Fue de las escasas unidades de la Waffen-SS que no fueron comandadas por alemanes. En este caso la personalidad de Léon De­grelle, fascinante, compleja, que despertaba la admiración de todos los que se le acercaban, fue determinante. La historia de la Legión valona, después la Brigada y la División SS Wallonie, que en alemán se escri­bía Wallonien, siempre va pareja a la figura de su Chef, apelativo que recibiera Degrelle, pese a su inexperiencia en lo militar y que no iba parejo a su rango militar. Por ello no debe extrañar que la doctrina del Rexismo, devenido en Nacional-Socialismo valón durante la guerra, impregnara la totalidad de la unidad. A diferencia de otras unidades de voluntarios, los valones -borgoñones como le gustaba llamarles a De­grelle-, se convirtieron en verdaderos soldados políticos.
La admiración que despierta el movimiento voluntario no impide que existan lagunas y episodios controvertidos que serán desgranados en este es­tudio. La figura de Degrelle despierta odios y desprecios por parte de sus enemigos, muchos de ellos incluso en las filas de la Wallonie y que confor­man lo que podemos llamar los anti-degrellianos. En ocasiones tenían argu­montos que no carecían de razón, en otras simplemente por chocar con la tuerte personalidad de Degrelle. Algunos historiadores se han detenido en exceso en estas diferencias y creen, con ello, que están llevando a cabo una especie de revisionismo histórico. Nada más alejado de la realidad. La histo­ria de la Wallonie pasa necesariamente por la de su máximo representante: Léon Degrelle.
La publicación de este segundo tomo antes que el primero provoca­rá en los lectores ciertos problemas. Soy consciente de ello -especial­mente entre ¡os más profanos-, por lo que he intentado dar el máximo de detalles y notas a pie de página en éste, aún a riesgo de ser repetitivo con aspectos que habré explicado en el primer tomo. De todas formas las campañas militares de 1944 y 1945 tienen un componente militar mucho más acentuado que los primeros años en que los problemas políticos estaban presentes, y en vista de ello podemos diferenciar clara­mente ambas etapas. El período en la Wehrmacht, politizado, cuasi unidad rexista, donde las unidades se nutrían en un 90% con militantes idealistas que mezclaban la aventura en el frente con los sueños de retomar y tomar el poder en su Patria; y el de la Waffen-SS de los voluntarios borgoñones, transformados en degrellianos, más alejados de los problemas internos de Bélgica y cuya misión era la defensa de Europa frente al Comunismo.
Finalmente, importante destacar que hemos -deliberadamente — evitado entrar en profundidad en el capítulo dedicado a los voluntarios españoles que combatieron junto a los valones, encuadrados en la División SS Wa­llonie. Su epopeya -que a muchos lectores apasionará- será objeto de un volumen separado en esta misma colección. Desde el pionero trabajo de Carlos Caballero en 1987, El Batallón fantasma: españoles en la Wehr­macht y las Waffen SS (1944-1945), mucho material nuevo ha visto la luz, especialmente proveniente de archivos alemanes y americanos. La aventu­ra de estos españoles es de tal magnitud que merecen un volumen tan sólo para ellos.

MI HONOR SE LLAMA FIDELIDAD

Erik Norling Fuengirola, noviembre 2008.

1.- CEDADE: Círculo Español de Amigos de Europa. Organización de corte nacio­nalsocialista desaparecida en 1993.

Teoría del Guerrillero Observaciones al concepto de lo político – Carl Schmitt

176 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2015
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
Precio para Argentina: 220 pesos
Precio internacional: 14 euros

El origen de esta “Teoría del guerrillero. Observaciones al concepto político” se encuentra en dos conferencias pronunciadas por Carl Schmitt en Pamplona en la primavera de 1962, invitado por el Estudio General de Navarra, y en la Universidad de Zaragoza, el 17 de marzo en un ciclo de conferencias organizado por la Cátedra Palafox en el Tercer curso sobre defensa nacional.
Schmitt analiza con verdadera maestría la figura del guerrillero, o partisano, que tiene su origen en la guerrilla española que puso en jaque al ejército regular de Napoleón y da lugar a una nueva teoría de la guerra y la política. Pasando de las teorías de Clausewitz al revolucionario de profesión, de Lenin a la “nación en armas” de Mao, hasta llegar al terrorismo en la Argelia francesa.
Uniendo el rigor del jurista con la penetración del filósofo, Schmitt precisa los caracteres distintivos del combatiente irregular, recontruyendo la evolución de su figura y brinda una revisión imprescindible para comprender el fenómeno de las guerrillas revolucionarias tanto como las cuestiones de fondo involucradas en la problemática del terrorismo actual.
Con este tipo de combatiente, los conflictos bélicos dejan de ser un “duelo de caballeros” que distingue entre civiles y militares, entre combatientes y criminales, y sobre todo entre guerra y paz.
El guerrillero, por el contrario, es el combatiente que criminaliza a su adversario y se propone exterminarlo por todos los medios, sin importar lo que haya que hacer para dañarlo y sin atenerse a derecho o a moral. Porta el odio al enemigo, su criminalización hasta eliminar el rango de persona, es absoluto.
El partisano cobra así, en el análisis de Schmitt, el rango de un protagonista clave de la historia universal, para acabar convirtiéndose, con la absolutización del partido y la criminalización del adversario de guerra, en portador de una «enemistad absoluta».

La presente edición ha ido enriquecida con numerosos anexos que el autor escribiera sobre la misma temática.

ÍNDICE

Prólogo 7
Introducción 9
Una mirada al punto de partida 1808/1813 9
El horizonte de nuestra consideración 16
La palabra y el concepto de Guerrillero 20
Una mirada a la situación jurídica internacional 29
Desarrollo de la Teoría 42
La conflictiva relación prusiana con la guerrilla 42
El guerrillero como ideal prusiano de 1813 y el giro hacia la teoría 50
De Clausewitz a Lenin 60
De Lenin a Mao Tse-tung 66
De Mao Tse-tung a Raoul Salan 74
Aspectos y conceptos del último estadio 81
El aspecto del espacio 81
Destrucción de estructuras sociales 86
La relación internacional 88
El aspecto tecnológico 90
Legalidad y legitimidad 96
El verdadero enemigo 100
Del enemigo verdadero al enemigo absoluto 105

Apéndice: Teorías modernas sobre el partisano 112
Partisanismo desde la guerrilla española hasta hoy 114
Excurso: Prusia-Alemania: una potencia militar sin relación con el partisanismo 120
De Clausewitz a Lenin 124
Mao Tse Tung 130
Transformación del partisanismo desde la guerrilla española hasta hoy 135
Diálogo sobre el partisano: Carl Schmitt y Joachim Schickel 140
Primer criterio: irregularidad 144
Segundo criterio: movilidad 150
Tercer criterio: compromiso político 156
Cuarto criterio: el carácter telúrico 169
Apéndice del compilador 174

Prólogo

El presente tratado de la Teoría del Guerrillero 1 surgió de dos disertaciones que pronuncié a principios de 1962, esto es: el 15 de Marzo en Pamplona, por invitación del Estudio General de Navarra, y el 17 de Marzo, en la Universidad de Zaragoza, dentro del marco de los eventos de la Cátedra Palafox, por invitación de su Director, el Profesor Luis García Arias. La disertación apareció impresa en las publicaciones de la Cátedra a fines de 1962.
El subtítulo de Observaciones al Concepto de lo Político se explica por el momento concreto de la publicación. La editorial está actualmente volviendo a poner a disposición el texto de mi escrito del año 1932. En las últimas décadas han surgido muchos corolarios al tema. El presente tratado no es uno de estos corolarios, sino un trabajo independiente, aunque esquemático, cuyo tema inevitablemente desemboca en el problema de la diferenciación del amigo y del enemigo. De este modo quisiera, pues, ofrecer este desarrollo de mis disertaciones de principios de 1962 bajo la modesta forma de una observación al paso y de esta manera ponerlo al alcance de todos aquellos que han seguido hasta aquí las difíciles discusiones acerca del concepto de lo político.
Febrero de 1963
Carl Schmitt

notas:

1 Nota del Traductor: El título de la presente obra de Carl Schmitt en alemán es “Theorie des Partisanen” con lo que, estrictamente hablando, la traducción debería ser: “Teoría del Partisano”.
No obstante, en nuestro medio la palabra “partisano” tiene cierta connotación que la relaciona demasiado estrechamente con los episodios de la Segunda Guerra Mundial (p.ej. los partisanos italianos) y con algunos otros hechos históricos puntuales. En contrapartida, a nadie se le ocurriría denominar, pongamos por caso, al Ché Guevara como “partisano”. En su caso y en el de la enorme mayoría de las figuras contemporáneas, la palabra “guerrillero” es la primera que viene a la mente.
En esta traducción, pues, se ha empleado el término “guerrillero” como equivalente y sinónimo exacto de “partisano”, aún cuando en algunos pasajes se ha respetado este último término en aras de una mayor claridad. Rogamos al lector no acostumbrado a las expresiones de nuestro medio a tener presente este hecho.

INTRODUCCIÓN

Una mirada al punto de partida 1808/1813

El punto de partida para las reflexiones sobre el problema del partisano es la guerra de guerrillas que el pueblo español llevó a cabo en los años 1808 hasta 1813 contra el ejército de un conquistador extranjero. En esta guerra, por primera vez un pueblo – un pueblo preburgués, preindustrial, preconvencional – chocó contra un ejército moderno, regular, bien organizado, que venía de las experiencias de la Revolución Francesa. Con ello se abrieron nuevos espacios bélicos, se desarrollaron nuevos conceptos de la conducción de la guerra y surgió una nueva doctrina de la guerra y la política.
El guerrillero lucha de modo irregular. Pero la diferencia entre la lucha regular y la irregular depende de la precisión de lo regular y halla su contraposición concreta – y con ello también su concepto – recién en las formas de organización modernas que surgen de las guerras de la Revolución Francesa. En todas las épocas de la humanidad, con su multiplicidad de guerras y de luchas, han existido reglas de guerra y de lucha, y a consecuencia de ello, también se produjo la violación y el desprecio de estas reglas. En especial durante todas las épocas de disolución, como por ejemplo durante la Guerra de los Treinta Años sobre suelo alemán (1618-48) y todas las guerras coloniales de la Historia Universal, han surgido en forma reiterada fenómenos que se pueden designar como guerrilleros.  Sólo hay que tener presente que, para una teoría del guerrillero en general, la fuerza y el significado de su irregularidad se hallan determinados por la fuerza y el significado del regular que lo cuestiona. Justamente esta regularidad del Estado y del ejército recibe, tanto en el Estado francés como en el ejército francés, una nueva y exacta precisión a través de Napoleón. Las innumerables guerras contra los indios libradas por los conquistadores blancos del Siglo XVII hasta el XIX, pero también los métodos de los Riflemen durante la Guerra de Independencia norteamericana contra el ejército regular inglés (1774-83) y la guerra civil en la Vendée entre chouanes y jacobinos (1793-96) pertenecen en su totalidad al estadio pre-napoleónico. El nuevo arte de la guerra de los ejércitos regulares napoleónicos había surgido de la nueva, revolucionaria, forma de lucha. A un oficial prusiano de aquél entonces toda la campaña de Napoleón contra Prusia en 1806 le pareció tan sólo un “partidismo en gran escala”.
El guerrillero de la guerra de guerrillas española de 1808 fue el primero en atreverse a luchar de modo irregular contra el primer ejército regular moderno. En el otoño de 1808 Napoleón había derrotado al ejército regular español; la auténtica guerra de guerrilas española comenzó recién después de esta derrota del ejército regular. Todavía no existe una Historia completa y documentada de la guerra de guerrillas española. Como dice Fernando Solano Costa (en su ensayo Los Guerrilleros, citado en la nota), esta Historia es necesaria, aunque también muy difícil, porque la totalidad de la guerra de guerrillas española se compuso de aproximadamente 200 pequeñas guerras regionales en Asturias, Aragón, Cataluña, Navarra, Castilla, etc. bajo la conducción de numerosos combatientes cuyos nombres se hallan envueltos en muchos mitos y leyendas, entre ellos Juan Martínez Diez, el Empecinado, que se convirtió en el terror de los franceses y que tornó insegura la ruta de Madrid a Zaragoza. Esta guerra de guerrillas fue librada por ambas partes con una crueldad espantosa y no es ningún milagro que se haya impreso más material contemporáneo producido por los escritores de libros y memorias afrancesados que por los guerrilleros. Sea como fuere que se relacionen aquí el mito y la leyenda por un lado con la historia documentada por el otro, las líneas de nuestro punto de partida, en todo caso, están claras. De acuerdo con Clausewitz, frecuentemente la mitad del total de la fuerza militar francesa estuvo estacionada en España y, de ella la mitad, es decir: de 250.000 a 260.000 hombres, se encontró comprometida por los guerrilleros cuyo número Gomez de Arteche estima en 50.000 y otros en cantidades mucho menores.
Ante todo, la situación del guerrillero español de 1808 se caracterizó  por el hecho de que arriesgó una lucha sobre el terreno de su patria chica, mientras su rey y la familia de éste aún no sabían exactamente quién era el verdadero enemigo. En este sentido, la conducción superior en España no se comportó de una manera diferente que en Alemania. Aparte de ello, también caracteriza la situación española el que los estratos cultos de la nobleza, del clero y de la burguesía fuesen mayormente afrancesados, es decir: simpatizaban con el conquistador extranjero. También en este sentido existen paralelismos con Alemania, dónde el gran poeta alemán Goethe componía poesías en honor a Napoleón y el estrato culto alemán jamás logró tener en claro dónde pertenecía realmente. En España el Guerrilero – un pobre diablo, un primer caso típico de carne de cañón irregular en las controversias políticas mundiales – se atrevió a librar una guerra sin esperanzas. Todo esto es parte de la Obertura a una teoría del guerrillero.
Una chispa saltó en aquél entonces desde España hacia el Norte. No produjo allí el mismo incendio que le otorgó a la guerra de guerrillas española su importancia en la Historia Universal. Pero causó un efecto cuyas consecuencias hoy, en la segunda mitad del Siglo XX, cambian el rostro del mundo y de su humanidad. Produjo una teoría de la guerra y de la enemistad que, consecuentemente, desemboca en la Teoría del Guerrillero.
Por de pronto, en el año 1809, durante la corta guerra que el Imperio Austríaco libró contra Napoleón, se hizo un intento planificado de imitar el ejemplo español. El gobierno austríaco de Viena, con la ayuda de famosos publicistas, entre ellos Friedrich Gentz y Friedrich Schlegel, escenificó una propaganda nacional contra Napoleón. Se difundieron escritos españoles en idioma alemán. Heinrich von Kleist tomó rápidamente la idea y, luego de esta guerra austríaca de 1809, continuó la propaganda antifrancesa desde Berlín. En aquellos años hasta su fallecimiento en Noviembre de 1811, Kleist se convirtió en el auténtico poeta de la resistencia nacional frente al conquistador extranjero. Su drama “Die Hermannsschlacht” es la mayor epopeya poética guerrillera de todos los tiempos. También escribió su poema “An Palafox” en el cual coloca en un plano de igualdad al defensor de Zaragoza con Leónidas, Arminio y Guillermo Tell. Que los reformadores en el Estado Mayor prusiano, sobre todo Gneissenau y Scharnhorst, estaban profundamente impresionados e influenciados por el ejemplo español, es algo conocido y lo desarrollaremos con mayor amplitud más adelante. En el mundo de las ideas de los oficiales prusianos de Estado Mayor de 1808-1813 se encuentran también los orígenes del libro De la Guerra, por medio del cual el nombre de Clausewitz ha conseguido obtener una resonancia casi mítica. Su fórmula de la guerra como continuación de la política contiene ya in nuce una Teoría del Guerrillero cuya lógica fue llevada hasta las últimas consecuencias por Lenin y por Mao Tse-tung como explicaremos luego.
A una verdadera guerra de guerrillas popular, que debiera ser mencionada en relación con nuestra cuestión del guerrillero, se llegó solamente en el Tirol, dónde actuaron Andreas Hofer, Speckbacher y el monje capuchino Haspinger. Los tiroleses se convirtieron en una poderosa antorcha, según la expresión de Clausewitz. Por lo demás, este episodio del año 1809 terminó pronto. Tampoco en el resto de Alemania se llegó a una guerra de guerrillas contra los franceses. El fuerte impulso nacional, que emergió en sublevaciones y unidades de combate errantes, desembocó muy rápida e íntegramente en los carriles de la guerra regular. Los combates de la primavera y del verano de 1813 tuvieron lugar sobre el campo de batalla y la suerte se decidió en una batalla a campo abierto, en Octubre de 1813, cerca de Leipzig.
El Congreso de Viena de 1814/15, en el marco de una restauración general, restableció también los conceptos del Derecho de Guerra europeo. Ésa fue una de las más sorprendentes restauraciones de la Historia Universal. Consiguió tener el enorme éxito de lograr que, todavía durante la Primera Guerra Mundial de 1914/1918, este Derecho, que norma la limitación de la guerra continental por tierra, dominase todavía la praxis europea de la conducción militar terrestre. Aún hoy a este Derecho se lo llama clásico y realmente merece este nombre. Porque reconoce claras diferenciaciones; sobre todo aquellas entre guerra y paz, combatientes y no-combatientes, enemigo y delincuente. Dentro de ese marco, la guerra es librada por un Estado contra otro Estado bajo la forma de una guerra de ejércitos estatales regulares; entre soberanos portadores de un jus belli que se respetan como enemigos aún durante el conflicto armado y no se discriminan mutuamente como delincuentes, de modo tal que un acuerdo de paz sigue siendo posible y hasta se convierte en el fin normal, sobreentendido, de la guerra. Frente a una regularidad clásica de esta índole – mientras tuvo vigencia real – el guerrillero sólo podía ser un fenómeno marginal; tal como de hecho lo fue todavía durante la totalidad de la Primera Guerra Mundial (1914-18).

 

El horizonte de nuestra consideración

Si ocasionalmente hablo aquí de la teoría moderna sobre el guerrillero, a los efectos de clarificar el tema debo subrayar que, en realidad, no tenemos aquí una teoría antigua del guerrillero que se contraponga a otra moderna. En el Derecho de Guerra clásico del Derecho Internacional europeo tradicional, el guerrillero, entendido en un sentido moderno, en realidad no tiene lugar. Es, o bien una especie de tropa ligera, especialmente móvil pero regular – como el la guerra de gabinetes del siglo XVIII – o bien constituye un delincuente especialmete abominable ubicándose sencillamente fuera del Derecho, es decir: hors la loi, fuera de la ley. Y esto no podía ser de otro modo mientras se mantuvo algo de esa concepción de la guerra que la concebía como un duelo, con armas y caballerosidad ostensibles.
En todo caso, con la introducción del servicio militar obligatorio, todas las guerras se hicieron conceptualmente guerras entre pueblos y, en ellas, se llega pronto a situaciones que son de difícil y frecuentemente hasta de imposible solución para el Derecho de Guerra clásico; como por ejemplo la leva en masa más o menos improvisada, o los “cuerpos francos” (Freikorps) y los francotiradores.  De ellos volveremos a hablar. Pero básicamente, de todos modos, la guerra permanece siendo acotada, y el guerrillero se encuentra fuera de esta limitación. Incluso su esencia y su existencia consisten en que se halla por fuera de todo acotamiento. El guerrillero moderno no espera ni justicia ni clemencia por parte del enemigo. Se ha apartado de la enemistad convencional de la guerra mitigada y acotada, ingresando en el ámbito de otra enemistad, la verdadera enemistad, que se intensifica mediante el terror y el contra-terror hasta el aniquilamiento.
Hay dos especies de guerra que resultan especialmente importantes en relación con la guerrilla y hasta emparentadas con la misma en cierto sentido: la guerra civil y la guerra colonial. En la guerrilla contemporánea esta relación es directamente específica. El Derecho Internacional europeo clásico marginó estas peligrosas formas de guerra y de enemistad. La guerra del jus publicum europaeum fue una guerra entre Estados; una guerra librada por un ejército estatal regular contra otro ejército estatal regular. La guerra civil manifiesta, cuando no condujo al reconocimiento de los insurrectos como partido beligerante, fue considerada como una insurrección armada a la que se aplastaba mediante el estado de sitio, la policía y tropas del ejército regular. La guerra colonial no perdió de vista a la ciencia miltar de naciones europeas como Inglaterra, Francia y España. Pero todo ello no cuestionó a la guerra estatal regular como modelo clásico.
Aquí, Rusia debe ser mencionada en forma especial. Durante todo el Siglo XIX, el ejército ruso libró muchas guerras contra pueblos montañeses asiáticos y nunca se limitó a la guerra regular entre ejércitos tan exclusivamente como lo hizo el ejército prusiano-alemán. Aparte de ello, la Historia rusa incluye la lucha guerrillera autóctona contra el ejército napoleónico. Durante el verano de 1812, guerrilleros rusos, bajo mando militar, hostigaron y acosaron al ejército francés en su marcha hacia Moscú. Durante el otoño y el invierno del mismo año, los campesinos rusos mataron a los franceses que huían padeciendo el hambre y el frío. Todo ello no duró mucho más de medio año. Bastó sin embargo para convertirse en un proceso histórico de gran trascendencia; obviamente esta trascendecia correspondió más al mito político y a sus diferentes interpretaciones que a un efecto paradigmático sobre la teoría científica militar. Debemos mencionar aquí por lo menos dos interpretaciones diferentes, y hasta contrapuestas, de esta guerra de guerrillas rusa de 1812:  la una, anarquista, fundamentada por Bakunin y Kropotkin y que se hiciera mundialmente famosa a través de los relatos contenidos en la novela La Guerra y la Paz de Tolstoi; y la evaluación bolchevique contenida en la táctica y estrategia de la guerra revolucionaria de Stalin.
Tolstoi no fue un anarquista de la clase de Bakunin o Kropotkin, pero su efecto literario fue tanto mayor. Su epopeya, La Guerra y la Paz, posee más fuerza engendradora de mitos que cualquier doctrina política y que cualquier Historia documentada. Tolstoi eleva al guerrillero ruso del año 1812 a la categoría de portador de las fuerzas elementales de la tierra rusa que se sacude de encima al famoso emperador Napoleón con todo su brillante ejército como si fuese un insecto molesto. En Tostoi, el campesino ruso ignorante y analfabeto, el mujic, no sólo es más fuerte sino también más inteligente que todos los estrategas y tácticos; sobre todo más inteligente que el mismísimo gran general Napoleón que se convierte en una marioneta en las manos del acontecer histórico. Durante la Segunda Guerra Mundial, Stalin retomó este mito de la guerrilla nacional telúricamente arraigada para usarlo contra Alemania y lo puso, muy concretamente, al servicio de su política internacional comunista. Y esto implica un estadio esencialmente nuevo de la guerrilla a cuyo comienzo está el nombre de Mao Tse-tung.
Hace treinta años que, en grandes áreas del planeta, se libran duras guerras de guerrilas. Comenzaron ya en 1927, antes de la Segunda Guerra Mundial, en China y otros países asiáticos que más tarde se defendieron de la invasión japonesa de 1932 a 1945. Durante la Segunda Guerra Mundial, Rusia, Polonia, los Balcanes, Francia, Albania, Grecia y otras regiones fueron teatro de esta clase de guerras. Después de la Segunda Guerra Mundial la guerra de guerrillas continuó en Indochina, dónde, en forma especialmente eficaz, la organizaron contra del ejército colonial francés el líder comunista vietnamita Ho Chi-Minh y el vencedor de Dien Bien Phu, el general Vo Nguyen Giap. Más allá de ello, continuó también en Malasia, en Filipinas y Argelia, en Chipre bajo el coronel Griwas, y en Cuba bajo Fidel Castro y el Ché Guevara. Actualmente – en 1962 – los países de Indochina, Laos y Vietnam, constituyen el teatro de una guerra de guerrillas que desarrolla todos los días nuevos métodos para dominar y sorprender al enemigo. La tecnología moderna ofrece constantemente, tanto a los guerrilleros como a la tropa regular que los combate, armas y medios de exterminio más eficaces, medios de transporte y métodos de transmisión de datos e información cada vez más perfeccionados. En el círculo satánico del terror y del contra-terror, la lucha contra la guerrilla con frecuencia es tan sólo un reflejo de la lucha guerrillera misma y constantemente se demuestra lo acertado del antiguo dicho que, por lo general, se cita como una orden dada por Napoleón el 12 de Septiembre de 1813 al General Lefèvre: a los partisanos hay que combatirlos como partisano; il faut opérer en partisan partout où il y a des partisans.
Sobre algunas cuestiones especiales relativas a la regulación jurídica en el marco del Derecho Internacional volveremos más adelante. Lo básico se entiende por si mismo; la aplicación a las situaciones concretas presentadas por una rápida evolución se halla en debate. Tenemos también en estos últimos años un impresionante documento sobre la voluntad de resistencia total; y referido no solamente a la voluntad en si misma sino también a las instrucciones detalladas, necesarias para la ejecución concreta de dicha resistencia. Se trata de la Instrucción de guerra limitada para todos(Kleinkriegsanleitung für jedermann) publicada por la asociación de suboficiales suizos bajo el título de La Resistencia Total (Der totale Widerstand) y redactada por el capitán H. von Dach (2ª Edición, Biel,1958). A lo largo de más de 180 páginas la obra ofrece instrucciones para la resistencia pasiva y activa frente a una invasión extranjera, con precisas indicaciones en cuanto a sabotaje, clandestinidad, ocultamiento de las armas, organización de los operativos, contraespionaje, etc. Las experiencias de las últimas décadas están cuidadosamente evaluadas. Esta moderna instrucción sobre la guerra, dirigida a cualquier ciudadano, comienza con la indicación que su “resistencia hasta las últimas onsecuencias” debe respetar las leyes y las costumbres de la guerra terrestre y los cuatro acuerdos de Ginebra de 1949. Eso se sobreentiende. Tampoco es difícil de calcular cómo reaccionaría un ejército normal, regular, mientras no se sintiese vencido, ante la propuesta de ejecutar en forma práctica algunas de las instrucciones de ese documento (p.ej. la de pág. 43: eliminación silenciosa de centinelas mediante el hacha).

La palabra y el concepto de Guerrillero

El corto resumen de algunos acontecimientos y nombres conocidos, con el que intentamos la primera descripción del horizonte de nuestro estudio, ya permite percibir la inmensa abundancia del material y de la problemática. Es aconsejable, por lo tanto, precisar algunas características y criterios a fin de que la exposición no se vuelva abstracta e indefinida. A una primera característica ya la hemos mencionado justo al principio de nuestra exposición, cuando partimos del hecho que el guerrillero es un combatiente irregular. El carácter regular se manifiesta en el uniforme del soldado, que es más que una vestimenta profesional puesto que demuestra un dominio de lo público, siendo que, con el uniforme, también se porta el arma exhibiéndola de un modo abierto y ostensible. El soldado enemigo uniformado es el verdadero blanco para el disparo del guerrillero moderno.
Como otra característica adicional se nos impone hoy el intenso compromiso político que distingue al guerrillero de otros combatientes. No hay que perder de vista este carácter intensamente político del guerrillero aunque más no sea porque hay que diferenciarlo del delincuente y del criminal violento común cuyos motivos están orientados a un enriquecimiento privado. Este criterio conceptual del carácter político tiene (exactamente invertida) la misma estructura que el aplicable al pirata del Derecho Marítimo, cuyo concepto se relaciona con el carácter apolítico de una inconducta orientada al robo y al lucro privado. El pirata tiene, como dicen los juristas, el animus furandi. El guerrillero combate en un frente político y es precisamente el carácter político de su accionar el que otorga nuevamente validez al sentido original de la palabra “partisano”. Es que la palabra proviene de partido e indica el vínculo con un partido o grupo que de alguna forma se encuentra combatiendo, haciendo la guerra o actuando en forma política. Esta clase de vínculo partidario se vuelve especialmente fuerte en épocas revolucionarias.
En la guerra revolucionaria, la pertenencia a un partido revolucionario implica nada menos que la integración total. Otros grupos y asociaciones, especialmente también el Estado actual, ya no pueden integrar a sus miembros y participantes de una forma tan total como lo hace un partido revolucionario combatiente con sus combatientes activos. En la amplia discusión sobre el llamado Estado total todavía no se ha llegado a tomar conciencia de que, hoy en día, no es el Estado como tal sino el Partido revolucionario el que constituye la verdadera – y básicamente la única – organización totalitaria. Desde un punto de vista organizacional, en el sentido del rígido funcionamiento del mando y la obediencia, incluso debería decirse que cierta organización revolucionaria es superior en este aspecto a la de algunas tropas regulares y que tiene que producirse cierta confusión en el Derecho Internacional cuando la organización como tal se convierte en el criterio para establecer lo regular, como ha sucedido en la Convención de Ginebra del 12 de Agosto de 1949. (Cf. más adelante).
En alemán “Partisan” significa “partidario” (Parteigänger); alguien que marcha con un partido; y el significado concreto de esto ha sido muy diferente en distintas épocas, tanto en lo referente al partido o frente con el cual alguien marcha, como en lo que hace a su participación en la marcha, en la militancia, en la lucha y eventualmente incluso en la prisión conjunta. Existen partidos que hacen la guerra, pero también hay partidos en el proceso jurídico, partidos de la democracia parlamentaria, partidos de opinión y de acción, etc. En los idiomas románicos la palabra puede ser empleada de modo sustantivado o adjetivado: en francés se habla incluso del partisan de alguna opinión; en síntesis: una denominación genérica de múltiples significados de pronto se convierte en una palabra altamente política. Los paralelos lingüísticos con una palabra générica como status, que de pronto puede significar Estado, se hacen evidentes. En épocas de disgregación, como en el Siglo XVII por la época de la Guerra de los Treinta Años, el soldado irregular termina en la cercanía de bandoleros y merodeadores. Hace la guerra por cuenta propia y se convierte en un personaje de novela picaresca, como el pícaro español de Estebanillo Gonzales quien tuvo que ver con la batalla de Nördlingen (1635) y que relata esa batalla con el estilo del soldado Schwejk; o como se lo puede releer en el Simplizius Simplizissimus de Grimmeishausen y observar en los aguafuertes y carbonillas de Jacques Callot. En el Siglo XVIII, el “partidario” perteneció a los panduros, a los húsares, y a otras clases de tropas ligeras que libraban la llamada “pequeña guerra” como tropas móviles dedicadas al “combate individual”, en contraposición a la “gran guerra”, más lenta, de las tropas de línea. Aquí, la distinción entre regular e irregular está pensada de una forma puramente militar y de ninguna manera equivalente a lo legal e ilegal, entendidos en el sentido jurídico del Derecho Internacional y del Derecho Constitucional. En el guerrillero actual la mayoría de las veces se borran y se superponen los dos pares de contraposiciones de regular-irregular y legal-ilegal.
Agilidad, rapidez, sorprendente cambio de ataque y retirada; en una palabra: elevada movilidad, son aún hoy una característica del guerrillero y dicha característica aumenta todavía más por medio de la tecnología y la motorización. Sólo que la guerra revolucionaria disuelve a los dos pares de contraposiciones y surgen innumerables formaciones y grupos semi- y para-regulares. El guerrillero que combate con las armas siempre queda dependiendo de la colaboración con alguna organización regular. Precisamente el colaborador de Fidel Castro en Cuba, Ernesto Che Guevara, enfatiza esto de forma muy especial. Consecuentemente, ya la colabroración entre regulares e irregulares produce algunas escalas intermedias, incluso en los casos en los que un gobierno, de ningún modo revolucionario, convoca a la defensa del territorio nacional contra un conquistador extranjero. En estos casos, la guerra masiva y la guerra limitada se entremezclan. Ya desde el Siglo XVI se encuentra en los Reglamentos para esta clase de misiones, la denominación de “partisano”. Veremos todavía dos importantes ejemplos de una reglamentación formal de guerra nacional (Volkskrieg) y guerra local (Landsturm) que intentaron reglamentar la guerra de guerrillas. Por el otro lado, también el conquistador emite reglamentaciones para el combate contra guerrilleros enemigos. Todas estas normativas se encuentran ante el difícil problema de una regulación de lo irregular hecha conforme al Derecho Internacional – es decir: válida para ambos bandos – con miras a, por un lado, el reconocimiento del guerrillero como combatiente y su tratamiento como prisionero de guerra y, por el otro lado, al respeto de los derechos de la fuerza de ocupación militar. Ya hemos indicado que en esto surgen algunas controversias jurídicas y volveremos sobre la disputa relacionada con los francotiradores de la guerra franco-germana de 1870/71 después que hayamos echado un vistazo a la situación jurídica internacional.
Ante la rápida transformación del mundo es muy comprensible la tendencia generalizada a la modificación e incluso al cambio de los conceptos tradicionales – los conceptos clásicos como hoy suele decirse . Esto atañe también al concepto “clásico” – si es que se lo puede llamar así – del guerrillero. En “El Partisano” (Der Partisan) de Rolf Schroers, un libro muy importante para nuestro tema publicado en 1961, el luchador ilegal y activista clandestino de la resistencia, está presentado como el auténtico tipo de guerrillero . Se trata aquí de un giro conceptual, orientado principalmente a determinadas situaciones internas alemanas de la época de Hitler, y como tal, es importante. La irregularidad es reemplazada por la ilegalidad y el combate militar por la resistencia. En mi opinión, esto implica una amplia redefinición del guerrillero protagonista de las guerras nacionales por la independencia y omite considerar que también la revolución operada en la guerra no ha obviado la relación militar existente entre el ejército regular y el combatiente irregular.
En algunos casos la redefinición llega hasta una simbolización genérica y a la dilución del concepto. En virtud de ello, al fin y al cabo cualquier rebelde individual o cualquier inconforme podría llegar a llamarse guerrillero, más allá de si piensa aún en absoluto tomar algún arma en la mano. Esto, como metáfora, no necesariamente habría de ser improcedente; yo mismo la he utilizado para caracterizar figuras y situaciones de la filosofía de la Historia. En un sentido figurado “ser Hombre significa ser combatiente” y el individualista consecuente combate sencillamente por cuenta propia y, si es valiente, incluso a propio riesgo. Resulta así, pues, partidario de si mismo. Estas diluciones conceptuales constituyen signos de nuestra época, tan dignos de atención que merecen una investigación específica. Sin embargo, para una Teoría del Guerrillero, tal como aquí se la entiende, no hay que perder de vista algunos criterios para que el tema no se esfume en una generalidad abstracta. Estos criterios son: irregularidad, incrementada movilidad del combate activo e incrementada intensidad del compromiso político.
Quisiera también fijar un cuarto carácter adicional del auténtico guerrillero; ése que Jover Zamora ha denominado como su carácter telúrico. Este carácter es importante para la situación del guerrillero que es básicamente defensiva a pesar de toda su movilidad táctica, ya que su esencia cambia cuando se identifica con la absoluta agresividad del revolucionario mundial o con una ideología tecnicista. Dos estudios del tema especialmente interesantes para nosotros – el libro de Rolf Schroers y la disertación de Jürg. H. Schmid sobre la posición jurídica internacional del guerrillero – coinciden básicamente con este criterio. La fundamentación de esta posición sobre el carácter telúrico me parece necesaria para destacar el caracter defensivo – esto es de limitación de la enemistad – de un modo espacialmente evidente y aislarla de una justicia abstracta con pretensiones absolutas.
En relación con los guerrilleros que combatieron durante 1808/13 en España, el Tirol y Rusia esto queda claro sin dificultad alguna. Pero también los combates guerrilleros de la Segunda Guerra Mundial y de los años subsiguientes en Indochina y otros países, que quedan suficientemente delineados con los nombres de Mao Tse-tung, Ho Chi-minh y Fidel Castro, permiten comprender que sigue estando íntegramente vigente el vínculo con el suelo, con la población autóctona y con la característica geográfica especial del país – montaña, bosque, selva o desierto. El guerrillero está y sigue diferenciándose, no sólo del pirata sino incluso del corsario, del mismo modo en que pueden diferenciarse la tierra y el mar en sus condición de diferentes espacios elementales en dónde tienen lugar tanto el trabajo humano como los conflictos bélicos entre los pueblos. La tierra y el mar no sólo implican diferentes vehículos para conducir la guerra y diferentes teatros de operaciones militares; sino que han desarrollado diferentes conceptos de la guerra, el enemigo y el botín. El guerrillero representará un tipo específicamente terrestre del combatiente activo, por lo menos mientras sean posibles las guerras anticolonialistas sobre nuestro planeta. El carácter telúrico del guerrillero se pondrá todavía más en relieve cuando lo comparemos con personajes marítimos típicos y cuando tratemos el aspecto espacial más adelante.
Sin embargo, incluso el guerrillero autóctono de procedencia agraria termina atraído por el campo gravitatorio del irresistible avance tecnoindustrial. Con ello, su movilidad resulta tan incrementada por la motorización que corre peligro de quedar completamente desarraigado. En las situaciones de la guerra fría se convierte en un técnico del combate invisible, en saboteador y en espía. Ya durante la Segunda Guerra Mundial existieron unidades de sabotaje con adiestramiento guerrillero. Un guerrillero así motorizado pierde su carácter telúrico y termina siendo tan sólo la herramienta portátil e intercambiable de una central poderosa, impulsora de una política mundial, que lo activa tanto en la guerra abierta como en la invisible y lo vuelve a desactivar según lo demanden las circunstancias. También esta posibilidad existe en su vida actual y una Teoría del Guerrillero no debe dejar de considerarla. Con estos cuatro criterios – irregularidad, movilidad incrementada, intensidad del compromiso político y carácter telúrico – además de considerar las posibles consecuencias provenientes de una progresiva tecnificación, industrialización y desagrarización, hemos delineado el horizonte de nuestro examen desde el punto de vista conceptual. Abarca desde el guerrillero de la época napoléonica hasta el guerrillero bien equipado de la actualidad; desde el Empecinado hasta Mao Tse-tung, Ho Chi-minh y Fidel Castro. Es un campo muy grande acerca del cual la historiografía y la ciencia militar han producido un material enorme que incluso aumenta todos los días. Lo utilizaremos en la medida en que nos es accesible e intentaremos extraer del mismo algunos conocimientos necesarios para la Teoría del Guerrillero.

Una mirada a la situación jurídica internacional

El guerrillero combate de modo irregular. Pero algunas categorías de combatientes irregulares resultan equiparadas a las fuerzas armadas regulares y gozan de los derechos y privilegios del combatiente regular. Esto significa que sus acciones de combate no son contrarios a derecho y, en caso de caer en poder de sus enemigos, tienen la prerrogativa de ser tratados en forma especial como prisioneros de guerra y como heridos. La situación jurídica ha hallado un compendio en la normativa para la guerra terrestre de La Haya del 18 de Octubre de 1907 y la validez del mismo ha encontrado una aceptación general. Después de la Segunda Guerra Mundial el desarrollo prosiguió con las cuatro Convenciones de Ginebra del 12 de Agosto de 1949 de las cuales dos reglamentan el destino de los heridos y enfermos en la guerra terrestre y marítima, un tercero regula el tratamiento a otorgar a los prisioneros de guerra y el cuarto se refiere a la protección de los civiles en épocas de guerra. Numerosos Estados, tanto del mundo occidental como del bloque oriental han ratificado estas convenciones. A sus formulaciones se ha adaptado incluso el nuevo Manual Militar del Derecho de Guerra Terrestre de los EE.UU. del 18 de Julio de 1956.
La normativa de La Haya del 18 de Octubre de 1907 ya había equiparado, bajo ciertas condiciones, las milicias, los cuerpos libres y los combatientes asociados provenientes de alzamientos populares, con las fuerzas armadas regulares. Más adelante, cuando analicemos la conflictiva relación prusiana con la guerrilla, mencionaremos algunas dificultades e imprecisiones de esta reglamentación. El desarrollo que condujo a las convenciones de Ginebra de 1949 se caracteriza por reconocer cada vez mayores flexibilizaciones del Derecho Internacional europeo que hasta ese momento había sido puramente inter-estatal. Cada vez más amplias categorías de participantes de la guerra pasan a ser considerados combatientes. Incluso los civiles del territorio militarmente ocupado por el enemigo – es decir, del teatro de operaciones de los guerrilleros que combaten a espaldas de los ejércitos enemigos – gozan ahora de una protección jurídica mayor que la brindada por la normativa de 1907. Muchos combatientes auxiliares que antes se consideraban partisanos han sido equiparados ahora con los combatientes regulares con los mismos derechos y privilegios. En realidad, ya no deberían ser denominados partisanos. No obstante, los conceptos todavía son tanto poco claros, como variables.
Las formulaciones de las convenciones de Ginebra reflejan experiencias europeas y no las guerras de guerrilas de Mao Tse-tung y la evolución posterior de la guerrilla moderna. En los primeros años posteriores a 1945 todavía no se había tomado conciencia de algo que un experto como Hermann Foertsch reconoció y formuló de la siguiente manera: las acciones bélicas posteriores a 1945 tomaron un carácter guerrillero porque los poseedores de armas nucleares se resistían a emplearlas por motivos humanitarios y los carentes de ellas podían especular con esta reticencia – un resultado inesperado, tanto de la bomba atómica como de las consideraciones humanitarias. Los conceptos relevantes para el problema de la guerrilla contenidas en la normativa de Ginebra se hallan abstraídas a partir de determinadas situaciones. Son (tal como figura en el certero Comentario de la Cruz Roja Internacional, dirigido por Jean S. Pictet – Tomo III, 1958, pág. 65) una referencia precisa (une référence précise) a los movimientos de resistencia de la Segunda Guerra Mundial 1939/1945.
Con ellas no se pretendió una modificación fundamental de la normativa de La Haya de 1907. Incluso se mantienen básicamente las cuatro condiciones clásicas para una equiparación con las tropas regulares (existencia de autoridades superiores responsables, identificación fija visible, portación ostensible de las armas, respeto de las reglas y las costumbres del Derecho de Guerra). En todo caso, la convención para la protección de la población civil no está pensada para tener validez solamente en el caso de guerras inter-estatales sino para todos los conflictos armados internacionales, es decir, también para las guerras civiles, insurrecciones, etc. No obstante, con ello solamente se busca crear la base jurídica para la intervención humanitaria de la Cruz Roja Internacional (y otras organizaciones apartidarias) Inter arma caritas. En el Art.3 párrafo 4 de la Convención se subraya expresamente  que el status jurídico, le statut juridique, de los partidos en conflicto no se altera con ello (Pictet Op.Cit. III – 1955 – pág.39/40). En la guerra entre Estados, la fuerza de ocupación del territorio militarmente ocupado mantiene, al igual que antes, el derecho de dar instrucciones a la policía de ese territorio a los efectos del mantenimiento del órden y la represión de acciones de combate irregulares, consecuentemente también para la persecución de los guerrilleros “sin consideración por las ideas que los inspiren”. (Pictet IV, 1956, pág. 330).
De acuerdo a ello la diferenciación de los guerrilleros – en el sentido de tropas irregulares, noequiparables a las tropas regulares – se mantiene básicamente hasta hoy en día.  En este sentido, el guerrillero no posee los derechos y privilegios del combatiente; es un criminal según el Derecho Penal y está permitido neutralizarlo con castigos sumarios y medidas represivas. Esto ha sido reconocido esencialmente incluso en los juicios por crímenes de guerra posteriores a la Segunda Guerra Mundial, específicamente en las sentencias contra los generales alemanes (Jodl, Leeb, List), quedando sobreentendido que, excediendo las necesidades de la lucha contra la guerrilla, todas las crueldades, medidas de terror, castigos colectivos y hasta la participación en genocidios, continúan siendo crímenes de guerra.
Las convenciones de Ginebra amplían el ámbito de las personas equiparables a los combatientes regulares al poner en pié de igualdad a los miembros de un “movimiento organizado de resistencia” con los miembros de una milicia o de un cuerpo franco (Freikorps) otorgándoles de este modo los derechos y privilegios del combatiente regular. En esto, ni siquiera se pone expresamente como condición la existencia de una organización militar (Art.13 de la convención sobre heridos y Art.4 de la referida a prisioneros de guerra). La convención para la defensa de la población civil equipara los “conflictos internacionales” dirimidos por la fuerza de las armas con la guerra entre Estados del Derecho Internacional europeo clásico y con ello toca una institución jurídica que hasta ese momento había sido el núcelo del Derecho Internacional vigente: la occupatio bellica. A estas ampliaciones y flexibilizaciones, que aquí solamente podemos mencionar a título de ejemplo, se agregan las grandes modificaciones y los cambios que surgen espontáneamente del desarrollo de la tecnología armamentista moderna y que influyen de un modo aún más intenso sobre la guerra de guerrillas. ¿¡Qué puede significar la norma que obliga a “portar armas en forma ostensible” para un combatiente de la resistencia al cual la anteriormente citada “Instrucción de guerra limitada” de la asociación de suboficiales suizos le indica: “Muévete solamente de noche y descansa de día en los bosques”!?  O bien, ¿qué significa la exigencia de poseer un signo de identificación bien visible en medio de un combate nocturno o en el combate con las armas a distancia de la tecnología bélica moderna? Muchas de estas preguntas aparecen cuando la consideración se hace desde el punto de vista del problema de la guerrilla y no se dejan de lado los aspectos del cambio espacial y del desarrollo tecnoindustrial que se tratarán más adelante.
La protección de la población civil en el territorio militarmente ocupado es una protección hacia varias direcciones diferentes. La fuerza de ocupación tiene interés en que reine la tranquilidad y el órden en el territorio por ella ocupado. Se ha mantenido el concepto de que la población del territorio ocupado, no está obligada a la lealtad pero sí a la obediencia de aquellas ordenanzas respetuosas del Derecho Internacional que emita la fuerza de ocupación. Hasta los empleados públicos – e incluso la policía misma – deben seguir trabajando correctamente y deben ser tratados en forma correspondiente por las fuerzas de ocupación. Todo ello constituye un difícil y trabajosamente balanceado compromiso entre los intereses de la fuerza de ocupación y los de su enemigo. El guerrillero interfiere en esta forma de ordenamiento del territorio ocupado de un modo peligroso. No solamente porque interfiere en el transporte y el abastecimiento, sino también cuando resulta mayor o menormente apoyado y encubierto por la población de este territorio. “La población es tu mayor amigo” dice la ya citada Instrucción de guerra limitada para todos. La protección brindada a una población así es potencialmente una protección al guerrillero. De este modo se explica que en la Historia del desarrollo del Derecho de Guerra, en las deliberaciones de la normativa de La Haya y sus posteriores ampliaciones, constantemente aparecieron agrupamientos sectoriales típicos: las grandes potencias militares – es decir: las potenciales fuerzas de ocupación – exigían un estricto aseguramiento y ordenamiento dentro del territorio militarmente ocupado mientras que los Estados más pequeños que temían ser militarmente ocupados – Bélgica, Suiza, Luxemburgo – buscaban imponer la protección más amplia posible para los combatientes de la resistencia y la población civil. También en este sentido el desarrollo ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial ha introducido nuevas experiencias y la cuestión de la destrucción de las estructuras sociales, que veremos luego, hace surgir la pregunta de si no podrán también darse casos en que la población necesite ser protegida de los guerrilleros.
Merced a las convenciones de Ginebra de 1949 y dentro de la institución de la occupatio bellicaclásica regulada con suma precisión por la normativa de La Haya, se han producido modificaciones cuyas consecuencias en muchos sentidos permanecen siendo imprevisibles. Combatientes de la resistencia, a los cuales antes se hubiera tratado como a guerrilleros, se consideran equivalentes a combatientes regulares tan sólo a condición de que estén organizados. Frente a los intereses de la fuerza de ocupación, los intereses de la población del territorio ocupado de enfatizan de un modo tan drástico que se ha vuelto posible – al menos en teoría – considerar como no ilegal cualquier resistencia a la autoridad de ocupación, también la del guerrillero, con la sola condición de que responda a motivaciones no repudiables. Por el otro lado, la fuerza de ocupación mantendría su derecho a tomar medidas represivas. En esta situación, un guerrillero actuaría de un modo no esencialmente legal, pero tampoco ilegal, sino por su propia cuenta y, en este sentido, de manera riesgosa.
Cuando uno emplea una palabra como riesgo o riesgoso en un sentido general, no específico, hay que admitir que en un territorio ocupado por el enemigo y sembrado de guerrilleros, de ningún modo es sólo el guerrillero quien vive de un modo riegoso. En el sentido genérico de inseguridad y peligro, toda la población del territorio se halla expuesta a un gran riesgo. Los empleados públicos que deseen seguir trabajando correctamente según las normativas de La Haya, se encuentran ante un riesgo adicional por acciones y omisiones. En especial, el empleado policial termina envuelto en un cruce de peligrosas suposiciones contradictorias: la fuerza de ocupación enemiga le exige obediencia en el mantenimiento de la seguridad y el órden, siendo que éstas resultan alteradas precisamente por el guerrillero; su propio Estado nacional le exige fidelidad y lo hará responsable por ella después de la guerra; la población a la que pertenece espera de él solidaridad y lealtad las cuales, relacionadas con la actividad del funcionario policial, pueden llegar a conducir a consecuencias prácticas totalmente opuestas si es que el funcionario policial no se decide a convertirse él mismo en guerrillero; y por último, tanto el guerrillero como quien lo combate muy pronto entrarán en el círculo infernal de las represalias y las contra-represalias. Hablando en términos genéricos, la acción (o la omisión) riesgosa no es un caracter específico y excluyente del guerrillero.
La palabra riesgoso adquiere un sentido más preciso cuando el que actúa en forma riesgosa lo hace asumiendo el peligro y haciéndose cargo concientemente de las consecuencias adversas de su acción u omisión, de modo tal que ya no puede alegar el haber sido objeto de una injusticia cuando esas consecuencias adversas de hecho le suceden. Por el otro lado – en la medida en que no se trate de acciones ilegales – tendrá la posibilidad de contrabalancear el riesgo mediante la firma de un contrato de seguro con una compañía aseguradora. La patria jurídica del concepto de riesgo, su topos jurídico-científico, queda constituida por la legislación aplicable a la industria del seguro. El ser humano vive expuesto a una multitud de peligros e inseguridades, y el otorgarle con conciencia jurídica la denominación de riesgo a un peligro o inseguridad significa hacer asegurables tanto al riesgo como a las consecuencias. En el caso del guerrillero esto fracasaría probablemente ya por la irregularidad y la ilegalidad de su accionar. Fracasaría incluso si, por lo demás, uno estuviese dispuesto a protegerlo de un riesgo muy alto encuadrándolo, desde el punto de vista de la técnica del seguro, en la categoría de los riesgos de mayor exposición.
La aceptación del concepto del riesgo es necesaria para el tratamiento de las situaciones de guerra y para la activación de la enemistad. Entre nosotros, la palabra ha ingresado en la doctrina del Derecho Bélico Internacional a través del libro de Josef L. Kunz “Kriegsrecht und Neutralitätsrecht” (Derecho de Guerra y Derecho de Neutralidad – 1935, págs. 146, 247). Sin embargo, allí no se refiere a la guerra terrestre y en absoluto al guerrillero. Tampoco pertenece allí. Si hacemos abstracción del Derecho del Seguro como patria jurídica del concepto de riesgo y dejamos los empleos inespecíficos de lado – como, por ejemplo, la comparación con el prisionero que huye y se “arriesga” a ser abatido de un disparo – queda claro que el empleo específicamente aplicable al Derecho de Guerra que hace J. Kunz del concepto de “riesgoso” contempla solamente el Derecho de Guerra Marítimo y las figuras y situaciones que le son típicas. La guerra en el mar es en gran medida una guerra comercial; frente a la guerra terrestre tiene su propio espacio y sus propios conceptos de enemigo y botín. Incluso el mejoramiento del destino de los heridos ha conducido en la reglamentación de Ginebra de Agosto de 1949 a dos convenciones separadas, una para lo marítimo y otra lo terrestre.
Hay dos participantes que, en una guerra marítima, actúan de un modo riesgoso en un sentido específico así entendido: el neutral que rompe un bloqueo y el contrabandista neutral. En relación con ellos la palabra riesgoso es precisa y concisa. En una guerra, ambas clases de participantes se vuelcan hacia “una muy remunerativa pero riesgosa aventura comercial” (J.Kunz Op.Cit. pág.277). Arriesgan perder el barco y la carga en caso de ser descubiertos. Y en ello ni siquiera tienen un enemigo, a pesar de que son tratados como enemigos en el sentido del Derecho de Guerra Marítimo. Su ideal social es el buen negocio. Su campo de acción es el mar abierto. No piensan en defender la casa, el hogar y la Patria frente a un invasor extraño como corresponde al prototipo del guerrillero autóctono. Incluso firman contratos de seguro para balancear su riesgo, en los cuales las tasas son correlativamente altas y se condicen con los factores de riesgo variables, por ejemplo hundimiento por submarinos: muy riesgoso pero asegurado a altos valores.
A una palabra tan acertada como riesgoso no se la debería extraer del área conceptual del Derecho de Guerra Marítimo para diluirla en un concepto genérico que lo empaña todo. Para nosotros, que nos aferramos al carácter telúrico del guerrillero, esto es especialmente importante. Si yo mismo alguna vez en el pasado he llamado “guerrilleros del mar” a los filibusteros y bucaneros de principios del capitalismo (“Der Nomos der Erde”, pág. 145) quisiera corregirlo hoy aquí por tratarse de una imprecisión terminológica. El guerrillero tiene un enemigo y “arriesga” algo muy diferente al contrabandista y al violador de bloqueos. No solamente arriesga su vida, como cualquier combatiente regular. Sabe y asume que el enemigo lo coloca por fuera del Derecho, la ley y el honor.
Esto es algo que, en todo caso, también hace el combatiente revolucionario al declarar que su enemigo es un criminal y que todos los conceptos de Derecho, ley y honor sustentados por ese enemigo no son sino mentiras ideológicas. A pesar de todas las combinaciones y fusiones, típicas de la Segunda Guerra Mundial y su postguerra hasta el día de hoy, de ambas clases de guerrilleros – es decir: del defensivo-autóctono defensor de su Patria y del activista revolucionario universalmente agresivo – la contraposición sigue en pie. Se basa, como veremos, sobre conceptos fundamentalmente diferentes de la guerra y la enemistad que, a su vez, se concretan en diferentes especies de guerrillero. Allí en dónde una guerra no-discriminadora se libra entre un Estado y el otro, el guerrillero es una figura marginal que no hace estallar el marco de la guerra y no modifica la estructura general del proceso político. Pero cuando se combate con la criminalización total del contrincante bélico, cuando la guerra se libra, por ejemplo, como una guerra civil entre clases sociales enemistadas, en ese caso el efecto explosivo de la criminalización del enemigo se manifiesta de modo tal que el guerrillero se convierte en el verdadero héroe de la guerra. Ejecuta la sentencia de muerte dictada contra el criminal y se arriesga a ser tratado, a su vez, como criminal o malhechor. Ésta es la lógica de una guerra de la justa causa sin reconocimiento de un justus hostis. Es a través de ella que el guerrillero revolucionario se convierte en la figura central de la guerra.
El problema del guerrillero se convierte, sin embargo, en la mejor herramienta de verificación. Aún cuando las diferentes especies de la guerra de guerrillas se entremezclen y se amalgamen en la práctica de la conducción bélica actual, en sus condiciones fundamentales continúan siendo tan distintas que se puede verificar el criterio de la agrupación amigo-enemigo en ellas. Ya hemos recordado más arriba la típica agrupación que se produjo durante los preparativos para la reglamentación de la guerra terrestre en La Haya: las grandes potencias militares frente a los pequeños países neutrales. En las negociaciones de la Convención de Ginebra de 1949, con gran esfuerzo, se llegó a una fórmula de compromiso mediante la cual se equiparó al movimiento de resistencia organizado con un cuerpo franco (Freikorps). Y nuevamente se repitió el agrupamiento típico cuando la cuestión giró en torno a reunir en normas del Derecho Internacional las experiencias de la Segunda Guerra Mundial. También esta vez las grandes potencias militares, los ocupantes potenciales, se enfrentaron con los Estados pequeños que temían una ocupación; esta vez, sin embargo, con una modificación tan notable como sintomática: la mayor potencia terrestre del mundo, el ocupante potencial por lejos más poderoso, la Unión Soviética, se puso ahora del lado de los pequeños Estados.
El bien documentado trabajo, abundante en material, de Jürg H. Schmid »Die völkerrechtliche Stellung der Partisanen im Kriege« (“La posición jurídica internacional del guerrillero en la guerra” – Zürcher Studien zum Internationalen Recht Nr. 23, Polygraphischer Verlag AG. Zürich, 1956) quiere poner “bajo el escudo del Derecho” a la “la guerra de guerrillas librada por civiles” en lo cual, concretamente, se tiene en mente a los partisanos de Stalin (págs. 97, 157). En esto, Schmid ve “la quintaescencia del problema guerrillero” y la creatividad jurídica de las convenciones de Ginebra. Lo que Schmid quiere eliminar son “ciertas dudas relativas al Derecho de ocupación” que han permanecido en pié en la concepción actual de la fuerza de ocupación, y en especial apunta, como él mismo señala, a la “tan cacareada obligación de obediencia”. Para este fin emplea la doctrina de la acción de guerra legal pero riesgosa, a la cual transforma en una acción de guerra riesgosa pero no-ilegal. De este modo hace disminuir el riesgo del guerrillero, al cual le otorga la mayor cantidad posible de derechos y privilegios a costillas de la fuerza de ocupación. No alcanzo a ver cómo pretenderá evitar con ello la lógica del terror y el contra-terror; a no ser que simplemente criminalice al enemigo militar del guerrillero. El conjunto es una altamente interesante cruza de dos status juridiques diferentes, concretamente: de combatiente y civil, con dos especies distintas de la guerra moderna, concretamente: la guerra caliente y la guerra fría, entre población y fuerza de ocupación, y en esta hibridación el guerrillero de Schmid (siguiendo a Mao) participa “a dos manos”. Es tan sólo sorprendente – además de constituir un quiebre del eje conceptual – que esta deslegalización del guerrillero stalinista a costillas del Derecho Internacional clásico pretenda ser relacionada, simultáneamente, con un retorno a la guerra inter-estatal pura de la doctrina Rousseau-Portalis de la cual Schmid afirma que sólo en la etapa de “su más tierna infancia” le habría prohibido al civil cometer actos de hostilidad. Así el guerrillero hasta se vuelve asegurable.
Las cuatro convenciones ginebrinas del 12 de Agosto de 1949 son la obra de una posición humanista y de un desarrollo humanitario de merece ser admirada. Al brindarle hasta al enemigo no sólo humanitarismo sino incluso justicia en el sentido del respeto, estas convenciones se mantienen sobre la base del Derecho Internacional clásico y su tradición, sin la cual semejante obra de humanidad sería improbable. Su fundamento sigue siendo el carácter estatal de lo bélico y sobre esto se edifica la acotación de la guerra, con su clara diferenciación entre la guerra y la paz, lo militar y lo civil, el enemigo y el criminal, la guerra inter-estatal y la guerra civil. Sin embargo, en la medida en que las convenciones aflojan o hasta cuestionan estas diferenciaciones esenciales, están abriendo la puerta para una especie de guerra que destruye conscientemente aquellas claras separaciones. El resultado es que después, cualquier normativa de compromiso estilizada con suma cautela aparece tan sólo como un estrecho puente tendido sobre un precipicio en cuyo fondo se esconde la peligrosa transformación de los conceptos de guerra, paz y guerrillero.

Sobre la Konservative Revolution

123 páginas
20 x 13,5 cm.
Ediciones Nueva República
Barcelona, 2004

Cubierta a dos tintas, con solapas y platificada brillo
Precio para Argentina: 78 pesos
Precio internacional: 13 euros

El presente volumen (…) se centra en figuras concretas [de la Revolución Conservadora alemana] que van desde el conservadurismo radical de los “jóvenes conservadores” (cuya máxima figura fue Moeller van den Bruck), al “nacionalismo de los soldados” (el novelista Ernst von Salomon), el nacional-socialismo disidente (Otto Strasser) y el nacional-bolchevismo (Ernst Niekisch). Se recogen, asimismo, los perfiles de dos figura a caballo entre lo que vulgarmente se conoce como “extrema-derecha” y “extrema-izquierda”, pero que, lejos de ser casos aislados, representan actitudes bastante comunes en una época convulsa y descarnada como lo fue la Alemania de entreguerras, período en el que al frontera entre el nacionalismo pangermanista y el comunismo era —y es— absolutamente imposible fijar. En efecto, tanto Richard Scheringer como Arnolt Bronnen, fueron dos tipos humanos para los que la “acción” estaba muy por encima del etiquetaje al uso: una más de las muchas enfermedades que el liberalismo ha legado al “pensamiento único” de hogaño. Un excepcional trabajo de Louis Dupeux vuelve sobre la espinosa cuestión de las relaciones entre los revolucionarios conservadores y el movimiento hitleriano y, por último, concluimos con un clarificador ensayo del politólogo Alexander Duguin sobre las luces y las sombras de la Revolución Conservadora Rusa

ÍNDICE

— Ernst Niekisch o el nacional-bolchevismo [Clemente Simoes]
— Moeller van den Bruck, ¿un “precursor” póstumo? [Denis Goedel]
— El itinerario de Otto Strasser [Thierry Maudry]
— La Alemania de Von Salomon [Alain de Benoist]
— Richard Scheringer: del nazismo al comunismo [Robert de Herte]
— Arnolt Bronnen: entre el comunismo y el nacional-socialismo [Werner Olles]
— Hitlerismo y Revolución Conservadora [Louis Dupeux]
— La Revolución Conservadora rusa [Alexander Duguin]

Antología de textos nacional revolucionarios – François Duprat

163 páginas
20 x 13 cm.
Ediciones Nueva República
Colección «Europa Rebelde» núm. 7
Barcelona, 2007

Cubierta a todo color, con solapas y plastificada brillo
Precio para Argentina: 75 pesos
Precio internacional: 15 euros

Duprat de 37 años de edad, al que se le puede considerar, sin ninguna duda, el brazo derecho de Jean Marie Le Pen, vivía en las afueras de Rouen y era candidato a las elecciones legislativas de 1978. El sábado 18 de marzo de ese mismo año, acompañado de su esposa se dirigían a Caudebec, un pequeño pueblo de la región. Pararon un momento para comprar los diarios, su mujer se dirigió a hacer algunas compras.
Cuando volvieron al coche su mujer se puso al volante, dado que Duprat era muy miope. Un kilómetro después de la improvisada parada el coche salto por los aires, matando a Duprat e hiriendo gravemente a Laurence, su esposa, que iba al volante. Les había sido colocada una bomba debajo del asiento del acompañante del conductor.
Dos cosas están muy claras la policía no supo, o no quiso saber, quien había perpetrado el asesinato con una bomba teleguiada a distancia y, la otra es que las pistas van dirigidas a los servicios secretos israelitas.

ÍNDICE

— Introducción
— Duprat: dirigente y formador político
— Algunas definiciones necesarias
— Manifiesto Nacional Revolucionario
— Francia y Europa
— Duprat: teórico e historiador del fascismo
— Una nueva visión del fascismo
— El Ba’as, ideología e historia
— Duprat: mártir de la causa nacionalista
— Dossier de prensa sobre el asesinato de François Duprat
— El funeral
— François Duprat: un epílogo para españoles

Lucha y muerte de la Kriegsmarine – Cajus Bekker

242 páginas
104 fotografías b/n de la Kriegsmarine
medidas: 14,5 x 21 cm.
Ediciones Sieghels
2013
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
Precio para Argentina: 100 pesos
Precio internacional: 20 euros

Todo un clásico sobre la marina de guerra alemana, fue el primer libro dedicado a narrar la guerra naval desde la óptica alemana.
Cajus Bekker, cuyo nombre real era Hans Dieter Berenbrok, fue él mismo un marino alemán que se desempeñó como oficial de inteligencia naval durante la contienda y tras la guerra, ejerciendo su profesión de periodista, se dedica a recopilar todos los relatos de primera mano, desde simples marinos hasta altos rangos, reuniendo una gran cantidad de documentos con los que escribe este apasionante relato sobre las operaciones más importantes de la Kriegsmarine.
El Bismarck y su odisea, la Operación Cerbero, el final del Graf Spee, las peripecias del Scharnhost y el Gneisenau, la vida del Tirpitz, el incidente del Laconia, la única salida operacional de un submarino del Tipo XXI: el U-2511, el intento de salida de un mercante corsario armado, los submarinos enanos y torpedos humanos, hasta la labor de evacuación realizada por la Kriegsmarine en los últimos meses de la guerra. Todos ellos relatados con la pericia del especialista, el alma del novelista y la rigurosidad del investigador histórico.

ÍNDICE

Prefacio 9
I.- Adiós al Nürnberg11
Centinelas soviéticos ante el crucero «Nürnberg». — La palabra de honor del almirante rojo. — ¿Es un sabotaje emplear el radiotelémetro? — El último disparo alemán contra los rusos fue hecho el 6 de enero de 1946. 11
II.- La Batalla del Atlántico 19
Aunque Hitler no lo crea: Inglaterra declara la guerra. — Dönitz: «¡Tenía que ser a mí a quien le sucediera eso!» — La leyenda del submarino cuya tripulación se bañaba. — Aun americano se le ocurre una idea fantástica. — La muerte llega desde el cielo. 19
III.- El drama del Laconia 29
S. O. S. «Laconia» torpedeado. S. O. S. — Dönitz en el banquillo de los acusados en Nuremberg. — Los considerandos del veredicto. — El «Laconia» tenía 14 cañones… y llevaba a bordo 1.800 prisioneros de guerra italianos. — Un submarino iza la bandera de la Cruz Roja. «No efectúen más salvamentos.» 29
IV.- El Bismarck39
Los «navíos fantasmas» de Raeder. — Aparece el acorazado «Bismarck». — El «Hood» explota al cabo de seis minutos. — Sir John Tovey da caza durante nueve horas en dirección equivocada. — Un golpe de fortuna sella la suerte del «Bismarck». 39
V.- Desfile naval en el paso de Calais 49
Acto de audacia frente a la costa inglesa. — El misterio de los buques fantasmas. — Cruceros de batalla alemanes frente al Cabo Gris-Nez. — ¿Está adormecido el león británico? — El «Scharnhorst», tocado por una mina. — «Es la más grave ofensa desde el siglo XVII», escribe el «Times». 49
VI.- El fin del Graf Spee 59
Hitler y sus grandes buques de combate. — Destrucción del acorazado «Admiral Graf Spee». — Sorprendidos por los ingleses después de quince semanas de hacer la guerra en corso. — ¿Desobedeció las órdenes el capitán de navío Langsdorff? — Hábil táctica del comodoro Harwood. — El «Exeter» está gravemente averiado, pero los cruceros ligeros «Ajax» y «Achilles» atacan animosamente. — El «Spee» no puede reparar sus averías en alta mar. — Penetra en la «trampa» de Montevideo. — El almirante mayor deja en completa libertad de acción al comandante. — La torpe decisión del comandante Langsdorff. Se suicida dos días después del hundimiento de su navío. — Su carta de despedida.
VII.- Los «grandes barreños» a la chatarra 75
Hitler, víctima de los nervios ante cada acción naval. — Un día de Año Nuevo dramático. — Un submarino comunica: «Lo veo todo rojo». — Júbilo en el Cuartel General. — Un comunicado especial que cae al agua. — Los grandes buques a la chatarra. — «La más económica de las victorias navales inglesas…» — El duelo Hitler-Raeder. — El almirante mayor no quiere colaborar. — Dönitz le substituye. 75
VIII.- El buque catorce91
El Togo tiene una probabilidad contra cien. — Uno de los últimos cruceros auxiliares alemanes. — Un armamento ultramoderno. —Los bancos y las bombas. — Antes del comienzo, el fin. 91
IX.- La traición del Metox 99
Mayo de 1943, mes de luto. — Los submarinos son atacados incluso de noche y en la bruma. — Salvados otra vez por la «Cruz de Gascuña».— ¿Resulta ser el salvador un traidor? — El «Metox» ¡irradia energía! — Dönitz: «Acudid en mi ayuda, de lo contrario, éste es el fin de la guerra submarina». 99
X.- El radar 111
La guerra tiene un ojo verdoso. — La solución del enigma del radar. Nueve centímetros: una onda increíblemente corta. — Es preciso pulsar el teclado de las ondas. 111
XI.- La última travesía del Scharnhorst117
A ciegas contra un enemigo nictálope. — Ataque a un convoy cargado en extremo. — Primer disparo sobre el objetivo: el radiotelémetro queda destruido.—El jefe del servicio de reconocimiento no formula suposiciones. — El almirante Fraser cierra la tenaza. —1.900 marinos se hunden con su buque. 117
XII.- Retirada de la marina a través del continente127
La guerra de los buques de pequeño porte. — Flotillas alemanas en todas las costas de Europa. — Dragaminas sobre las autopistas. — En el mar Negro, frente a una superioridad soviética aplastante. — «Combates callejeros» sobre el mar. — «¡Mira! ¡La Marina desfila!». — Un jefe de flotilla hace desaparecer a sus dotaciones de contrabando. — ¡Entregados a los soviets! 127
XIII.- El desembarco137
Los detectores alemanes señalan «numerosos rayados». — ¿Se trata de un defecto de funcionamiento o de la flota enemiga de desembarco? Los «trabajadores del Canal de la Mancha» intervienen. — Tapiz de bombas sobre El Havre. — El fin de los últimos importunos. 137
XIV.- Submarinos enanos y tormpedos humanos 147
David contra Goliat. — Los «Neger», «Biber» y «Seehunde» intervienen. — Combatientes aislados, abandonados enteramente a su suerte. Los ingleses persiguen ardorosamente las cúpulas de plexiglás. — Submarinos en las carreteras. — ¿Va a explotar el puente de Nimega? — Los «Biber» infestan la desembocadura del Escalda. — Un puño gigante sujeta a un «Seehund». — Hacia Dunkerque con los «torpedos de manteca». 147
XV.- El Tirpitz 165
Unos submarinos enanos británicos llegan hasta el «Tirpitz»- — El acorazado alemán esquiva más de veinte torpedos. — Inglaterra anuncia que el «Tirpitz» ha sido hundido. — Ciento sesenta y ocho muertos y trescientos veinte heridos después de un ataque aéreo de once minutos.— «Reunión de todos los ciclistas sobre el césped». — Las bombas de seis toneladas completan la destrucción. — La tumba de la «reina solitaria» en el fiordo de Tromsoe. 165
XVI.- La tragedia del Báltico 175
En el ala izquierda del frente oriental. — La artillería pesada de los buques interviene en los combates terrestres. — La catástrofe de Hela: el «Prinz Eugen» aborda al «Leipzig». — El «grupo de combate Thiele» en Sworbe. — La última misión del crucero «Emden» en Koenigsberg. El fin del «Admira! Scheer» sepultado bajo los escombros. — El «Lützow», hundido, continúa tirando sobre los rusos. 175
XVII.- El gran éxodo del Este 191
Salvar lo que pueda ser salvado. — Más de 250.000 alemanes esperan en Hela. — La palabra convencional «Regenbogen» es anulada. — Las unidades blindadas del mariscal Govorod en el puerto de Libau. — Brusca partida de Copenhague. — El almirante «Curry». — ¿Adonde conducir los refugiados? — Dramático encuentro en medio del Báltico. Bravo combate, al día siguiente de la capitulación, entre una embarcación veraniega y tres buques de vigilancia soviéticos. 191
XVIII.- El Tipo XXI 209
Los nuevos submarinos alemanes. — Revolución en la guerra naval. — Del sumergible al verdadero submarino. — El radar, tenido en jaque. El tipo hidrodinámico XXI posee unos ojos eléctricos y divisa al enemigo a doscientos metros de profundidad. — Ocho días antes de la capitulación. — Unos torpedos que buscan automáticamente su objetivo.— ¿Por qué no ataca el «U-2511»? — El fin de las hostilidades salva a un crucero inglés. — Un encuentro en el puerto. — Las sorpresas de la comisión británica encargada de los submarinos. 209
Ilustraciones originales223

PREFACIO

Una escuadra de cruceros marchando a gran velocidad dobla la punta superior de Jutlandia para entrar en el mar del Norte. ¡Qué magnífico espectáculo ofrecen esos cuatro potentes buques con la lámina blanca que ribetea su roda! Pero no por ser magnífico ese espectáculo es menos entristecedor, pues entre esos navíos se encuentra todo lo que resta de la flota alemana después de cinco años y medio de lucha contra un adversario superior: el crucero pesado Prinz Eugen y el crucero ligero Nürnberg. Estamos en mayo de 1945, unos días después de la capitulación de Alemania; esos dos supervivientes vuelven de Copenhague a Wilhelmshaven bajo la «escolta» de dos buques semejantes británicos. Apenas entrada la escuadra en el mar del Norte asciende una señal en las drizas del Dido, buque insignia inglés. El Prinz Eugen y el Nürnberg deben proseguir solos su travesía hacia Wilhelmshaven, hacia la cautividad. El Dido se detiene y deja desfilar ante él, por última vez, a los dos navíos alemanes.
De repente, como pasan a muy poca distancia, un timonel británico inicia unas señales de banderas desde el ángulo del puente. De comandante a comandante, transmite al comenzar. Docenas, ¡qué digo!, centenares de ojos alemanes siguen atentamente el ágil juego de sus brazos y en más de una garganta, seguramente, se forma un nudo a medida que son descifradas las sílabas que envuelven el último saludo del adversario, el último deseo del vencedor al vencido:
«¡Hasta… la vista… en… tiempos… mejores…!»
Los marinos, que en este instante aprietan espasmódicamente los dientes, saben perfectamente que aquello no constituye un simple gesto de cortesía. Es una postrera manifestación de ese espíritu que el enemigo, implacable pero caballeresco, no ha cesado de mostrar sobre el mar, incluso en esta época despiadada de «guerra totalitaria».
Cuando el oficial alemán a quien iba dirigido ese mensaje británico me relató el episodio, yo apenas había comenzado a reunir los materiales para escribir la historia de nuestra Marina de Guerra. No tenía dudas acerca de lo difícil y prolongada que resultaría esa tarea. En 1945 quedaban en Alemania muy pocos documentos oficiales relacionados con los acontecimientos de los cinco años y medio de lucha. Los ingleses han publicado entretanto una serie completa de obras importantes basadas en los archivos que habían ido a parar a sus manos. Estos documentos y otros de que yo disponía habrían podido bastar para una narración descarnadamente histórica, pero como me proponía aportar testimonios más gráficos, aquéllos constituían para mí solamente el armazón que era preciso reforzar con carne y sangre.
En el intervalo me entrevisté con centenares de antiguos marinos de la Kriegsmarine, desde el almirante al simple marinero, con todos aquellos que vivieron una de las horas decisivas de esta Marina. En todos encontré la mejor voluntad para ayudarme. Pero también he oído muchas voces escépticas, pues la forma en que habían sido referidos numerosos acontecimientos capitales de la guerra naval, en el curso de los últimos años, a causa seguramente de su sensacionalismo, no respondía en nada a la verdad.
Sin embargo, la publicación de ciertos capítulos del presente libro en el Illustrierte Woche ha hecho ceder hasta esos escepticismos. Además, esto me ha valido una oleada de cartas que confirmaban, completaban o rectificaban mi relato, dándome la posibilidad de mejorar y desarrollar él mismo.
Tengo la obligación de dar las gracias desde aquí a todos aquellos que me han ayudado a precisar los innumerables detalles que contiene mi obra. Son tan numerosos que no podría nombrarlos totalmente. Deseo, no obstante, rendir particular homenaje al almirante Theodor Krancke y al contraalmirante Gerhard Wagner, quienes, gracias a su amplio conocimiento de los sucesos, me han permitido garantizar la verdad histórica de este libro.
El mejor final de este prefacio será sin duda el facilitado por las siguientes líneas, que me escribía uno de nuestros más gloriosos comandantes de submarinos: «…Me alegro particularmente de que usted haya escogido los hechos decisivos y dado al lector, gracias a ellos, una excelente vista de conjunto. Es muy deseable, a mi parecer, que muy amplios círculos que no han tenido jamás relaciones con la Marina, sepan lo que ella hizo».

CAJUS BEKKER
Dusseldorf, verano de 1953

PANCHATANTRA – JOSÉ ALEMANY BOLUFER

334 paginas
22 x 16 cm.
Editorial Paidos, 2007

Colección Orientalia
Encuadernación rústica,
Precio para Argentina: 226 pesos
Precio internacional: 41 euros

Esta obra es una recopilación de cuentos, fábulas e historias moralizadoras hindúes escrita en sánscrito. Tal y como nos ha llegado hasta la actualidad, la versión india más completa consta de cinco libros, que atesoran un total de setenta y tres piezas en prosa intercaladas de poemas que, a manera de estribillo, ayudan a memorizar el mensaje esencial de la narración. [… ]
El Panchatantra constituye un excepcional vehículo de conocimiento del universo indio, que nos transporta de lo real a lo fantástico continuamente, rompiendo los límites del tiempo y el espacio, con un pasado indefinido que se convierte en espiral y un medio físico que se transforma en umbral de lo mágico. Se trata de un producto típicamente hindú, pues su hilván narrativo va engarzando los cuentos, unos dentro de otros. […]
Para el lector español la más importante versión de esta obra es la realizada por encargo del todavía infante y futuro rey Alfonso X el Sabio: nuestro Calila y Dimna, cuya influencia en España cala en la obra de Ramón Llull, el Arcipreste de Hita y el Conde Lucanor. […]
El Panchatantra es un magnífico reportaje de la India sempiterna, donde se unifican mitología y costumbre, realidad y fantasía.
Al lector español le ocurrirá lo mismo que al hindú de cualquier época: se sentirá inmerso en la unidad de toda la obra y, por un instante, permanecerá suspendido en lo ilusorio.
Del Prólogo

José Alemany Bolufer (1866-1934), erudito y filólogo español, doctorado en Filosofía y Letras, ejerció como profesor desde 1891. Fue catedrático de Lengua griega en la Universidad de Granada y luego en la de Madrid. Miembro de las Reales Academias de la Lengua y de la Historia y autor de numerosos trabajos sobre lingüística indoeuropea, tradujo importantes obras del sánscrito al castellano.

ÍNDICE

Prólogo, Carmen García-Ormaechea                      11
PANCHATANTRA
Nota del traductor                21
Introducción              31

Libro I: Desunión de amigos
Cuento principal: Del toro, los dos chacales y el león                   35
Cuentos intercalados en el principal
Cuento I. El mono y la cuña                        39
Cuento II. El chacal y el tambor                  50
Cuento III. El rico Dantila, el barrendero y el rey              56
Cuento IV. Aventuras de Devazarman, que comprende:
1o        Los dos carneros y el chacal                        63
2o El tejedor, el barbero y sus respectivas mujeres                        67
Cuento V. El tejedor que se hizo pasar por Vixnu             74
Cuento VI. El cuervo y su hembra, el chacal y la serpiente                      80
Cuento VII. La grulla y el cangrejo (Conclusión del anterior) . .  81
Cuento VIII. El león y la liebre                     85
Cuento IX. El piojo y la pulga                      93
Cuento X. El chacal teñido de azul                         95
CUENTO XI. El león, el tigre, el cuervo, el chacal y el camello ….           101
Cuento XII. El tittibha y el mar                    108
CUENTO XIII. La tortuga y los cisnes (Continuación del anterior)         109
Cuento XIV. Los tres peces (Continuación del anterior)               110
Cuento XV. El gorrión, el pájaro carpintero, la mosca, la rana y el elefante (Conclusión del XI)                     113
Cuento XVI. El león, el chacal, el lobo y el camello                       122
Cuento XVII. Los monos y el pájaro                       128
CUENTO XVIII. La hembra del gorrión y el mono                       130
Cuento XIX. Los dos amigos                        131
Cuento XX. La grulla, la serpiente, el cangrejo y el icneumón . . 135
Cuento XXI. El depositario infiel                 136
Cuento XXII. El rey y el mono                     139

Libro II: Adquisición de amigos
Cuento principal: Del cuervo, el ratón, la tortuga y el ciervo …. 143 Cuentos comprendidos en el principal
CUENTO I. Historia del ratón Hiranyaka                         157
Cuento II. La mujer que cambia sésamo mondado por sésamo sin mondar (Continuación del anterior)                   160
CUENTO III. El cazador, el cerdo y el chacal, a quien salió una cresta en la cabeza (Conclusión del 1)                    161
CUENTO IV. Aventuras de Lo que ha de obtener                        168
CUENTO V. Historia del tejedor Somilaka                        174
Cuento VI. El toro, el chacal y la hembra de éste
(Continuación del anterior)             178

Libro III: Buhocorvina
Cuento principal: Los cuervos y los búhos                         191
Cuentos intercalados en el principal
Cuento I. El elefante y las liebres                 203
Cuento II. El gorrión, la liebre y el gato salvaje ….            207
Cuento III. El brahmán y los tres rateros                212
Cuento IV. El león en la cueva y el chacal             224

Libro IV: La pérdida de lo adquirido
Cuento principal: El mono y el monstruo marino             229
Cuentos secundarios
Cuento I. La rana y la serpiente                  234
Cuento II. El león, el chacal y el burro                    239
Cuento III. El cacharrero y el rey                243
Cuento IV. La leona, los dos leoncitos y el chacalito
(Conclusión del anterior)                 244
Cuento V. El asno cubierto con una piel de tigre               246
Cuento VI. El suegro y sus cuatro yernos               247
CUENTO VII. El carretero, su mujer y el amante             248
Cuento VIII. La ratoncilla transformada en muchacha                251
Cuento IX. Los tres penitentes (Conclusión del anterior)              253
CUENTO X. La mujer joven de un viejo en presencia de un ladrón                  257
Cuento XI. La mujer que se quedó sin marido y sin amante ….   260
Cuento XII. La pájara consejera y el mono            262
Cuento XIII. La mujer que dejó a su marido por un lisiado                     264
Cuento XIV. El camello que por su orgullo fue muerto por el león                      266
Cuento XV. El chacal triunfando del león, del tigre y de otra bestia, ante un elefante muerto       268
Cuento XVI. El perro en país extraño                     271

Libro V: La conducta impremeditada
Cuento I. El comerciante, el barbero y los religiosos mendicantes
Cuento II. La brahmana y el icneumón                  277
Cuento III. Los cuatro brahmanes que se fueron en busca de fortuna (Este cuento se continúa en los siguientes hasta el fin del libro)                         279
Cuento IV. Los brahmanes eruditos y el brahmán discreto                      283
Cuento V. Los eruditos mentecatos                        285
CUENTO VI. Los dos peces sabios y la rana precavida               287
Cuento VII. El asno cantor y el chacal                    290
Cuento VIII. El tejedor que siguió el consejo de su mujer             292
Cuento IX. El brahmán que quedó blanco en la cama                  295
Cuento X. El rey y los monos                       296
Cuento XI. El rakxasa, el ladrón y el mono                        302
CUENTO XII. La princesa de tres tetas, el ciego y el giboso                     303
Cuento XIII. El brahmán y el rakxasa
(Continuación del anterior)             304
Cuento XIV. El pájaro de dos picos             308
Cuento XV. El brahmán salvado por un cangrejo                        309
Notas              311
Glosario                      319

PRÓLOGO

El Pancatantra, nuestro Panchatantra, constituye una recopilación de cuentos, fábulas e historias moralizadoras hindúes escrita en sánscri­to. Su título original, Pañcatantra, significa «cinco» (pañca) «tramas» (tantra, que también puede traducirse como «reglas» y «libros»). Tal y como nos ha llegado hasta la actualidad, la versión india más completa consta de cinco libros, los cuales atesoran un total de setenta y tres pie­zas en prosa intercaladas de poemas que, a manera de estribillo, ayudan a memorizar el mensaje esencial de la narración.
Según la tradición fue un soberano de Mahilaropya, entonces un pequeño reino del Dekán,quien a finales del siglo V o principios del siglo VI encargó al bráhman Visnusarman la redacción de un texto para instruir a los nobles de la corte; de ahí el marcado carácter didáctico que tiene el Panchatantra. Pero también, tal como se dice en la primera pá­gina de la obra, el rey quería principalmente educar a sus «tres hijos muy estúpidos», y lograrlo en tan sólo seis meses; por lo que, además, la tra­ma se caracteriza por un planteamiento muy sencillo, y el texto por un estilo costumbrista, rayano en lo anecdótico.
Para escribir el Panchatantra Visnusarman aprovechó numerosos textos populares de la tradición literaria india, tanto apócrifos, Purdna o «Antiguos», como religiosos, Jdtaka o «Nacimientos». También pudo ser el resultado de la transliteración del Tantrükyayiká, un texto de si­milares características, hoy desaparecido, pero del que sabemos que se escribió en Cachemira durante los siglos IV y v.
Mucho más importante que su discutible originalidad es la enorme influencia que el Panchatantra tuvo en la posteridad, tanto dentro como fuera de la India, de lo que da más que cumplida cuenta la magnífica nota del traductor José Alemany Bolufer que recuperamos en este volumen (págs. 21-30). 
Dentro de la India, una de las mejores muestras de la rica herencia lite­raria del Panchatantra la constituye el Hitopadesa, obra que fue escrita por el venerable Náráyana en Bengala entre los siglos XI y xill de nuestra era, alcanzando desde entonces gran popularidad. Otra versión india de gran in­terés es el Pañcákhyanaka, escrita en 1660 por Meghavijaya, un monje jai- na del Gujarat; y otra más, el Kathamritanidhi o «Tesoro del néctar de los cuentos», anónimo y de fecha incierta pero también escrito en sánscrito. Aunque más indirecta, es indudable la huella que el Panchatantra dejó en la obra titulada Kathásaritságara, el «Océano de ríos de cuentos», que es­cribió el bráhman Somadeva entre 1063 y 1081 en lengua sánscrita.
Fuera de la India, la primera traducción del Panchatantra fue la per­sa del año 570, que lleva por título Kalila wa Dimna («Karataka y Damanaka», los dos chacales que protagonizan todo el primer libro del Pan­chatantra), de la que surgen las versiones siriaca y árabe. A su vez, del Kalila wa Dimna árabe se hizo una traducción griega anónima en el si­glo xi, otra hebrea en el siglo XII firmada por Rabi Joel, y de esta última, por fin, Juan de Capua realizó la traducción al latín entre 1262 y 1278 bajo el título Directorium Humanae Vitae, 
Para el lector español la más importante versión del Kalila Wa Dim­na es, sin duda, la realizada por encargo del todavía infante y futuro rey Alfonso X el Sabio: nuestro Calila y Dimna. Actualmente esta obra se conserva en dos manuscritos fechados en 1251, que se encuentran en el monasterio de El Escorial. La influencia del Calila y Dimna en la litera­tura occidental ha sido muy valiosa, y son escasos los compendios de cuentos populares europeos que no contengan alguno del Panchatantra. En España cala en la obra de Ramón Llull y del Arcipreste de Hita, y más concretamente inspira el Libro de los enxiemplos del conde Lucanor et de Patronio, escrito por el infante don Juan Manuel entre 1330 y 1340.
Las fuentes indias han sido determinantes en nuestra tradición lite­raria de las fábulas, pero también hay que tener en cuenta las fuentes de nuestra antigüedad clásica, tales como las fábulas griegas de Hesíodo, Arquíloco, Estesícoro y, fundamentalmente, Esopo; así como las latinas de Horacio, Cicerón, Apuleyo y, fundamentalmente, Fedro. Durante el medievo las tradiciones indias y grecorromanas confluyeron, pero en el Renacimiento se dio mayor protagonismo a las occidentales. Sin em­bargo, las fábulas indias pervivieron en la literatura europea, y florecieron con fuerza en las Fables (1668-1694) de lean de La Fontaine. En España al­canzaron su esplendor en las Fábulas morales (1781) de Félix María Sa- maniego y en las Fábulas literarias (1782) de Tomás de Iriarte. Durante los siglos XIX y XX, los autores españoles que pueden calificarse de fabulis­tas son menos célebres, aunque numerosos; entre ellos hay que resaltar a Antonio de Trueba, Juan Eugenio de Hartzenbusch, Ramón de Campoa- mor y, muy especialmente, al catalán Apelles Mestres, porque fue un entusiasta del arte oriental en todos sus ámbitos.

Tras citar estas referencias literarias del Panchatantra, brevísimas en comparación con la enorme importancia de esta joya de la literatura uni­versal, vamos a recordar su contenido. El Panchatantra, como indica su título, consta de cinco libros, compuestos por numerosas piezas. 
Libro I. Está dedicado a la «Desunión de amigos» y parte del cuento principal, en el que el chacal Damanaka (Dimna) intriga y encizaña, a pe­sar de las llamadas a la prudencia que le hace su «hermano» Karataka (Ca­lila), hasta lograr la desconfianza y el enfrentamiento mutuo de dos ami­gos, el rey león y su protegido el toro. Ambos chacales apoyan sus opiniones sirviéndose de numerosos cuentos, cuyos personajes, bien sean animales, humanos e incluso divinos, narran a su vez más historias moralizadoras, lo cual no quiere decir que su lectura sea edificante sino muchas veces todo lo contrario, pues al lector puede enturbiarle el ánimo la conti­nua mentira o la crueldad y perversidad de algunos personajes. Sin em­bargo, todo el texto está plagado de sabios consejos: «La palabra se ha de emplear donde, dicha, obtenga fruto y dure siempre su efecto, como el co­lor en tela blanca» (Cuento I). De comentarios políticos: «El que sirve a los intereses del rey llega a ser odiado por los súbditos, y el que sirve a los in­tereses de los súbditos es desdeñado por los reyes. Existiendo, pues, tan grande oposición entre ambos intereses, es difícil encontrar uno que a la vez sirva al rey y a la nación» (Cuento III). Y de opiniones originales: «Ri­cos son, distinguidos y celebrados aquí en el mundo, aquellos hombres a cuya casa llegan los amigos para satisfacer alguna necesidad» (Cuento X).
Libro II. Trata sobre la «Adquisición de amigos», y presenta en el cuento principal a sus cuatro protagonistas: un cuervo, un ratón, un cier­vo y una tortuga. A lo largo de múltiples vicisitudes logran salir airosos del peligro gracias a su amistad y colaboración, que combinan sabia­mente contra la adversidad pese a hallarse sin recursos individuales. Pa­radójicamente, este libro que trata sobre la amistad presenta bastantes comentarios antiamistad: «Necio y estúpido es el hombre que se busca un amigo de desigual condición, sea rico o sea pobre, pues de todos mo­dos se expone al ridículo» (Cuento I). O, «Con el enemigo no se ha de contraer alianza, aunque sea con todas las garantías posibles. El agua, por muy caliente que esté, apaga el fuego» (Cuento I). Si bien estas frases no tienen éxito en el contexto, las que ensalzan la amistad y la genero­sidad, aunque más escasas, triunfan en ingeniosos comentarios: «Darla, gozarla o perderla, son los tres caminos de la riqueza; quien ni la da ni la disfruta, la lleva por el tercer camino» (Cuento VI).
Libro III. El tradicional título literario Buhocorvina, suele entender­se como «La guerra entre cuervos y búhos». Este asunto se desarrolla principalmente de noche, porque es cuando el rey de los búhos ataca a los cuervos. El Libro III constituye todo un manual de estrategia políti­ca, tanto de defensa como de ataque, de retirada, de división del enemi­go y de alianza con un tercero, porque: «¿A quién no eleva la unión con un hombre grande? El agua sobre las hojas del loto adquiere el brillo de las perlas». Pero en este caso, finalmente, la victoria de los débiles cuer­vos consiste en introducirse con engaño entre los fuertes búhos para des­truirlos desde dentro. Entre los cuentos secundarios, que sirven para con­firmar las opiniones de cuervos y búhos, resultan muy ilustrativos los del elefante y las liebres, y el del chacal y el león. Aunque no es el úni­co libro en que se detecta un desprecio por lo femenino —lo que resulta chocante en la tradición hindú, cuyo talante es favorable a la mujer y a la energía femenina (sakti)—, hay que denunciar frases tan deplorables como: «Con las mujeres, el enemigo, el mal amigo, y especialmente con las prostitutas, el hombre que procede con sinceridad se arruina» (Cuento I).
Libro IV. A lo largo de sus numerosos cuentos (algunos tan cortos que sólo ocupan una página), se relata cómo «La pérdida de lo adquirido» pue­de empezar por un sorprendente ataque de celos. Todo se desencadena cuando un mono ofrece una sabrosa fruta del árbol jambu en el que vive a un monstruo acuático (el popular y benigno makara indio); el makara, que tiene la delicadeza de llevarle una de las frutas del mono a su monstruosa mujer, se niega a satisfacer el deseo de ella: «El que come diariamente de estos frutos semejantes a la ambrosía tendrá sin duda un corazón de am­brosía. Por tanto si alguna estimación me tienes, por ser tu mujer, propor­cióname el corazón de ése [el mono] para que, comiéndomelo, quede exen­ta de vejez y de muerte y disfrute contigo mucho placer». Ante la negativa del makara, la monstrua disparata: «Tú siempre has hecho lo que yo te he dicho, y no otra cosa; así que ahora sospecho que ése sea mona, y que tú, prendado de ella, te vas allí a pasar todas las horas del día» (Cuento I).
Por este Libro IV se pasean un sinfín de animales tópicos, como la rana vengativa, la serpiente insaciable, el viejo león, el chacal astuto, el burro flaco; también todo tipo de humanos, como un alfarero, un carre­tero, un asceta o un labrador, y originales personajes como el sol, la nube, el viento, la montaña, etc.
Libro V. Comienza advirtiendo contra «La conducta impremedita­da» porque: «Lo que no se haya visto bien, ni conocido, ni oído, ni me­ditado, nunca debe hacerlo el hombre como lo hizo el barbero». Aunque en este Libro V aparecen algunos animales, la mayoría de los protago­nistas de los cuentos son humanos, concretamente monjes y brahmanes, eruditos mentecatos, raksasa demoníacos, y hasta tres extraordinarios personajes: «Un ciego, un giboso y una princesa de tres tetas, [que] sa­naron los tres por tener de cara al destino» (Cuento XII). Otro de los as­pectos exclusivos de este último libro es que el topónimo de partida no es Mahilaropya sino Pátaliputra, la capital imperial de la India antigua (III a.C.-v d.C), cuna de los Maurya y de los Gupta.
El Panchatantra constituye un excepcional vehículo de conoci­miento (yana) del universo indio, y como tal podría proclamarse Pañcatantrayana, porque nos transporta de lo real a lo fantástico continua­mente, rompiendo los límites del tiempo y del espacio, con un pasado indefinido que se convierte en espiral y un medio físico que se transfor­ma en umbral de lo mágico. El Panchatantra es un producto típicamen­te hindú, pues su hilván narrativo va engarzando los cuentos, unos dentro de otros, envolviendo en el metacuento a los protagonistas hasta completar el ciclo, como si se tratara del propio Brahmá jugando, el Alma universal creando lúdica y espontáneamente el mundo y dejando que las almas individuales se purifiquen por su propia experiencia hasta identi­icarse de nuevo con Él, el Absoluto. Extraordinario reparto de papeles: seres de una etnia suprahumana, divinos (deva), tanto con brillo (sura) como sin él (asura), hombres y mujeres junto a animales y personifica­ciones de la naturaleza, todo mezclado, todo lo mismo, configurando el amplio abanico de la condición humana. Nunca es reiterativo, en cual­quier encuentro con el pensamiento indio, insistir en que el hinduismo es claramente monoteísta, a pesar del aspecto politeísta de su imagine­ría de culto y de la fragmentación con la que lo vive el fervor popular.
Respecto a las fábulas, quizá ninguna otra cultura podría tutear a los animales como lo hace la india, porque desde el origen de la civilización del valle del Indo se contempló la naturaleza como el mejor ejemplo del com­portamiento humano. También, hay que tener en cuenta que la ley de las reencarnaciones (samsára), común en todas las religiones de origen indio (hinduismo, budismo y jainismo), plantea la vida animal como una posible existencia previa a la humana, por lo que el respeto a los animales tiene una consideración moral. Aun así, la convivencia cotidiana entre hombres y ani­males en la India contemporánea, rural o urbana, sigue siendo uno de los aspectos más asombrosos para la mentalidad occidental.
La poderosa presencia de la naturaleza, en forma de montañas, ríos, campos y, sobre todo, árboles y plantas, es sobresaliente. Desde las primeras obras artísticas indias, ya sean escénicas, plásticas, musicales o literarias, cualquier autor recrea la madre naturaleza. La lectura del Panchatantra evoca escenas de Kálidása, con los mismos árboles kalpa, jambu, pippal, banyan, y todo tipo de higueras sagradas, cuya umbría siem­pre resulta un grato lugar de reunión. Entre sus páginas se escuchan los raga matutinos y vespertinos, y se admiran las bellísimas yaksiní que dan vida a los árboles de la escultura y la pintura indias.
El Panchatantra es un magnífico reportaje de la India sempiterna, de la no dualidad llevada hasta la mentalidad popular, donde se unifican mitología y costumbre, realidad y fantasía; es un elocuente reflejo del mosaico de emociones que componen la unión india. Al lector español del Panchatantra le ocurrirá hoy lo mismo que al hindú de cualquier época: se sentirá inmerso en la unidad de toda la obra, y sólo permane­cerá un instante suspendido en lo ilusorio. Pero ¡qué instante!

Carmen García-Ormaechea

   El Dekán es la gran meseta que ocupa el centro de la India meridional. Desde los últimos años del siglo V hasta finales del XII estuvo gobernado por la dinastía Cálukya, que consolidó un gran imperio, al que sin duda perteneció el reino de Mihiláropya (el Mahilaropya de nuestro Panchatantra). La cultura de los Cálukya alcanzó un gran es­plendor durante los siglos vi, vii y viii; en el campo de la arquitectura fueron los creado­res de las estructuras religiosas que posteriormente se conocerían como los templos hin­dúes del norte (nágara) y del sur (vimána); en el de la escultura, inventaron la mayoría de los prototipos iconográficos de la imagen de culto de Siva que han llegado hasta la ac­tualidad; y en el de la literatura son los responsables de las riquísimas recopilaciones de textos antiguos en sánscrito, que además mandaron traducir a los principales idiomas de su imperio (kannara, telugu, mahárástn, etc.). Es muy probable que el Pañcatantra se de­biera a la emulación que hizo el rey de Mihiláropya de algún emperador cálukya, pues su comportamiento ejemplar se puso de moda en todas las cortes del imperio.

   Los Purána o «Antiguos» componen una colección muy popular de textos apó­crifos (dieciocho mayores o Mahüpurána, e incontables menores o Upapürána) del hin- duismo y del jainismo que, según la tradición, fueron escritos en sánscrito por Vyasa, el legendario autor del Mahábhárata. De temática mitológica muy diversa, los Purána constituyen una importante fuente literaria e iconográfica, principalmente los dedica­dos a los dioses Visnu y Krisna, así como a los tirthankara o venticuatro profetas jai- nas.

    El término Jataka deriva del sánscrito játi o «nacimiento», y se refiere al con­junto de vidas o reencarnaciones anteriores de Buda, que sirven de enseñanza morali­zante para los fieles budistas. Los Jataka fueron recopilados entre los siglos III a.C. y v, y constituyen una buena documentación costumbrista de la India antigua, además de ser un abundante manantial iconográfico del arte budista. De un total de quinientas cua­renta y siete vidas pretéritas de Buda (divididas en ventidós grupos, siendo las diez últi­mas específicamente distinguidas como Mahánipáta) destacan las principescas (como el Maháyánaka ¡átaka o el Visvantara Jataka), en las que el rey protagonista abandona el lujo palaciego para encontrar la iluminación por la vía ascética (lo cual sólo logrará fi­nalmente el príncipe Siddhártha Gautama, el Buda histórico). Pero mucho más popula­res son las vidas zoomórficas, constantemente representadas en el arte indio: Hamsa Ja­taka («La oca de oro»), Kaccapa Jataka («La tortuga y los patos»), Mahakapi Jataka («El gran mono y el árbol del mango»), Mrigala Játaja («El ciervo bondadoso»), Sasa Jataka («El conejo y la luna»), etc.

   El erudito español José Alemany Bolufer nació en Cullera en 1866 y murió en Madrid en 1934. Fue catedrático de griego en las universidades de Granada y Madrid, y experto sanscritista. En 1908 entró a formar parte de la Real Academia Española, en el mismo año en que tradujo nuestro Panchatantra. También le debemos la traducción del Hitopadesa (1895), así como una edición del Calila y Dimna (1915).

   Hitopadesa significa literalmente «Enseñanzas útiles» y constituye una de las primeras interpretaciones indias del Panchatantra, además de ser frecuentemente tra­ducido a lenguas occidentales, entre las que cabe destacar la española que José Alemany Bolufer realizó en 1895. El Hitopadesa consta de cuatro libros escritos en sánscrito, que tratan de la amistad, la paz y la guerra, para concluir con sagaces comentarios sobre el buen hacer político. Aunque la atribución a Sri Náráyana es legendaria (también se atri­buye al propio Visnusarman), pudo escribirlo cualquier otro bráhman de la corte Sena, cuyos soberanos reinaron sobre Bengala y Bihar desde el siglo XI al Xill.

   El Pañcákhyanaka o Pañcákhyánoddhára es una versión del Panchatantra que pone el énfasis en la relación con los ¡átaka. Llegó a ser un libro escolar en los monaste­rios jainas del oeste de la India, entre los que se cuentan impresionantes conjuntos arqui­tectónicos de mármol blanco, como los de Palitana, Mont Abu y Ranakpur.

   Reúne trescientos cincuenta cuentos que deben mucho al Panchatantra, pero ge­neralmente se relacionan más con Las mil y una noches.

   Del Directorium Humanae Vitae surgieron durante la Edad Media numerosas traducciones a lenguas europeas, como la castellana titulada Ejemplario contra los en­gaños y peligros del mundo, que fue impresa en Zaragoza en 1493.

   El Libro de los enxiemplos del conde Lucanor et de Patronio bebe de otras fuentes asiáticas, como el Sendebar y el Barlaam y Josafat, amén de muchas más occidentales.

   Apel les Mestres (Barcelona, 1854-1936) fue un ilustre catalán «finisecular», a caballo entre el romanticismo y el modernismo. Entre su copiosa obra literaria y obra
plástica resaltan, en relación con el orientalismo, sus narraciones gráficas Cuentos vivos (1881), con las que se se distingue como introductor de esta modalidad en España, y su meritoria antología de Poesía xinesa (1925).

   En la presente edición el número total de cuentos no coincide exactamente con el original indio: son sesenta y tres en lugar de setenta y tres, pues el número de piezas en cada libro se altera, salvo en el Libro I, que presenta íntegros los veintidós cuentos, y en el Libro V, que lo hace con los quince. El Libro 1 se ajusta fielmente al original, gra- 1 i.is indudablemente a la sólida presencia que en la tradición española tiene el Calila y Dimna. Sin embargo, el Libro II ofrece seis capítulos, uno menos que el Pañcatantra in­dio; el Libro III, sólo cuatro de los diecisiete originales; y el Libro IV, por el contrario, aumenta a dieciséis los doce tradicionales.

Ataquen Río Grande Operación Mikado – Jorge Muñoz

153 páginas
23 x 15 cm.
Instituto de Publicaciones Navales, 2005
Encuadernación: rústica

Precio para Argentina: 80 pesos
Precio internacional: 20 euros

¡ATAQUEN RIO GRANDE! Fue la orden surgida en el más alto nivel del gabinete de guerra británico cuando los Super Etendard de la Fuerza Aeronaval Argentina, mediante dos Exocet, hundieron durante la batalla por Malvinas, el destructor HMS Sheffield.
En éste, su quinto libro sobre aspectos poco conocidos de la gesta de 1982, el investigador e historiador Jorge Muñoz, nos da a conocer todos los detalles que dieron paso a la Operación de Comandos Británicos SAS, cuyo nombre en clave fue MIKADO.
La historia de este episodio no tiene un protagonista único sino, por el contrario, testifica el papel de diversos componentes y su silenciosa pero activa participación en la defensa de nuestro territorio continental.
El apasionante relato deja al descubierto, através de una nutrida documentación, no sólo la firme decisión británica de llevar la guerra a nuestro continente sino también el fracaso de todos los intentos de tropas especíales por destruir la Base Aeronaval Almirante Quijada y terminar con los ataques de nuestros Super Etendard.
En esa sorda confrontación entre especialistas surge nítidamente la eficacia de nuestras defensas, en ese momento y lugar, encar­nadas principalmente por la Brigada de Infantería de Marina N° 1 y Ia Fuerza de Infantería de Marina N° 1.
Este frente defensivo reforzado con núcleos diversos de armas de Ejército, Fuerza Aérea y unidades navales constituyó sin lugar a dudas la pared inconmovible contra la cual chocaron todas las pretensiones del enemigo en procura de destruir el arma ofensiva que desvelaba a los mandos británicos: la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque.
No escapa a esta historia el papel cumplido por la Junta Militar chilena de ese momento, cuyas propias y posteriores declaraciones vinieron a confirmar su ambiguo proceder.

ÍNDICE

Prólogo 9
Prólogo de los editores 15
¡Ataquen Río Grande! (Operación Mikado) 19
Introducción 21
Super Etendard-Exocet 27
La Brigada de IM N° 1 37
Base Aeronaval Almirante Quijada 47
Defensa del área 55
La opción continental 77
Se moviliza el SAS 89
La posición chilena 99
Se lanza la Operación Mikado 107
Comienza la búsqueda 119
El Sea King incursor en suelo chileno 127
El último intento 135
Conclusión 153
Bibliografía 159
Organización Administrativa del COIM. Marzo 1982 161

PRÓLOGO

La reunión del 4 de mayo de 1982 en la Cámara de los Comunes del Reino Unido prometía ser diferente de otras tan­tas que habían tenido lugar desde el conflicto de Suez. En ver­dad para encontrar un ambiente similar en Londres había que remontarse a los días de la Segunda Gran Guerra y a su so­lemne atmósfera de consternación. Esta vez, la opinión públi­ca londinense se filtraba dentro del recinto de la Honorable Cámara agregando mucho desconcierto e incredulidad. En el fondo, la pregunta se olfateaba en todas partes y podía sinteti­zarse en pocas palabras: ¿Cómo pudo ocurrir algo así?
Dentro del recinto había caído la noche, en más de un sen­tido, y el secretario de Defensa británico, John Nott, ojeroso y demudado, esperaba pacientemente que le cedieran la pala­bra. Hasta que finalmente el portavoz de la Casa, Bernard Wea- therill, siguiendo una tradición centenaria, llamó al orden y preguntó a los Honorables Miembros de la Cámara si el Hono­rable Secretario de Defensa contaba con la autorización para hacer uso de su honorable palabra. Un coro de voces altisonan­tes le respondió en inglés antiguo: ¡Aye! (¡Sí!)
Nott carraspeó, aclaró su voz como pudo y comenzó a dar explicaciones, como un chico en la escuela primaria tratando de convencer a su director:
-Yo había dicho anteriormente en esta Cámara que se es­peraban ataques argentinos sobre nuestras fuerzas. Lamento informar a esta Casa que los ataques se han concretado… Esta tarde, mientras realizaba tareas dentro de la Zona de Exclu­sión Total de las islas, el destructor Sheffield fue atacado con misiles… Se generó un incendió que está fuera de control, por lo que se ordenó a la tripulación abandonar la nave… Se ha res­catado a su Comandante y a casi la totalidad de la tripula­ción… Sin embargo, lamento decirles que de acuerdo con las estimaciones iniciales hay doce desaparecidos, y es muy proba­ble que el número de bajas sea aún mayor.
El honorable John Stokes, representante por Halesowen y Stourbridge, no se hizo esperar en la réplica:
-¿Mi honorable correligionario, se da cuenta de que esta noche los ojos de la nación están puestos sobre nosotros? Como alguien que ha permanecido en esta Cámara durante doce años y que peleó una guerra a lo largo de otros seis, me veo en la obligación de advertirle que esta noche veo signos de pánico a ambos lados de la Cámara…
Cuando Nott intentaba contestarle fue interrumpido por el Honorable Ian Mikardo representante por Bethnal Green y Bow:
-En medio de la congoja que todos compartimos y que fue expresada por ambos lados de la Cámara, ¿podría el Honora­ble Caballero decirnos si la Primera Ministra todavía nos invita a regocijarnos?
La pregunta no había sido formulada con soma, pero la ironía era evidente. Nott intentó una respuesta evasiva:
-No haré comentarios al respecto, pero mucho me temo que deberé corregir mi información anterior. Inicialmente dije que en el Sheffield había doce hombres desaparecidos, pero me aca­ban de comunicar que el número de muertos podría ascender a treinta. Realmente, a esta altura no dispongo de informes confirmados por lo que estimo que sería conveniente esperar hasta mañana para…
Lo interrumpieron de nuevo, estaba claro que el Honora­ble Secretario de Defensa no las tenía todas consigo. Si bien el ambiente de la Cámara no era marcadamente hostil, se podía percibir que los Comunes exigían precisiones e iniciativas po­líticas que el Ejecutivo en esos momentos no tenía. Por sobre todo, y aun cuando no se había manifestado abiertamente, es­taba implícita la exigencia de ver por allí la cara de Margaret Thatcher. No fue posible echarle el lazo a la Primera Ministra al día siguiente, miércoles 5 de mayo, porque a lo largo de la extensa sesión de ese día sólo hubo tiempo para que un atribu­lado John Nott -a quien se agregó un no menos confundido ministro de Relaciones Exteriores, Francis Pym- fuera prácti­camente interpelado y obligado a dar explicaciones sobre el desastre del Sheffield. La reunión fue agitada y los dos fueron sistemáticamente vapuleados por los miembros de la Cámara, incluyendo la intervención muy especial de Martin Flannery, representante de la ciudad de Sheffield, el lector imaginará por qué. Francamente, el capitán de corbeta Augusto Bedacarratz y el teniente de fragata Armando Mayora, pilotos de los Super Etendard de la Aviación Naval de la Armada Argentina que habían mandado 4.000 toneladas de orgullo inglés al fon­do del Atlántico Sur, habían levantado una polvareda que da­ría mucha tela para cortar…
Con afán de artesano y pluma fluida, Jorge Muñoz vuelve a deleitar a los lectores con otra obra relacionada con la Gue­rra de Malvinas, producto de una minuciosa y bien documen­tada investigación. Esta vez el autor se refiere a las conse­cuencias directas e indirectas de uno de los acontecimientos más singulares del conflicto, el hundimiento del destructor HMS Sheffield, cuya importancia el lector intuirá objetivamen­te y sin agregado alguno a partir de lo que acaba de leer al comienzo de este prólogo. Si bien el impacto inicial pareció di­luirse en el continuum de la niebla clausewitziana que siem­pre caracteriza las contiendas libradas en el campo de Marte, los misiles Exocet lanzados por Bedacarratz y Mayora signifi­caron bastante más de lo que parecía a primera vista. Deje­mos que exprese con sus propias palabras el almirante Sandy Woodward, Comandante de la Fuerza de Tareas que volvió a escamotearnos las islas para el león británico: Era un día que se abría camino para ingresar en el folklore naval: una nave británica alcanzada por misiles enemigos… Primer ataque im­portante al pabellón inglés por décadas. Me preguntaba a mi mismo cómo estaba metido en el medio de todo esto. Yo no ha­bía pedido figurar en ningún libro de historia. Tampoco lo había pedido la tripulación del Sheffield… Y muchos de ellos habían muerto.
Muñoz nos cuenta qué pasó a partir de ese 4 de mayo de 1982 y por qué y cómo la Primera Ministra Thatcher impartió personalmente una directiva casi visceral para dar cuenta de los atrevidos criollos de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque que, saliéndose de todo libreto previsible, osa­ban quitarle el sueño. A cualquier precio había que borrar del mapa a los diez aviadores navales que volaban desde la Base Aeronaval de Río Grande, a sus aviones y su armamento, y si fuera menester quienes ejecutaban el ajuste de cuentas esta­ban autorizados para perecer en el intento… Así, los británicos lanzaron operaciones de Comandos del SAS, casi suicida, que respondía al nombre código de Mikado.
El autor pone su ojo crítico y curioso en la Isla Grande de Tierra del Fuego, centro de gravedad de Mikado, donde librá­bamos nuestra pequeña batalla de todos los días. En Río Grande se encontraba gran parte de la Aviación Naval de la Armada, acabada expresión de un conjunto de profesionales incompa­rable al que casi nadie -salvo en el exterior, que los profetas siempre dan vueltas en tierra ajena- hizo justicia en la medi­da de sus merecimientos. Para justificar tamaña omisión no pocos se refugiarán cómodamente en el pretexto del estilo me­surado y parco que caracteriza a los hombres de mar, donde el reconocimiento se pierde en el laberinto de la sobriedad. Pues bien, una vez más Muñoz rescata los hechos rompiendo con una suerte de apatismo avaro que en ocasiones impide ilumi­nar los nombres de quienes deberían ser recordados por una sociedad a la que jamás le reclamaron que se ocupara de ellos, aunque más no fuera para mostrar sin adornos el mérito de una tarea bien hecha. Y el autor no se olvida de la Infantería de Marina, que con su proverbial eficiencia enfrentó exitosa­mente el desafío de custodiar hombres y medios en una base de operaciones que la lógica del conflicto señalaba como candidata natural a las travesuras del enemigo que hollaba nuestro Atlántico Sur, pero que también nos pisaba los talones desde allende los Andes.
Tarea nada fácil y tanto más encomiable la de Muñoz, a poco que se tenga en cuenta que todavía subsisten algunos aspectos oscuros y discutibles sobre el episodio puntual y con­trovertido del Conflicto del Atlántico Sur, entre otras razones porque arrastra connotaciones estratégicas, diplomáticas y políticas; en cualquier caso, su empeño merece el agradecimien­to de los hombres de la Armada. Estimado lector, la verdad histórica y definitiva sobre Mikado y los detalles que Muñoz explora con meticulosidad de cirujano todavía está sujeta a final abierto, algo que con relativa frecuencia sucede cuando se trata de reconstruir la actividad más compleja del hombre: la guerra. Adicionalmente, resulta saludable no perder de vis­ta que gran parte de la información proviene de fuentes mane­jadas por el Gobierno del Reino Unido, maestro en el sutil arte de desinformar. Mientras tanto, disfrutemos nuevamente de esta invalorable contribución de Jorge Muñoz, y a felicitarlo. Va de suyo que se lo ha ganado en buena ley.

Jorge Luis Colombo
Capitán de navio (RE)
Comandante de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque durante la Guerra de Malvinas

 

PRÓLOGO DE LOS EDITORES

En esta obra se expone el resultado de un trabajo meticu­loso de investigación por parte de Jorge Muñoz quien, a través de información oficial argentina, británica y chilena, de libros publicados en Estados Unidos y en Europa, y de entrevistas con los actores de los sucesos, nos ofrece el relato de las opera­ciones desarrolladas por las fuerzas británicas durante la Gue­rra de Malvinas con el objetivo de neutralizar los ataques ae­ronavales argentinos que provenían de la Base Aeronaval Almirante Quijada en Río Grande, Tierra del Fuego.
Hasta este momento de dichas operaciones sólo se cono­cían parcialmente algunos hechos. El principal, el aterrizaje en territorio chileno de un helicóptero Sea King que transpor­taba comandos británicos y algunas detecciones de blancos radar por parte de unidades navales de superficie y de unida­des terrestres.
Luego de su exhaustiva investigación y análisis el autor logra armar el rompecabezas que conformaba este escenario y ofrecer a los lectores la reconstrucción de los intentos británi­cos por atacar Río Grande.
Aquí se expone el éxito de las fuerzas propias en la defen­sa de los medios que causaban más preocupación a la Fuerza de Tareas que comandaba el almirante Sandy Woodward: las aeronaves Super Etendard de la Armada Argentina. Nunca se había hablado ni escrito sobre esta operación. Nunca, pese a tratarse de una victoria vernácula, había encontrado un espa­cio donde se relatara lo sucedido y brindara justo homenaje a los participantes.
Habiendo transcurrido más de veinte años de aquellas acciones el Instituto de Publicaciones Navales, ofrece esta obra dentro de un contexto internacional que ha cambiado com­pletamente, en particular en lo que hace a la política exterior argentina.
Todo lo actuado, militar y políticamente, por las dos nacio­nes enfrentadas resulta coherente con la situación bélica en desarrollo. La posición de posible respaldo encubierto de la her­mana República de Chile, en las área operacional y logística, a las fuerzas británicas también guarda coherencia con las rela­ciones bilaterales vigentes desde la crisis de límites de 1978.
Afortunadamente ambos contextos han sido superados. El conflicto por nuestras islas Malvinas, si bien continúa abierto por razones de soberanía, se desenvuelve en foros distintos y con las acciones diplomáticas que fueron habituales hasta 1981. En lo que hace a la posición chilena a nadie escapa el profundo acercamiento que une actualmente a ambas repúblicas. La si­tuación relatada sólo refleja un hecho negativo de oportunidad en una relación de hermandad que alcanza a toda su existen­cia como naciones libres y soberanas.
Lo que aquí se expone son hechos de un conflicto bélico pasado, quizás el último de su tipo para la historia universal. Un pasado propio cargado de gloria, si bien no debida a una victoria militar, pero con toda seguridad consecuencia del desempeño heroico de todos nuestros hombres.
A través de estas páginas los editores se han propuesto enriquecer el conocimiento de la Gesta de Malvinas con el re­lato de uno de los acontecimientos menos conocido.
Siempre existe cierto riesgo en este tipo de obra cuando la historia es reciente y los actores pueden acceder a sus páginas. Ha sido producida con toda la información obtenida al hurgar en históricos cajones cerrados. Nada ha sido dejado de lado ni nada se ha agregado. Todo tras el único objetivo de difundir nuestra epopeya y honrar a quienes participaron; sean más, o menos, conocidos; se los mencione más, o se los mencione me­nos. Si algo no ha llegado a nuestras manos o lo hecho está en una versión diferente, pedimos a quien corresponda nuestras sinceras disculpas; nuestro objetivo es destacar actitudes y no esconder verdades.
El éxito ha sido de todos ellos, de los actores en esta obra, y creemos que tiene además el gran mérito de estar sustentado en acciones que no tuvieron la misma repercusión pública que otras, pero que muestran la eficiencia de nuestra Armada en una operación defensiva que pudo forzar a la Armada Bri­tánica a cambiar sus planes operativos y seguir sufriendo en silencio la espada de Damocles que significaba la dupla SUE/ Exocet.
Con este Título nuestra Colección Malvinas continúa in­corporando obras muy solicitadas por nuestros lectores, nacio­nales y extranjeros. El tema y el haber traído hasta nuestros días escenas olvidadas o perdidas de una epopeya de nuestros soldados despierta interés en un mundo donde los valores soli­darios han sido reemplazados por los intereses económicos.
La guerra no es deseada pero la ambición humana y el empleo malintencionado del poder por cualquiera de las par­tes, eventualmente llevan a ella. No destacamos ni analiza­mos las razones políticas del enfrentamiento, destacamos el valor de quienes con poco hicieron mucho sin olvidar nunca el juramento de …y defenderla hasta perder la vida…
A todos ellos, muchas gracias por ser argentinos.

Instituto de Publicaciones Navales Editores

INTRODUCCIÓN

Los británicos estaban preparándose para atacar bases militares en el territorio continental de la Argentina. Esto ha­bría elevado de manera sustancial el nivel de los combatientes. Nuestra comunidad de inteligencia confirmó que había prepa­rativos en marcha para un ataque de esa naturaleza. Llamé a Margaret Thatcher para decirle que, si bien apoyábamos ple­namente el esfuerzo de Gran Bretaña para recuperar Malvi­nas, creíamos peligroso extender la guerra al territorio conti­nental sudamericano. Margaret me escuchó hasta el final pero, en una demostración del carácter de hierro por el que es famo­sa, se mantuvo firme. No pude convencerla que se comprome­tiera a no invadir, y durante varios días esperamos un ataque nocturno de aviones británicos al continente, ataque que final­mente nunca se concretó.
Ronald Reagan
Memorias inéditas del ex presidente de los EE.UU.

 

INTRODUCCION
Cuando en la mañana del 4 de mayo de 1982, en plena guerra de Malvinas, un Misil Exocet AM-39 disparado desde un avión Super Etendard (SUE) de la Aviación Naval Argenti­na logró impactar en el destructor inglés HMS Sheffield pro­vocando su destrucción y posterior hundimiento, se dio comien­zo no sólo a un impresionante e inédito capítulo de la guerra misilística, sino también a un episodio casi olvidado de la con­frontación bélica, la Operación Mirado, nombre en clave que los mandos británicos dieron al plan que tuvo como objetivo atacar la base aeronaval Almirante Quijada situada en Río Grande, Tierra del Fuego, con objeto de destruir los aviones Super Etendard juntamente con los misiles Exocet AM-39 y eliminar a los diez pilotos que operaban la letal combinación.
Ciertamente la Operación Mikado fue un operativo de mínima pués según los comentarios sobre el polémico libro del historiador inglés Lawrence Freedman sobre la guerra de Mal­vinas, basado en documentos secretos de Londres, aparecido a mediados de 2005, Gran Bretaña, entre otros planes, contem­pló para la recuperación de Malvinas no un ataque único sobre las mismas desde el mar, a un notable precio, sino que basado en la colaboración con el gobierno chileno, invadiría Tierra del Fuego. Para los mandos británicos existía la atrayente posibi­lidad de tener éxito, contando con el elemento sorpresa, sobre un objetivo militar más desguarnecido que Malvinas. Según los estrategas británicos la provincia argentina estaba escasa­mente poblada, poco defendida, poseía dos campos de aterriza­je en Río Grande y Ushuaia y de ser capturada se obtendrían cuatro notables beneficios: 1) el costo de la operación sería menor que largarse directamente sobre Malvinas. 2) Seguramen­te produciría un impacto emocional importante en el sentimien­to nacional argentino, induciéndolo rápidamente a considerar su irremediable derrota. 3) Serían aprovechadas las instala­ciones militares argentinas, que de no ser capturadas, serían utilizadas contra las fuerzas británicas. 4) El territorio ocupa­do podría utilizarse como prenda de cambio por Malvinas. No obstante existía en medio de todo ello un riesgo importante a tener en cuenta. Sin despreciar que en sentido contrario, los argentinos, heridos en su orgullo se pondrían aún más belico­sos, la Task Forcé estaría muy al alcance de la marina argenti­na y además desde las otras bases continentales se iniciarían raids aéreos imparables sobre Tierra del Fuego. Por supuesto la cooperación chilena tenía sus límites y si bien Chile tenía un interés estratégico en un éxito británico, había que ver has­ta que punto este país podría soportar las presiones regionales por adoptar, abiertamente, una posición no neutral.
Haya sido esto un plan más de la guerra o una de las tan­tas ideas estrátegicas del oponente, lo cierto es que existió, pero que también fue desechado para dar paso al plan de míni­ma. En realidad la Operación Mikado bien podría haberse de­nominado “la operación que no fue” ya que la misma se intentó llevar a cabo en tres fases distintas, empleando medios diver­sos, y en ninguna de ellas sus ejecutores lograron concretar mínimamente sus propósitos. La primera tentativa fue una incursión de comandos helitransportados que llegaron cerca del objetivo, pero allí las medidas implementadas por las de­fensas les imposibilitaron cumplir su misión. La segunda fase de la operación, consecutiva de la primera, consistía en tratar de hacer llegar a la base de Río Grande un avión Hércules con tropas para un golpe de mano tipo Entebbe pero tuvo que ser abortada en un tramo avanzado de su vuelo por no contar con las garantías suficientes que le aseguraran éxito. El tercer in­tento se trató de cumplir por medio de incursión de comandos anfibios que tras ser lanzados en botes desde un submarino debían irrumpir en las playas de Tierra del Fuego, pero, según la versión británica, una vez completados todos los preparati­vos la maniobra no fue puesta en marcha ya que conforme a sus propios dichos: los sorprendió…. la finalización de la con­tienda. De más está decir que los tres intentos fracasaron.
El hundimiento del destructor británico Sheffield, produ­cido por la acción de nuestra Fuerza Aeronaval que empleó eficientemente la conjunción del avión Super Etendard (SUE) y el misil Exocet, marcó no sólo un hito en el desarrollo futuro de la guerra sino que determinó, en ese momento, una consi­deración táctica fundamental. La aviación argentina en la medida que contara con una suficiente provisión de misiles Exocet iba a poder contrarrestar y anular la acción de cual­quier buque británico, aun de los más poderosos. Desde ese simple punto de vista la Fuerza de Tareas británica no tenía mayores posibilidades de salir airosa. Fue por ello que el pro­blema atrajo poderosamente las miradas de la cabeza del cuar­tel en Northwood, Inglaterra, cuyos componentes habían com­probado, con un alto costo militar y político, que los argentinos mediante la utilización de modernos medios a su alcance esta­ban en condiciones de hundir una gran parte de la flota y más aún, ante la probabilidad de obtener una mayor cantidad de Exocet AM-39 podían llegar a ganar esa guerra. Esta preocu­pación estaba compartida con el principal destinatario de los ataques con Exocet, el Comandante de la Fuerza de Tareas, almirante sir John “Sandy” Woodward, quien clamó a sus mandos una solución inmediata al problema. De esa honda pre­ocupación Woodward dio cuenta al relatar en sus memorias el día 15 de mayo: Ahora bien, nuestros grupos de inteligencia decían que los argentinos habían comenzado esta guerra con unos cinco de esos misiles [Exocet] en particular, lo cual quería decir que, si disparaban los otros tres yo perdería una, tal vez dos naves más. Lo que resultaría mucho peor era la posibili­dad de que lograran conseguir otro cargamento de misiles y hasta había rumores, allá en Londres, de que [los argentinos] estaban negociando por una cantidad superior a los cuarenta. Con un arsenal como ese, aun cuando su promedio de efectivi­dad se redujera a la mitad rápidamente resultaría fatal para toda nuestra operación. El hecho era que debíamos detenerlos. El asunto era: ¿cómo? 
Ya finalizada la guerra en un artículo titulado “Charlando con el enemigo” para el diario La Nación de Buenos Aires, el almirante Woodward reconoció la eficacia de la dupla SUE- Exocet: Me obligaron a irme con la flota muy hacia el Este de las islas y eso me costó muchísimo. Migran temor fueron siem­pre ustedes [los aviadores navales] y los misiles Exocet […] Real­mente me arruinaron la vida en Malvinas. 
Concretamente los mandos militares británicos abrigaban la certeza de que después del primer lanzamiento de dos Exo­cet le quedaban a las fuerzas argentinas sólo tres misiles AM- 39, pero tal convicción no pudo evitar que la inteligente dosifi­cación de esta amenaza, latente a lo largo de todo el conflicto por parte de nuestros mandos navales, afectara significativa­mente el normal desarrollo de las operaciones de la flota britá­nica. En tal sentido nuestros negociadores en Francia, además de no cejar en su empeño de conseguir más misiles, sembraron dudas para confundir a la inteligencia británica. Una prueba de esa correcta administración de medios fue que a fines de mayo cuando quedaba un solo Exocet, con el propósito de evi­tar un posible daño ante un ataque a Río Grande, el Comando de Aviación Naval dispuso que una sección de SUE regresara a la base aeronaval Comandante Espora, próxima a Bahía Blan­ca, para iniciar su adiestramiento en lanzamiento nocturno de misiles. Esta medida, que hubiera causado una verdadera sor­presa táctica para los buques ingleses que operaban impune­mente de noche, estuvo basada en la cierta posibilidad que siem­pre se albergó de obtener más Exocet AM-39.
Dentro de todos los estamentos militares y políticos britá­nicos había cundido la alarma y una clara prueba de ello fue el angustioso pedido que efectuó el día 5 de mayo desde su banca el diputado conservador Ian Lloyd: Inutilicen a la aviación [naval] argentina para que no sigan hostigando a la fuerza de intervención británica. Los argentinos deben perder la ca­pacidad de utilizar sus aviones portamisiles desde las pistas situadas en tierra. Entre otras consideraciones el legislador inglés reclamó, junto con otros 19 diputados de su partido: Que se impida, con las medidas que hagan falta, que los argenti­nos puedan seguir infligiendo a la flota británica pérdidas irreparables, 
Fue por ello que, sin dejar de lado su accionar ofensivo sobre Malvinas los británicos tomaron sin demoras las medi­das necesarias para impedir que el gobierno argentino pudie­ra hacerse de un mayor número de misiles Exocet Aire-Mar y sin perjuicio de ello ordenaron la pronta ejecución de un plan para atacar bases aéreas de la Argentina continental en espe­cial aquella que albergaba la combinación SUE-Exocet. La con­tundente orden emitida desde la más alta conducción política- militar británica fue: ¡Ataquen Río Grande!
Pero si bien las medidas tomadas por el gobierno británi­co para impedir que los agentes argentinos obtuvieran una mayor provisión de Exocet logró un buen resultado, no tuvie­ron tanta suerte en concretar un ataque contra la base aerona­val de Río Grande desde donde despegaba la 2a Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque y sus temibles cargas, pues ello fue obstaculizado, además de las defensas navales y aéreas, por el accionar de dos unidades de la Armada: la Fuerza de Infantería de Marina N° 1 y la Brigada de Infantería de Mari­na N° 1. Estas unidades de Infantería reforzaron la seguridad existente en el ámbito interno de la Base, desarrollando un plan de defensa que, entre otras medidas, dispuso utilizar en forma centralizada las armas antiaéreas allí existentes e ins­talar en el perímetro externo minas de circunstancia inten­tando conformar, en líneas variables, un contorno oval que de­bió haber alcanzado, aproximadamente, 12.000 metros de longitud, sin llegar a completarse al final del conflicto. De igual forma y siempre con la idea de ajustar las medidas que ofrecie­ran una mayor protección a toda el área, parte del personal de la Brigada de Infantería N° 1 fue destinada a reforzar el perí­metro de la zona, próximo a la costa, donde se encontraba un radar de la Fuerza Aérea ubicado sobre la ruta nacional Nro.3, entre la localidad de Río Grande y la Misión Salesiana.
El presente libro contiene el relato de una acción casi in­advertida de la batalla por Malvinas. Es el triunfo de las ar­mas sin proyecciones estruendosas y es un homenaje a todos los efectivos militares, en especial de la nuestra Infantería de Marina que, desde los más recónditos puestos de servicio, po­sibilitaron con su labor la ejecución de muchas de las más es­pectaculares hazañas de la gesta.
Luego de tres años de investigación, este libro se concluyó a mediados del 2005. Para ese entonces apareció publicado en Londres el libro en tres tomos Oficial History of the Falklands Campaign de editorial Frank Cass Ltd-Routledge, cuyo autor es el historiador inglés Lawrence Freedman. Una lectura so­mera de sus principales enunciados, tal como dijera nuestro canciller en sus declaraciones del día 18 de julio ppdo. “Su con­tenido no agrega nada sustancial de lo que ya sabíamos”. Es decir, se mantiene vigente el secreto por 30 años decretado en el Reino Unido para que no se devele lo que no conviene reve­lar. Y agrego yo. Como segunda intención se intuye claramen­te que: si algo es declarado, que sea de tal forma que todo lo que hace al accionar británico quede bien parado; que si hubo un mal manejo de elementos comprometedores -ej. material nuclear a bordo de naves de guerra-, el mismo sea ambiguo: “estuvieron, aunque no en todos los barcos, y no era para usar­lo”. La otra forma evidente de continuar la guerra psicológica es que resaltando nuestros errores nuestro orgullo nacional sea cada vez menor.
Respecto del tema que nos convoca debemos decir que nues­tro otrora oponente continúa con su política de resaltar sus éxitos y disimular sus fracasos. En este caso, por mencionar un punto al respecto, dicen que la operación Mikado se malo­gró: porque el mal tiempo los obligó a abortarla a sólo 70 kiló­metros del objetivo. Desde cuándo a los famosos SAS el clima les impide una operación? Claro, lo que les cuesta decir es de qué manera la eficacia de las defensas argentinas les impidie­ron accionar y cómo debieron huir en condiciones lastimosas hacia una frontera más acogedora.
La historia oficial inglesa sobre la Guerra de Malvinas contempla también un episodio, no por cierto novedoso. La co­laboración anglo-chilena. Ese tema, de ninguna manera me­nor, es tratado en uno de los capítulos del presente libro.

DISCURSOS Tomo V (Discursos sobre arte y discursos en congresos) – Adolf Hitler

288 páginas
medidas: 14,5 x 21 cm.
Ediciones Sieghels
2014
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
Precio para Argentina: 120 pesos
Precio internacional: 14 euros

Los discursos de Adolf Hitler creemos son la mejor forma de conocer su pensamiento, ya que si bien “Mi Lucha” es el único libro que ha escrito, este no llega a contener todas sus ideas, siendo más bien una obra de lucha política y no la plasmación de todas ellas, aunque sí estén bosquejadas las esenciales. Lo convierte también en insuficiente lo limitado de sus fines de la época y sobre todo a lo temprano de su escritura, por lo que se pueden apreciar aquí lo mucho que han evolucionado y madurado las ideas de Hitler en sus 20 años de actividad política que transcurrieron desde que se editó por primera vez aquel y sus últimos discursos, aunque intentan mantener la misma esencia. En sus discursos Hitler puede explayarse sobre los más diversos temas y puede además fundamentarlos con hechos y verificarlos con su obra de gobierno, lo que les da una mayor autoridad e importancia, pues de nada sirven las palabras sin los hechos.
Lo que Hitler dice en ellos ha tenido una gran coherencia con todo lo que ha realizado y con los testimonios que nos llegan de todas las personas que tuvieron contacto con él.
Si se reúne sus discursos con el libro sobre entrevistas con Hitler, el Mi Lucha (o el “Mi doctrina”), junto a una gran cantidad de memorias de personas allegadas, o que tuvieron contacto con él en algún momento, y algunas de los títulos sobre las obras de gobierno y teoría del NSDAP se puede tener una imagen lo suficientemente amplia y acabada de Hitler, cualquiera sea la valoración que de él se haga, recurriendo, por fin, a los documentos de primera mano y no a la interminable lista de rumores y preconceptos, generalmente contrapuestos, que se vierten sin previa verificación.
Esperamos poder brindarle esa posibilidad a la historia emprendiendo la tarea de editar las obras completas de Hitler.

ÍNDICE

Discursos sobre arte
El nacionalsocialismo como visión del mundo 8
En el Día de la Cultura de 1933
En el Día de la Cultura de 1934 18
Discurso sobre la cultura en el Congreso del Partido del Reich 31
Nuremberg, 1935
El Congreso Cultural de 1936 47
En la Convención de la Cultura en la Casa de la Opera 1937 62
En el Congreso Cultural de 1938 75
Discurso sobre la Cancillería del Reich 89
Discursos en los Congresos del Partido
Apertura del Congreso de Nüremberg de 1933 95
“Un reino del honor, de la fidelidad y de la honestidad”
Clausura del Congreso del NSDAP de Nüremberg de 1933 109
La jerarquía de los dirigentes nacionalsocialistas y la misión europea de Alemania
Apertura del Congreso del NSDAP en Nuremberg en 1935 124
Por la libertad alemana. Tres alocuciones del Führer.
Clausura del Congreso de Nüremberg de 1935 143
Clausura del octavo Congreso Nacionalsocialista 160
14 de Septiembre de 1936
Discurso en Nuremberg 1936 a las mujeres del NSDAP 178
Apertura al congreso de Nüremberg de 1937 182
Clausura del congreso del NSDAP en Nuremberg 197
13 de septiembre de 1937
Apertura del Congreso del NSDAP de 1934 222
Apertura del Congreso de 1938 256
Clausura del Congreso del partido. 1938 268

PRESENTACIÓN

Ediciones Sieghels se complace en intentar realizar por primera vez una edición de “Obras completas de Hitler”, aunque sabemos que la tarea es desde ya imposible, dado la enorme cantidad de discursos que Hitler daba. Adolf Hitler debe ser, sin que se nos ocurra competidor, la personalidad que más discursos ha dado en la historia. De hecho, de muchos de ellos no han quedado registros siquiera por lo que será siempre una obra inconclusa, pero sí intentará ser lo más amplia posible.
El mérito en realidad todavía no es nuestro, pues en principio, con estos primeros 5 tomos, no hacemos más que recopilar y revisar el trabajo que ya han hecho otros antes que nosotros.
Debemos agradecer antes que nada a ediciones Avalon por habernos cedido su trabajo de recopilación y traducción, que a su vez contenía también el trabajo ya realizado por Cedade en España y ed. Milicia en Argentina, a los que también tenemos que estarles agradecidos por la contribución realizada al conocimiento del pensamiento y obra de Adolf Hitler.
En estos primeros 5 tomos apenas hemos agregado alguna pequeña traducción o completado discursos o proclamas que estaban muy levemente incompletos, pero, aunque creemos ya se publica aquí lo más importante, esperamos en el futuro seguir sacando tomos con otros escritos menos conocidos, o al menos seguir editando memorias de personas allegadas a Hitler para que el lector, así lo quiera alabar o defenestrar, tenga todos los elementos necesarios para hacerse una real idea del pensamiento y la personalidad de Hitler. Para bien o para mal sigue siendo la persona más famosa de la historia y sobre la que más tinta se derrama, por lo que es esencial que las fuentes de primera mano estén disponibles para los interesados y se pueda, así, evitar la mala costumbre de ser totalmente imparcial y citar fuentes no fidedignas.
Los discursos en particular creemos son la mejor forma de conocer el pensamiento de Hitler ya que si bien “Mi Lucha” es el único libro que ha escrito, este no está ni cerca de contener todas sus ideas, siendo más bien una obra de lucha política y no la plasmación de todas ellas. En sus discursos Hitler puede explayarse sobre los más diversos temas y puede además fundamentarlos con hechos y verificarlos con su obra de gobierno, lo que les da una mayor autoridad e importancia, pues de nada sirven las palabras sin los hechos.
Hemos editado ya otros libros que se atribuyen a Hitler, como “Conversaciones sobre la guerra y la paz”, el “Testamento político de Hitler”, incluido como anexo al libro del príncipe de Schamburg Lippe, “¿Fue Hitler realmente un dictador”, o “Conversaciones entre Hitler y yo”, de Dietrich Eckart, y probablemente tengamos que editar también “Raza y destino”, para completar la serie de obras que se supone trasmiten la palabra de Hitler, pero en realidad ninguna de ellas pueden se tomadas como totalmente cierta debido a las fuertes sospechas que sobre ellas pesan, con fraudes ya comprobados en su elaboración. Y si algo de cierto hay, que de todas formas creemos es considerable, no se podría tampoco citar como palabra autorizada de Hitler en aras de la honestidad intelectual.
Todo lo contrario pasa con “Mi Lucha”, que editamos también ahora completo en dos tomos, pues es ésta la única palabra autorizada de Hitler, pero, sin embargo, se transforma en altamente insuficiente debido a lo limitado de sus fines de la época y sobre todo a lo temprano de su escritura y lo mucho que han evolucionado y madurado las ideas de Hitler en sus 20 años de actividad política que transcurrieron desde que se editó por primera vez aquel y sus últimos discursos.
Los discursos se transforman entonces en la mejor forma de conocer el pensamiento de Hitler. Se podría atenuar la afirmación si se tiene en cuenta que en discursos públicos se debe tener en cuenta las formas, pero es claro que cualquier persona pule un poco las formas de sus pensamientos cuando los expresa a otros. Pero se debe destacar también que lo que Hitler dice en ellos ha tenido una gran coherencia con todo lo que ha realizado y con los testimonios que nos llegan de todas las personas que tuvieron contacto con él.
La mejor recopilación de las opiniones sobre Hitler creemos humildemente haberla armado en la edición del libro “Nuestro Hitler”, que si bien tiene gran cantidad de escritos de Joseph Goebbels -la persona que mejor lo conoció por otra parte- contiene los más importantes y sorprendentes testimonios que sobre Hitler poseemos.
Como bien dice el prólogo de ed Avalón que mantenemos en el primer tomo, si se reúne sus discursos con el libro sobre entrevistas con Hitler, el Mi Lucha (o el “Mi doctrina” que es incluso un mejor exponente de las ideas de Hitler), junto a una gran cantidad de memorias de personas allegadas, o que tuvieron contacto con él en algún momento, como el fundamental libro de Kubizek, y, agregaríamos nosotros, algunas de los títulos sobre las obras de gobierno y teoría del NSDAP desde el punto de vista alemán que ya hemos editado1 se puede tener una imagen lo suficientemente amplia y acabada de Hitler, cualquiera sea la valoración que de él se haga.
Esperamos poder brindarle esa posibilidad a la historia emprendiendo esta tarea.

Notas:

1.- En nuestro catálogo se pueden encontrar más testimonios de este tipo en los libros “Obra de gobierno de la Alemania Nacionalsocialsta” de Cesare Santoro; “4 años de gobierno de Hitler”, de Kurt Eckehart; “El socialismo del nacionalsocialismo”, varios autores; “La economía en la cosmovisión nacionalsocialista”, varios autores; “Derrota mundial”, Salvador Borrego; “La historia de los vencidos”, Joaquín Bochaca.

PRÓLOGO

Hay tres maneras de conocer la personalidad de un político. La primera es a través de sus libros teóricos escritos antes de tener relevancia política alguna, la segunda es a través de sus discursos, entrevistas, artículos o libros ya una vez en el poder, y la tercera son las memorias de personas que lo conocieron y que explican su personalidad humana, tanto en la vida privada como en la actividad pública.
Para conocer a Hitler en castellano, como en muchos otros idiomas, ha habido generalmente una única manera de acercase a la personalidad de Hitler y ha sido a través de su libro “Mi Lucha”, del que se han hecho muchas ediciones en diversos países de habla hispana. Sin embargo, aunque la lectura de dicho libro es esencial para comprender el pensamiento de Hitler, no hay duda que sus discursos son igualmente esenciales, o incluso nos atreveríamos a decir, que son todavía más importantes pues no sólo aportan extensa información para valorar su forma de pensar y su ideología, sino que además por haber sido pronunciados desde el poder, no nos muestran un base teórica, como podría ser el caso del “Mi Lucha”, sino que exponen el pensamiento real y tangible, fuera de toda utopía, simplemente basándose en las realizaciones de cada día. Es por ello que los discursos de Hitler, -a cuya divulgación se dio una importancia determinante en el aparato de propaganda exterior del III Reich-, son absolutamente esenciales para formarse una idea completa de la forma de pensar y actuar de Adolf Hitler.
Hubiese sido de un valor indiscutible, el haber podido añadir comentarios a pie de página en la misma línea que se realizó en la edición castellana del libro “Datos del NSDAP” del Dr. Hans Volz. Esos comentarios a pie de página serían esenciales, pero realizar un trabajo de esta envergadura es una tarea ingente y de unas dimensiones realmente colosales y así, si se hubiese pensado en realizar una tal obra gigantesca, posiblemente todavía se estaría escribiendo y quizás no llegaría nunca a ser editada. Cada cual deberá pues, buscar su propia información sobre los temas que desconozca.
Con la edición de los discursos más o menos completos de Hitler, se habrá logrado tener en castellano información suficiente sobre dos de los tres elementos que hemos mencionado como esenciales para conocer a una personalidad política. Quedará, pues, como siguiente reto, el publicar en castellano, al menos una parte de los numerosos libros que se ocupan de describirnos la personalidad de Hitler a través de las memorias de las personas que lo conocieron. Y esas memorias o recuerdos son tan esenciales para conocer a Hitler como el “Mi Lucha” y los discursos, pues no hemos de olvidar que las circunstancias políticas del momento, en ocasiones de una gravedad inusitada, con un peligro de guerra de grandes dimensiones, condicionaron las relaciones entre los pueblos. El Pacto de no agresión entre Alemania y la URSS, es un tema que ha merecido diversos estudios y que todavía genera posturas muy divergentes al analizarlo. Hitler en ese momento, dijo una serie de cosas que no se ajustaban sin duda a su pensamiento. En otros casos, como en la tristemente célebre noche de “los cristales rotos”, no tenemos ninguna versión de Hitler, ni siquiera una versión oficial aunque pudiese ser manipulada. Por ello los libros de memorias de sus colaboradores, así como los relatos de entrevistas con soldados condecorados, o con personalidades extranjeras como Sven Hedin que hablaron con Hitler unas pocas veces, son con frecuencia más esclarecedoras para definir la personalidad de Hitler que su famoso libro o los discursos ahora publicados. En castellano hay editados algunos libros esenciales a este respecto como son:
-”Hitler mi amigo de Juventud” de August Kubicek
-”Yo fui amigo de Hitler” de Heinrich Hoffmann.
-”Yo quemé a Hitler” de Erich Kemka
-”Hasta el último momento” de Traudl Junge (con un prólogo y un epílogo “políticamente correcto” debido a otra persona y que no es necesario leer)
-”Yo fuí piloto de Hitler” de Hans Baur
Se ha editado recientemente en castellano -año 2005- unas supuestas memorias de la secretaria de Hitler Christa Schroeder. Efectivamente dicha secretaria publicó en Alemania un libro de memorias titulado “Es war mein Chef”, pero el que se ha editado en España es en realidad una versión no autorizada por la autora y firmada en su primera edición aparecida en España en 1954 por A. Zoller. Dicho A. Zoller, era un francés de origen alsaciano que sirvió en el ejército norteamericano y que aprovechando el cautiverio de Christa Schroeder, redactó unas supuestas memorias donde se hallan numerosos datos falsificados. Christa Schroeder insistió con frecuencia en la falta de credibilidad de este texto, pero sin embargo ha sido de nuevo editado en España. Este libro carece de toda credibilidad.
Faltaría editar en castellano, para tener una visión completa a este respecto, los siguientes:
-”Bis zum Untergang” de Heinz Linge
-”Als Hitler Adjudant” de Nicolaus von Bellow
-”Ein Anderer Hitler” de Hermann Giesler
-”Adolf Hitler aus dem Erleben dar gestellt” de Hans Severos Ziegler
Especialmente estos dos últimos son muy importantes por tratar la faceta artística de Hitler que en los otros es únicamente mencionada de pasada.
Y naturalmente quedaría el capítulo, extensísimo, de las aludidas entrevistas de personas que vieron únicamente algunas veces a Hitler, como sería el caso ya mencionado de soldados condecorados o militares de alta graduación (entre ellos Leon Degrelle), así como de multitud de otras personalidades. El ya mencionado autor Hans Severus Ziegler, recopiló algunas de dichas entrevistas en su libro: “Wer War Hitler?” donde se dedican capítulos a Skorzeny, Ribbentrop, Keitel, Christian Prinz zu Schaumburg- Lippe, Prof. Friedrich Grirnm, Freiherr von Rheinbabens,… y otros. Libro ciertamente interesante para ser editado en castellano. También hay un libro en castellano que recopila entrevistas con Hitler, con comentarios aclaratorios, con personalidades como: Sven Hedin, Hans Rudel, Esteban Infantes, Benoist-Mechin, Adolf Galland y Lothar Rendulic, entre otros. En todo caso el capítulo de relatos de entrevistas con Hitler es un extenso y todavía poco estudiado apartado de la vida de Hitler.
Por último hay que mencionar los libros que se presentan como trascripción de conversaciones de Hitler y de los que hay varios editados, siendo el más conocido en castellano el titulado “Conversaciones sobre la Guerra y la Paz”. Estos libros tienen un valor muy reducido y únicamente cuando se trata de cuestiones artísticas, de la naturaleza etc. pueden tener cierta validez, pues cuando se abordan temas conflictivos o estrictamente políticos hay que considerar como muy probable la manipulación de los textos, incluso indirectamente en la propia época del III Reich, pues el criterio de selección seguido, es ya una actitud concreta que al escoger unos temas y relegar otros, toma una postura ideológica. Únicamente historiadores expertos y con firmes convicciones y profundos conocimientos, pueden recurrir a este tipo de textos para aclarar conceptos. Para la gente “normal”, es preferible descartar totalmente estos libros.
Con esta gigantesca aportación de los discursos completos de Hitler, se dispone de una valiosísima documentación a la hora de juzgar o conocer a Hitler. Vemos que en el tema de memorias, hay una parte importante hecha y otra, igualmente importante, todavía por hacer. Pero de una manera u otra, en estos momentos y con la publicación de esta obra, existe ya una base extensísima en castellano para juzgar y conocer a Hitler. Quizás faltaría editar dos o tres libros en castellano de los mencionados antes, para poder dar por cerrado el tema y considerar que existe en español una documentación suficiente para tener una idea clara del pensamiento de Hitler. Una vez leído el “Mi Lucha”, los discursos completos y leídos algunos de esos libros de memorias y recuerdos, hemos de llegar a la conclusión de que no hay confusión posible, pues todo tiene una cierta coherencia general y aunque naturalmente en el “Mi Lucha” hay cosas y expresiones que no utilizó nunca Hitler ya en el poder, y aunque en las entrevistas se presentan diversos puntos de vista a la hora de relatarlas, lo que es evidente es que no hay “secretos”, ni aportaciones “misteriosas” ni “sensacionalistas”. Todo lo concerniente a Hitler tiene en general una unidad y no encontramos una persona que describa un determinado acontecimiento de un día concreto y que otra persona también presente, explique de otro modo fundamentalmente diferente la misma cuestión. Hay una cierta unanimidad en las descripciones de la forma de ser de Hitler, con lo cual, y aunque quedaría todavía mucho por hacer traduciendo sus cartas, sus discursos de la época de la lucha por el poder etc. etc. documentos que también han sido editados, al menos en parte, en alemán, podemos tener la seguridad de que toda esa aportación adicional, no modificaría sensiblemente la imagen que podamos tener de Adolf Hitler en base a todo lo ya publicado en castellano, con la adición, si fuera posible en el futuro, de esos dos o tres libros más. Su pensamiento político e ideológico queda perfectamente claro a través de la lectura de sus discursos, únicamente el análisis de la faceta humana podría verse enriquecida con la edición de esos libros.
Con esta recopilación de discursos de Hitler tenemos ante nosotros una obra gigantesca, un trabajo extraordinario en recopilar, en traducir y en editar.
La función de estos volúmenes es doble, por un lado tenemos su utilidad como obra de consulta y por el otro, la simple y pura lectura de la primera página a la última. En este segundo caso, encontraremos algunos momentos tediosos, refiriendo resultados de batallas o aparatosas cuestiones de carácter bélico que debido al tiempo transcurrido se pierden en la lejanía de la historia, pero si perseveramos en la lectura veremos como encontramos temas apasionantes, puntos de vista actuales y actitudes y formas de pensar interesantes. Lo peor que podemos hacer es comprar estos tomos y guardarlos en la estantería para “leerlos algún día”. ¡Ese día no llegará nunca!. Hay que dejar el primer tomo “en la mesilla”, y leer poco a poco todos los discursos y entrevistas, pues únicamente así podremos formarnos una opinión auténtica y coherente de una de las figuras más controvertidas de la historia europea, una personalidad singular a la que, a través de la lectura de sus textos, unos odian de forma vehemente, y otros adoran casi al límite de la santidad. ¿Como es posible?
Tanto en las grandes ideologías políticas como en las confesiones religiosas, la teoría es importante, esencial, pero lo más decisivo es la práctica. Y de la misma manera que cuando juzgamos a una persona ha de ser más importante su manera de actuar que su forma de pensar, así también en política o religión, lo esencial es lo que se hace y no lo que se dice. Estos discursos son una muestra de realidades tangibles y concretas y por ello ofrecen la posibilidad de formarnos una opinión clara e indiscutible de Adolf Hitler que, venerado o criticado, no deja de ser una de las más apasionante s personalidades de todos los tiempos.
En todo caso, lo más importante de la presente recopilación de los discursos de Hitler, es el hecho de que se reproducen los textos sin comentarios de ningún tipo. Cada cual es libre de sacar sus propias conclusiones, y aunque como hemos dicho antes, una serie de notas aclaratorias serían muy útiles al libro, al carecer de cualquier tipo de opinión, de comentarios intercalados en el texto o de notas a pie de pá15
gina, dejamos que cada cual saque sus propias conclusiones sin intentar inducir al lector en un sentido o en el contrario. Creemos que la madurez intelectual de los posibles lectores, sean de la tendencia política que sean, será suficiente para juzgar con criterio propio y desapasionado un tema que tuvo lugar hace más de medio siglo. Con la presente edición de los discursos de Hitler se aporta un documento decisivo para poder juzgar la historia reciente de nuestra época, desde la perspectiva de la libertad de opinión y de edición, dos libertades reconocidas por todos como esenciales, pero que se hallan siempre en situación precaria. La presente edición representa una garantía de que la libertad de edición es una realidad en la Europa del siglo XXI.

LA PARADOJA DEL MONOTEÍSMO – Henry Corbin

289 págs.,
Tapa: blanda
Edicitorial Losada
2003,
13 x 20 cm.
Precio para Argentina: 95 pesos
Precio internacional: 17 euros

Este libro reúne tres ensayos, en los que Henry Corbin, uno de los mayores islamistas mundiales del siglo XX, estudia las similitudes y lo que emparenta al mundo espiritual de tres religiones, el judaísmo. el cristianismo y el islamismo, que son como tres ramas de lo que se ha dado en llamar el monoteísmo, la fe surgida de la revelación de Dios a Abraham. Corbin iguala a estas tres creencias que surgen como reacción al politeísmo griego y latino, es decir, como una oposición al paganismo, que podía hacer de cualquier hombre un dios. Sin embargo, alguno de sus dogmas principales parecen abrazar la misma idolatría que combatían. Tal cosa es paradójica; es decir, que tres religiones que surgen como oposición al paganismo caigan en sus mismos ‘defectos’. Otra de las paradojas que Corbin analiza es el hecho de que esas religiones que creen en un Dios absoluto, único y autoritario acaban propiciando o transformándose en políticas totalitarias. Frente a esta paradoja que ofrece el lado oficial de esas religiones.
Corbin coloca la lección de los gnósticos islámicos, judíos y cristianos, que profesan una religión de la Belleza, en la que Dios hace única a cada criatura, y le da una individualidad que no tiene que someterse a la ley de las Iglesias.

ÍNDICE

Nota del editor

LA PARADOJA DEL MONOTEÍSMO

I El Dios Uno y los Dioses múltiples
1. La paradoja del monoteísmo
2. La ontología integral y las teofanías
3. Los diagramas del Uno unífico y las teofanías múltiples
II Las jerarquías divinas
1. La dramaturgia teogónica
2. De una fenomenología del Espíritu Santo como Ángel de la humanidad
3. La Orden real de Bahman-Luz

NECESIDAD DE LA ANGELOLOGÍA

Prólogo
I   De la necesidad de la angelología
II  La angelología neoplatónica de Proclo
III La tríada, la tétrada y la héptada arcangélica
IV  El Arcángel Michael y Christos Angelos
A. El Arcángel Michael
B. Christos Angelos
C. El misterio litúrgico
V   La angelología aviceniana y la asunción extática del Profeta
VI  El Arcángel Gabriel, Espíritu Santo y Ángel de la humanidad
Postludio: el Ángel de la Faz

DE LA TEOLOGÍA APOFÁTICA COMO ANTÍDOTO DEL NIHILISMO

I   ¿Dónde, cómo y cuándo existe diálogo?
II  Personalismo y nihilismo
III Teología apofática y personalismo
IV  ¿Dónde está el nihilismo?
V   Por un principio de realidad opuesto al nihilismo

El autor

Henry Corbin (París, 1903 –1978), filósofo, orientalista e historiador de las religiones, ha sido uno de los mayores difusores occidentales del pensamiento oriental. Trabajó en la Biblioteca Nacional de Francia, donde entró en contacto con la obra del místico Sohravardî, que marcaría su trayectoria intelectual y vital. Fue el primer traductor de Heidegger al francés. Desde 1939 hasta 1945 residió en Turquía trabajando para el Instituto francés de arqueología de Estambul, y partió después a Teherán, donde creó la Biblioteca iraní. A su vuelta a Europa se incorporó al círculo de investigadores espirituales radicado en Ascona, que contaba con pensadores de la talla de C. G. Jung, Denis de Rougemont, Gershom Scholem y Mircea Eliade. A partir de 1955, Henry Corbin repartió su tiempo entre la enseñanza en la Sorbona y la dirección del departamento de Iranología del Instituto franco-iraní de Teherán. Entre sus obras traducidas al español cabe destacar La imaginación creadora en el sufismo de Ibn’Arabî (1993), Cuerpo espiritual y tierra celeste (1994) y Templo y contemplación: ensayos sobre el Islam iranio (2002), Tiempo cíclico y gnosis ismailí (2002) y La paradoja del monoteísmo (Losada, 2002).

RESEÑA

Por Carlos A. Segovia

Discípulo de É. Gilson y de L. Massignon, a quien sucedió al frente de la Sección de Ciencias Religiosas de la École Pratique des Hautes Études de la Sorbona, Henry Corbin (1903-1978) fue uno de los islamólogos más originales e innovadores del siglo XX. Atenta, principalmente, al estudio de la gnosis, la filosofía shî’íta y la iranología, su obra tiene la virtud de resituar el pensamiento islámico en interlocución con aquellas tradiciones filosóficas de la Antigüedad que influyeron sobre él legándole un conjunto de problemas de primera magnitud, sin perder de vista, con todo, la compleja evolución asimétrica conocida por la filosofía, a partir del siglo VI/XII, en el Islam y en Europa.
Nacido en 1903, H. Corbin estudió filosofía en el Institut Catholique de París. En 1923 ingresó en la Sorbona, donde siguió los cursos de É. Gilson y É. Bréhier. En 1926 se matriculó en la École Nationale des Langues Orientales. Y en 1929 fue contratado por Biblioteca Nacional francesa, donde trabó contacto con L. Massignon comenzó así una intensa relación entre ambos.
Pero Corbin se interesó muy pronto no sólo por la historia de la filosofía, el pensamiento islámico y las lenguas orientales, sino también por la ciencia de las religiones, que estudió con J. Baruzi y H.-Ch. Puech al tiempo que ampliaba sus estudios de filosofía de la mano de A. Koyré y É. Benveniste. En 1930 y 1936 viajó repetidamente a Alemania encontrándose allí con R. Otto, K. Löwith, K. Barth, E. Cassirer y M. Heidegger, de cuyos escritos Corbin preparaba una traducción francesa. Y durante todo ese tiempo llevó a cabo, en París, diferentes actividades académicas y editoriales en los medios filosóficos y de tendencia protestante en lo religioso. En 1932 pronunció una primera conferencia sobre la expresión y la función de la personalidad en la mística islámica. Y en 1933 publicó su primer trabajo sobre Suhrawardî.
En 1939 era destinado al Instituto Francés de Estambul con el fin de microfilmar los escritos de Suhrawardî diseminados en las bibliotecas de la capital turca. En un comienzo, su estancia allí debía durar seis meses, pero, con motivo de la guerra, se prolongó por espacio de seis años, durante los cuales trabajó sobre los fondos manuscritos de tales bibliotecas y preparó la edición de las obras de Suhrawardî, cuyo primer tomo vio la luz en 1945. En esa misma época entró en contacto con el Cristianismo ortodoxo, respecto de cuya sofiología Corbin se sentirá siempre, pese a su protestantismo, muy próximo. Y finalmente, en 1945, viaja a Irán, donde fijará su residencia hasta 1954.
La situación de la filosofía islámica en el Irán de aquel tiempo presentaba rasgos ambivalentes. Desde su llegada, Corbin se muestra tan entusiasta como infatigable. Las actividades que lleva a cabo en Irán durante los años 50, 60 y 70 son numerosísimas, y el ritmo de trabajo desbordante. En 1945 proyecta la creación de un Departamento de Iranología en el Instituto Francés de Teherán. En 1954 colabora en las tareas organizativas del Milenario de Avicena, con motivo del cual publica su Avicenne et le Récit visionnaire (Avicena y el relato visionario). Y, desde ese mismo año, enseña historia de la filosofía islámica en la Universidad de Teherán, pronunciando asimismo conferencias por todo el país. Hay que mencionar, por último, la creación de la colección editorial “Bibliothèque Iranienne”, publicada conjuntamente, bajo su dirección, por el Instituto Franco-Iraní de Teherán y la Librairie A. Maisonneuve de París.
Pese a todo, Corbin no se dedicará exclusivamente a la iranología y al estudio de la filosofía y la espiritualidad islámicas, que él mismo nunca disoció del estudio crítico de la historia de la filosofía y la espiritualidad occidental. Su contribución a la filosofía de la religión, y, en concreto, a la investigación comparada de las religiones del Libro, es más que notable. A partir de 1949, participa regularmente en las reuniones anuales del Círculo Eranos en Ascona (Suiza), donde traba amistad con C.G. Jung, G. Scholem y M. Eliade. Y en 1974 funda la Universidad San Juan de Jerusalén de estudios espirituales comparados.
Le paradoxe du monothéisme (La paradoja del monoteísmo) reúne tres conferencias de 1976 y 1977, la primera de ellas correspondiente a la sesión de Eranos de 1976; las otras dos dictadas, respectivamente, en las Universidades de Tours y Teherán al año siguiente. Esta obra, editada a título póstumo en 1981, fue traducida y publicada en castellano hace tres años, con motivo del Centenario. De entre los libros de Corbin disponibles en nuestro idioma (La imaginación creadora en el sufismo de Ibn ‘Arabî, Avicena y el relato visionario, El hombre y su ángel, Historia de la filosofía islámica, Cuerpo espiritual y tierra celeste, Templo y contemplación, Tiempo cíclico y gnosis ismailí, El imâm oculto) es, tal vez, el que más sistemáticamente aborda dos de los problemas teóricos que más preocuparon a Corbin a lo largo de toda su vida, a saber: el de la relación entre lo uno y lo múltiple desde un punto de vista ontológico y teológico, y el de la relación entre el Dios revelado y el Dios desconocido. Con un tercero: el problema del tawhîd, de fondo.